Única parte

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Tomo aire con la intención de llenarse no solo de oxígeno, sino también valor. Quien le había arrebatado el sueño las últimas noches estaba ahí, a unos pasos de ella. Gajeel Redfox; tenía la amplia espalda pegada contra un ancho librero, con los brazos cruzados al pecho y una expresión molesta en su rostro lleno de pirsings.

Sintió sonrojarse hasta la raíz del cabello y se oculto tras el librero, temblaba de emoción anticipada mientras se mordía el labio inferior y miraba fijamente al hombre.

"No puedo hacerlo"- pensó; tirando toda la valentía que había acumulado y descubrió que en realidad era muy escasa.

-¡Levy!- giro en dirección a la voz. Lucy, Erza y Juvia la observaban por encima de los libros que fingían leer; Juvia tenia el suyo de cabeza. Las tres chicas querían ayudar en su confesión amorosa, pues el gusto de la maga de escritura sólida por el dragón de metal hace tiempo que dejo de ser un secreto.

-¡Tú puedes!- dijo con emoción Juvia. Erza le guiño un ojo mientras Levy apretaba con mas fuerza su labio inferior; asomo la cabeza por el borde del librero y vio nuevamente a Gajeel, había cerrado los ojos pero mantenía un ceño fruncido entre sus singulares cejas. La bandana que le regalo descansaba sobre su frente.

-¡Hazlo!- insto Erza con singular emoción.

Levy pensó en como se había metido en ese pequeño embrollo; hace dos semanas, la actitud del dragón de metal con ella había cambiado de improvisto y de forma drástica. Ya no la molestaba como antes y era cuidadoso con ella; le seguía llamando enana y ocupaba cada oportunidad para recordarlo; pero se ofrecía a acompañarla a casa, a cargar sus libros o cualquier cosa pesada que llevara, la seguía a las misiones y protegía a toda costa, ya no se burlaba de su debilidad, sino que le dirigía una larga mirada de preocupación para asegurar su bienestar antes de regresar a la pelea.

Ninguno de esos gestos paso desapercibido por ella o por sus entrometidas amigas, y dos noches atrás; en la fiesta de pijamas que organizo Erza; se vio forzada a confesar sus sentimientos por el Gajeel, un sentimiento de aprecio que iba mas allá de la amistad y se había desarrollado a través de los últimos cuatro meses... no se había confesado antes por miedo, pena y timidez. No quería arruinar nada, o interpretar mal las señales y recibir una cruel negativa; no soportaría ninguna de las dos.

Sin embargo, era impulsada a dar el siguiente paso y rezar que sus sentimientos fuesen correspondidos...

Respiro profundamente y a pasos temblorosos avanzo al come-metal. Estaba indecisa, temerosa que él abriera los ojos y sus irises rojos, carentes de cualquier cariño la atraparan, que la viesen con desprecio o sin ningún sentimiento en absoluto; sentía que si llegaba a verla, todo el valor que había reunido se iría de nuevo al caño.

Una vez frente a él, estiro los brazos a ambos lados del cuerpo del dragón de metal apoyando las palmas en el librero y parándose tan cerca como le era posible. La diferencia de estaturas era muy marcada, la coronilla de ella, plagada de mechones azules alborotados, llegaba a la boca del estomago de él; le sacaba por los menos dos cabezas.

-¡Gajeel!- exclamó. Al instante él abrió los ojos y la observo arqueando una ceja.

-Enana- saludo con burla- ¿Qué quieres?- esa voz grabe carecía de su característica rudeza; la miraba atento.

-Yo... quiero...- no supo en que momento perdió la anterior decisión, si fue cuando cuando el característico- y sexy- olor de Gajeel llego a su nariz, o cuando la miro con esos irises rojos que tanto le gustaban. Finalmente aparto la vista, intimidada; prefirió fijarse en el torso desnudo del hombre, pues esa camisa tenia una gran abertura desde el cuello a la boca del estomago.

-Eres muy pequeña- lo escucho burlarse mientras sufría un ataque de nervios y se encogía de hombros. De pronto, se vio alzada por la caja torácica, se encogió al sentirse elevada y cuando sus ojos estuvieron a la misma altura, se cubrió el rostro con ambas manos.

Sus cuerpos se pegaron cuando él la sujeto por los glúteos; la ingle de Levy se pego a la anatomía de Gajeel mas arriba de la cintura quedando él entre sus muslos desnudos; los brazos de Gajeel se cerraron bajo sus glúteos permitiendo sentarse sobre los antebrazos y ejercer un mejor agarre. Levy entre abrió los ojos y sonrosada miro a los ojos del dragón.

-¿Lo ves?- dijo con seguridad- prometí hacerte grande- sonrío ladino mostrando sus filosos dientes y robando el aliento de Levy; controlando sus nervios, alargo los brazos y puso a cada lado de la cabeza de Gajeel con las palmas abiertas contra la superficie de madera- te has vuelto atrevida.

-Gajeel- dijo controlando su vos y observándolo confiada y roja- me...- se mordió el labio inferior para controlar un ligero temblor- me gustas- confesó con timidez y bajando la mirada cobarde, no quería ver su reacción.

Sintió su peso desplazarse cuando Gajeel retiro un brazo debajo suyo, coloco la mano derecha sobre su espalda y la acerco a él; Levy alzo un poco la vista. Sus miradas se toparon nuevamente, atrapada en los irises rojos solo pudo sentir cuando unos cálidos labios se posaban contra los suyos, suspiro y correspondió. Cerro los ojos. Los labios de Gajeel era cálidos, sabían a menta, a cerveza, a caramelo derretido; sabores extraños que no parecían combinar entre si, pero en ese beso, se mezclaban de una forma exquisita, creando el sabor del éxtasis. Se separaron en ocasiones para recobrar el aliento, al instante volvían a juntarse; Levy sonrío entre besos cuando su labio inferior fue mordido suavemente; tembló cuando la lengua del mago acaricio su boca y exploro sin pudor. Recargo todo el peso sobre el amplio pecho de Gajeel, enredando sus finos dedos en los lacios mechones negros.

Al separarse lo vio sonreír, sentía el calor del cuerpo masculino entre sus muslos desnudos, y una mano sobre su espalda, podía sentir palpitar el corazón de su compañero sobre su propio pecho, segura que él también sentía el suyo.

-Tu no me gustas, enana- declaro con rudeza, cruel y frío. Antes que Levy pudiera razonar que era aquello que sintió quebrarse, llorar, gritar, o tener algún pensamiento coherente que no involucrara dolor, continuo- me encantas; no tienes idea de cuanto he deseado hacer esto, de cuanto tiempo te eh querido.

Suspiro aliviada y sonrió ilusionada, apoyo la frente sobre la de Gajeel, cerro los ojos un momento antes de volver a besarse.

Atrevida declaracionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora