Un sueño.

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Apoyado en los muebles de la cocina, miraba con sus ojos rasgados el cielo azulado y el brillante sol. Llevó a sus labios la humeante taza de café; a pesar de que era un día sin nubes, estaba helado y corría un viento que entumia hasta el alma, bebió un par de sorbos más, hasta que se acabó. Guillermo dejó la taza en el fregadero justo cuando la puerta de la casa se abrió.

-Lleguéeeee-

Guillermo caminó hasta encontrarse con la silueta de su novio.

-Hola cariño, ¿Cómo te fué?- se acercó para saludarlo, pero Samuel avanzó como un rayo hasta al baño para verse en el espejo.

-Bien, mañana mismo nos vamos a Miami de vacaciones- Contestó mientras le sonreía a través del reflejo del espejo y arreglaba el cuello de su chaleco.

Esas vacaciones la llevaban preparando meses, Guillermo ya había pedido sus vacaciones en el trabajo así que hoy se había quedado en casa disfrutando su primer día de descanso. El menor se acercó a Samuel para abrazarlo por la espalda, pero el sonido del teléfono interrumpió sus intenciones.

-Yo voy- Samuel se movió rápidamente por el lado de Guillermo, evitandolo, como si su tacto fuera mortal.

Guillermo se extrañó de su novio y se dio la vuelta para hablarle, pero Samuel ya estaba al teléfono.

Pasado un tiempo Samuel se sentó al frente de Guillermo con un guiso que carne que el chino había cocinado. Comieron el almuerzo mientras Guillermo preguntaba cosas del viaje, ¿compraste los pasajes? ¿Pasaste por un traje de baño a la tienda?,y cosas típicas las cuales Samuel contestaba de una forma excesivamente cariñosa terminando cada frase con un apodo distinto; "sí, chiqui" "está listo, amor". De alguna forma eso le molesto a Guillermo.

-Andas raro Samuel, ¿sucedió algo?-

-Absolutamente nada, cariño.- Samuel le contestó con una sonrisa, de esas que hacían sonrojar al menor.

Guillermo estaba sentando en un sillón viendo una película de comedia, mientras Samuel hacía la maleta en el cuarto. Cuando terminó bajó por las escaleras y le lanzo un beso a su novio quien estaba hundido en una manta hasta la nariz y con los ojos a medio cerrar del sueño.

-Te amo chiqui- Y dicho eso Guillermo se durmió.

Cuando despertó ya eran las 00:00, pensó que Samuel ya estaba en la cama ¿Porque no lo despertó? Se cuestionó. Se levantó de un salto y se movió silenciosamente por el comedor que daba paso a las escaleras. Las subió y entró al cuarto encontrándose con Samuel de espalda viendo por la ventana. Tenia apoyado los antebrazos en el borde de esta con los pies cruzados.

-¿Samuel?

El aludido se dio vuelta y lo miró con ternura.

-Chiqui

-¿No puedes dormir?- preguntó Guille con una sensación rara en el pecho. Se sentía desesperado. Algo iba a pasar. Sentía como si todo esto ya lo hubiera vivido. Quería salir por la puerta y correr pero sus pies no lo dejaron, al contrario, avanzaron donde el mayor quien estaba mirando, con una sonrisa ojos brillantes y la espalda recta. Se posó frente a él, y vio el brillo de sus ojos. Levantó la mano para acariciar su mejilla pero nunca lo tocó. Jamás lo haría. Su mano atravesó la cara de Samuel como si este fuera simple aire. Guillermo abrió sus ojos sorprendido y cuando iba a hablar, Samuel movió negativamente la cabeza.

-Despierta, amor mío.-


Guillermo despertó sudando entre las blancas sábanas. Vio el despertador que dictaba que aún faltaba para que se levantara para asistir a su trabajo. Entendió con el sueño que debía ir a verlo.

Se bajó del auto y tomo el regalo que llevaba en el asiento del copiloto. Camino por el césped recordando el sueño. El sueño le mostraba cómo habría sido el día si él hubiera llegado a casa, si él nunca habría tenido ese accidente. Aún recuerda cómo golpearon la puerta mientras el dormia en el sillon con la televisión prendida y una película de comedia en ella. Aún recuerda cuando el policía le dio la noticia. Aún recuerda como lo abrazó por última vez cuando ese día se fue al trabajo a pedir sus vacaciones. Avanzó unos minutos más hasta que se encontró con la bonita lápida que rezaba el nombre de su novio. Dejó el ramo de rosas moradas y miró con una sonrisa la lápida.

-Anoche me fuiste a molestar otra vez eh- Unas lágrimas amenazaban con salir.- Yo igual te extraño Samu.- De cierta forma, Guillermo creía que Samuel tenía que ver algo con el sueño que tenía de vez en cuando. El brillo en sus ojos, la melosa voz y los mimosos apodos le decían que su novio trataba de decirle que lo amaba y que lo había hecho la persona mas feliz del mundo junto a su lado.

Guillermo volvió decirle que lo amaba para luego irse a su casa, mientras el día caluroso amenazaba con nublarse.

Un Sueño (Wigetta) OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora