Prólogo

30 2 1
                                    

-Nunca debiste amarme- le contesté todavia derramando lagrimas que se mezclaban con la lluvia, estaba dándome la espalda, sin duda lo había lastimado

-Tal vez tengas razón, pero no pude evitarlo- me miró por el rabillo del ojo y noté tristeza en sus ojos

-Si pudiste, tan solo me hubieras ignorado, hubieras negado mi existencia, tan solo no hubieras comenzado a hablarme, no sé cómo me amas, si nunca te atreviste a decírmelo de frente- las últimas palabras contenían cierto enojo

Dio media vuelta para verme cara a cara, caminó hasta quedar cerca de mi. Su rostro estaba mojado por la lluvia que se hacia mas fuerte a cada momento, resaltando sus hermosos ojos grisáceos -Lo dices como si fuera lo más fácil, pero en realidad no podía

-Sí, si podías, tan solo tenías que ser sincero conmigo

-No, no podía, eres la chica más perfecta del mundo, deslumbras con tu hermosura, ciegas con tu luz, y creo que quedé cegado cuando te ví, porque caí perdidamente enamorado de tí. Eres dulce, tierna, amable, tímida, eres una increíble chica que se esconde detrás de una barrera, una barrera que no podía destruir, ahora me doy cuenta, que fue inútil intentar esto

Me quedé sin palabras, y tampoco me dio tiempo a contestarle, solo volvió a caminar en dirección contraria. Hey, vuelve, tu camino soy yo, ven y regresa conmigo, prometo que voy a recibirte con los brazos abiertos. Eso es lo que hubiera querido decirle, pero solo me quedé ahí parada en medio de una lluvia que parecía diluvio, ojalá sus gotas te trajeran de vuelta a mi. Pero no, ya he perdido esta guerra, mis fuerzas de luchar se han acabado, y mi más fiel caballero ha abandonado el terreno. Fin del juego Naira, fin del juego otra vez.

Cinco minutos de FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora