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Harry.

Caminó pasivamente por las calles y no quiso sacar un cigarrillo a horas tan tempranas, la maleta le pesaba un poco más ahora y estaba buscando un local donde poder tomarse un simple café y ver en qué lugar decente podría hospedarse.

No contaba con demasiado pero era lo suficiente para comenzar a crear alguna excentricidad en Inglaterra, su cabeza estaba llena de metas sin embargo la realidad era un golpe duro, por lo pronto necesitaría hospedaje, trabajo e inspiración.

Leah

La mayoría de la gente que viene son hombres de oficina o mujeres vestidas a la moda, mi trabajo es lo suficiente para mantenerme viva mientras decido qué estudiar. Pasé el paño amarillo sobre las mesas, taburetes y me aseguré de que cada cosa estuviese en su lugar incluído mi delantal negro. Leticia llegó poco después y Todd estaba en la cocina hace un rato escuchando a su solista nacional y poniendo agua a hervir, como siempre el olor a café que emanaba el local me subía el ánimo y me contagiaba de una silenciosa esperanza.

Comenzó un Jueves de poca agitación y supongo que fue porque no hacía tanto frío como otros días, la gente prefiere el café cuando hay nieve o lluvia pero el frío seco siempre demanda frapuccinos para llevar o medialunas en paquetes, así que entré por la cocina para ver a Todd con sus cabellos pelirrojos y las manos blancas-casi rosadas-manipulando las máquinas de café.

-¿Poco movimiento Leah?- Siempre pensé que la voz de Todd era muy profunda para tener 19 años.

Asentí y me apoyé en la encimera, ofrecí ayuda pero como siempre no la quiso, así que fui a la caja a pagarme un capuccino de vainilla para desayunar y es que siempre me antoja café en mi trabajo.

Leticia me hizo el pago y al tiempo llegó la chica nueva y comenzaron a llegar clientes, maldición, justo cuando quiero un café.

Me lo serví y lo dejé humeando sobre el mesón, alisé mi delantal y fui a atender las primeras mesas.

Harry

Harry caminó tratando de no distraerse en la maravillosa arquitectura Londinense, ya habría tiempo para eso.

La maleta de cuero café rozaba el suelo blanquecino con la escarcha que había caído por la noche, le habían dicho que primero había lluvia, luego días fríos secos y finalmente nieve así que no esperaba que el clima varíe de eso.

Visualizó una cafetería a lo lejos y se alegró de que no fuera otro Starbuck porque eran típicos y él nunca lo fue.

Sonó una sutil campanita en la puerta y por más que intentó pasar desapercibida la maleta no pudo, el lugar le pareció pequeño, acojedor y agradable. Contaba con unas mesas en tonos café oscuro o blancas, taburetes, fotografías simples en planos únicos y poca clientela.

Tomó asiento inseguro y algo curioso, con la mirada buscó alguien que lo atendiera.

Pero ni en sus mejores sueños se imaginó que no sería la única vez que la buscaría con la vista.

Leah

En Sweet había ocho mesas en total sin contar los taburetes de autoservicio, Leah atendía de la uno la cuatro y Cindy- la chica nueva- atendía las cuatro restantes.

Sin mirar al cliente se paró frente a la mesa y se arregló la coleta que dejaba sus rizos oscuros colgando, alzó la vista.

No pudo evitar sentirse un poco disminuida ante los profundos ojos verdes que la escanearon y se aclaró la garganta.

-¿Qué desea consumir? ¿Traigo el Mini Menú? -

Él la miró y se alegró de su entusiasmo, se preguntó cuántos años tendría y por qué debía trabajar si se veía bastante menor.

-Mmh, quiero un café...batido simple-

Leah asintió y Harry no quiso nada más, golpeteo los dedos en la mesa y la vio desaparecer tras el mostrador. Atrás, Leah puso la máquina a funcionar y digitó el precio en la caja, cuando el café estaba hecho puso la cuchara, servilletas y azúcar en una bandejita plateada sobre la mesa de Harry.

Las manos de Harry abarcan toda la tacita y ese detalle no pasa desapercibido para Leah, por otra parte Harry aún tiene dudas que resolver...cuando ella dio media vuelta para retirarse la voz ronca de Harry la interrumpió.

-¿Disculpa?

El pulso de la chica se aceleró un poco cuando volteó, él carraspeó.

-¿Puedo hacerte unas preguntas?-

Leah sonrió debilmente se acercó, él dio un sorbo.

-¿Dónde puedo conseguir un hospedaje modesto?-

Ella se sorprendió de su manera de hablar, su voz era levemente carrasposa y notó como el vapor del café le acariciaba la punta de la nariz.

-Um...creo que, creo que hay muchos sitios...¿Alguna otra especificación?

Harry sonrió ampliamente y el ambiente quebradizo entre ambos se llenó de un poco más de confianza.

-¿Puedes tomar asiento un minuto? No me siento cómodo si estás de pie.

Leah buscó a Leticia con la vista para no ser regañada pero ella no estaba mirando, así que se sentó justo frente a él y pudo verlo plenamente. Él era inusual de una manera exótica: su cabello era largo y rizado, su frente amplia, sus labios empezaban a arder de color con el calor del batido.

-Mmh...mira, busco algo donde pueda estar un poco aislado, ya sabes, no tanto bullicio...quizás un apartamento pequeño, una pensión, algo sencillo.

Leah buscó mentalmente las posibilidades , rebuscó en su bolsillo, buscó en su billetera una tarjeta, era un folleto para turistas que de seguro le sería útil así que se lo tendió.

-Tenemos conexión a WiFi por si te es útil.-

Harry negó con la cabeza.

-El viaje me dejó sin batería...gracias de todas formas...necesitaba un dato, o una chica con quien conversar-

Leah sonrió y no pudo evitar que el color de sus mejillas explotara por lo que Harry rió, se levantó de la mesa ante la mirada de Leticia y entró a la cocina otra vez, aún ruborizada.

Adentro estaba Cintia, la miró mientras preparaba una bandeja

-Gracias por hacerme el trabajo Leah-

-¿Uhm?

-La mesa seis es la mía- Cintia le guiñó y salió disparada por la puerta

Leah quedó atontada un segundo, miró por la ventana y efectivamente la mesa donde estaba el chico ni si quiera le correspondía a ella.

Harry Y LeahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora