2.

550 38 4
                                    

Temprano en la mañana, Tadashi alistó sus cosas y desayunó en silencio. A esa hora, Tía Cass ya estaba trabajando en el Café, el cual estaba en el piso de abajo. Después de haber llevado su plato al fregador, bajó algunas escaleras y se detuvo en una puerta que daba al garaje.

Allí, estacionada en una esquina, estaba su motoneta. Abrió la puerta del garaje y encendió su vehículo. Las calles de San Fransokio estaban ya concurridas a las siete de la mañana; gente dirigiéndose a sus trabajos, autobuses que te llevaban por toda la ciudad, los trenes estaban a la orden del día y, por supuesto, había personas caminando por las aceras.

Cuando llegó al edificio donde se encontraba su laboratorio, dos de sus amigos ya estaban en sus respectivas estaciones trabajando en sus proyectos. Los saludó y se dirigió a su propio laboratorio. Era una habitación muy amplia, donde se podía observar una ventana circular en el fondo, que daba vista al campus, su gran escritorio como lo había dejado el día anterior, posters pegados en las paredes, en su mayoría cosas de la universidad (banderines, instrucciones de uso del laboratorio e incluso algunas funciones del cuerpo humano señaladas una por una), estantes por ahí y por allá e, incluso, un escritorio más pequeño echo de madera.

Tenía algunas tareas por hacer, así que se puso en marcha y sacó todas sus cosas de la mochila. Un par de horas más tarde, Tadashi había terminado todos los trabajos pendientes, excepto con el de Química. Alguien tocó a su puerta y, como había puesto la clave de seguridad, se acercó a uno de las ventanas polarizadas que había junto a la puerta y la tocó dos veces; la ventana se aclaró y descubrió a Honey con una taza de café en la mano.

-¡Hola, Honey!- la chica saltó en su lugar y le dirigió una gran sonrisa.

-Hola Tadashi, me regalaron un café extra en la cafetería, me preguntaba si te apetecía.

Y ahí iba, otro café extra. Según lo que había contado uno de los chicos, en la compra de tres cafés, te regalan uno, así que Honey aprovechaba la oportunidad para sacarlo de su madriguera por unos minutos.

-Claro, enseguida te abro- le sonrió y le dio un solo toque a la ventana para polarizarla otra vez, después se dirigió a abrir la puerta.

Suspiró un momento y, finalmente, la abrió.

-Supongo que estabas muy ocupado- Honey sonrió nuevamente, lo saludó con un abrazo y se dirigió al escritorio, dejando ahí la taza.

-Algo así, estoy atascado con algo- el dirigió una de sus manos detrás de su nuca y la rascó suavemente.

-¿Química otra vez?- Honey se sentó en la silla acolchonada y dirigió su vista a unos cuantos problemas que había en una hoja- Jesús, Tadashi, esto es muy sencillo- la chica rio y tomó un lápiz que estaba a la mano.

-Bueno, pues te escucho- dijo mientras observaba como Honey hacía operaciones en una hoja en limpio y explicaba como hacía cada proceso.

Una vez terminado, se despidió de Tadashi y salió del laboratorio.

"Jesús, esa chica sí que es lista" pensó.


-Muy bien, entonces nos vemos hasta el lunes- el maestro de Mecatrónica se despidió de la clase y tomó sus cosas para salir del aula. Tadashi se quedó a esperar a Wasabi, que terminaba de escribir en su recopilador. Una vez que acabó, caminaron juntos por el pasillo que daba a las oficinas centrales del campus.

-Supongo que volveré a mi laboratorio- Wasabi suspiró.

-Yo también, mi proyecto sigue fallando- ambos rieron y se dirigieron al edificio de estaciones y laboratorios para prácticas. Que, curiosamente, todo el mundo lo usaba como residencia u oficina durante el día.

-Sabes, Honey me ayudó hoy con mi tarea de Química- sonrió y se ajustó la gorra, que, por cierto, se había sacado para el periodo de clases.

-No me sorprende, Honey, aunque tú no se lo pidas, siempre te echa una mano.

Wasabi era un joven de tez morena, cabello en rastras gruesas y de espalda fornida. Se caracterizaba por ser el más ordenado de los amigos de Tadashi y, también, por ser el más alto.

Siguieron hablando y, cuando llegaron al edificio, se despidieron y tomaron camino a su respectivo laboratorio.

-Muy bien amigo, seguimos contigo- Tadashi se acercó a la caja de color rojo que había en el piso junto a su escritorio y la activó. Su proyecto se infló, literalmente, y se quedó dentro de la caja. Tadashi encendió la cámara híper-espectral que le había colocado y fue por su pizarrón para anotar el número de ensayo que iba a llevar a cabo. Se paró frente a su trabajo y comenzó a hablar.

-Tadashi Hamada aquí, en mi trigésimo cuarto ensayo de mi proyecto de robótica.

Su mano buscó el interruptor que encendía de manera general a su trabajo. Esta vez, no fundió luces, si se tronaron los brazos, tampoco lo aturdió ni lo golpeó, sino que la cámara explotó.

No se enojó, ni mucho menos, sino que solo suspiró y lo apagó otra vez. Fue por su caja de herramientas y le retiró el vinil que cubría al proyecto. La cámara tenía varios fusibles rotos, la lente prácticamente estaba deshecha y el sensor que le había colocado estaba partido por la mitad.

Regresó a su escritorio y sacó una libreta donde tenía anotada la bitácora de todo lo que había pasado.

Se dio cuenta que había sido por la batería que requerían todos los componentes de escaneo.


Tadashi regresó a su casa alrededor de las tres de la mañana. Hiro estaba dormido y Tía Cass también. El único que lo recibió fue Mochi, como siempre lo hacía. Arrojó su mochila sobre la sala y subió las escaleras que llevaban a la habitación. Se cambió de ropa y se metió a la cama, quedando dormido casi al instante.

---------------------------------------------------------------------

¡Hey, hola, hey!

¿Cómo creen que va? 

La historia avanza conforme Tadashi hace ensayos con Baymax, como ya se dieron cuenta.

¡Porfavor, comenten y voten!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 02, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

With love, HL. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora