Martes 2 de Febrero de 2016

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Hacía ya mucho tiempo que no sentía esta ira recorrer mi cuerpo. Mi mente se había nublado por completo, solo quería que mi padre fuera mudo para no tener que escucharlo discutirme por tonterías que no tenían sentido.

Dejé que la discusión quedara por olvidada de mi parte. Solo me remití a acostarme y como cada vez que pasaban este tipo de cosas, me coloqué los audífonos y cerré los ojos para así no tener que recibir muchos estímulos del mundo exterior. Un mundo corroído casi en su totalidad. Digo casi todo, ya que aún me quedaba mi musa inspiradora de vida, Yuuki-san.

Ella se había metido en mi corazón de a poco, siempre estuvo junto a mi cuando nadie más estuvo. Cada palabra que me escribía me llegaba al corazón. Día a día se encontraba más cerca de mi corazón, hasta que un día ya no pude negar la posibilidad de que me gustara.

No hacía mucho que nos conocíamos, pero nos hicimos buenos amigos. Aunque debería recordar cuando la conocí, no lo recuerdo, aunque si recuerdo como sucedió, bueno, en realidad tampoco, lo recuerdo con exactitud. El no recordar esas cosas me hace un pésimo pretendiente, pero si sabía que desde ese día mi vida se había tornado más colorida.

Ya había estado en situaciones de este tipo, yo perdido en mi vida y una chica me ponía en carrera de nuevo, pero Yuuki era diferente, compartíamos un montón de cosas en común, pero aun la siento muy distante de mi, la siento a miles de kilómetros. Y anque ella tenga a su novio al cual ama y yo sienta que no es para mi, no perderé las esperanzas!

Diario de Raw, 2/2/2016

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