Capítulo 2

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No pasaban las 11:00 de la mañana y sonó el timbre. Miré por el telefonillo y no veía a nadie. Pero oí a mi hermano chillando a todo volumen ¡Noa! Me levanté corriendo y a toda prisa abrí la puerta. Entraron los cuatro con el desayuno en las manos. Subí a vestirme y mientras lo hacía mi hermana se asomó por la puerta y decidió entrar.

- Noa creo que deberías empezar de cero, llevas siete meses sin salir y creo que ya es hora - dijo con un tono de preocupación.
- Marta no te debes meter donde no te llaman- le grité- pero puede que por una vez en tu vida tengas razón.
- Eres mi hermana mayor y solo te digo lo que veo. Raúl fue un idiota que no te supo valorar, pero no todos son así. - aseguró.

Cuando mi hermana terminó de contarme su preocupación decidí llamar a Carlota. Quien no me cogió el teléfono hasta el último pi.

- Noa sabes que estoy durmiendo, espero que sea algo urgente... - articuló con la voz ronca.
- Me he dado cuenta de que mi hermana tiene razón... Y que tengo que salir a sí que ¿Hoy qué... - dije no muy convencida.
- ¿Cómo? - interrumpió asombrada - sobre las 7:30 te recojo.

No me dejó tiempo a despedirme y colgó el teléfono. Llamé a Álvaro para ver si quería venir con nosotras pero me explicó que ya tenía planes con su nueva novia. Se me pasó el día volando. A las 6:30 me vestí con un vestido rojo de escote triangular y la espalda descubierta que me llegaba por los tobillos. Para complementarlo cogí unos tacones negros de plataforma, una pequeña cartera negra, un colgante de mi abuela y unos pendientes en forma de aro. Me maquillé y abrí la puerta esperando a que mi mejor amiga entrara por la puerta. Para mi sorpresa habían tres chicas más: Natalia, Aurora y Selena. Las tres vestían el mismo traje palabra de honor pero de distintos colores, eran antiguas compañeras de la universidad que estaban celosas de mi relación con Raúl. Carlota en cambio llevaba un vestido largo azul ajustado sin escote. Me miraron todas asombradas con el cuerpo que me hacía el vestido que llevaba.

- ¡Estás preciosa! - opinó Carlota.
- Sí, estás guapísima... - cantaron las demás con cara de asco.

Sin tomarme a pecho lo que me habían dicho cerré la puerta y me dirigí al mini rojo que estaba aparcado en la puerta. Después de un interminable trayecto de 5 minutos llegamos a la discoteca Love it. Me bajé del coche a toda prisa para no vomitar la colonia que llevaba Aurora puesta.

Carlota y yo nos dirigimos hacía los porteros que se quedaron asombrados con mi vestido. Nos sentamos en una de las mesas libres que quedaba al lado de la pista de baile. Mi mejor amiga me hizo un interrogatorio peor que los que hacen en las series policiacas sobre estos 7 meses.

Las otras tres aparecieron con cinco chicos bastante raros. El primero, Kevin, un chico moreno de ojos oscuros, alto y robusto. El segundo, Jonay, rubio de ojos marrones, bastante alto y delgado. El tercero, Jamie, gemelo de Jonay que era exactamente igual aunque era ligeramente más grueso que el otro. El cuarto, David, pelirrojo de ojos azules lleno de pecas, más alto que los demás y de un peso normal. Finalmente vi al quinto. Se me abrió la boca de par en par, no me lo podía ni imaginar. Era rubio, alto, de ojos verdes; llevaba una camiseta negra apretada en la que se le marcaban los abdominales, junto con unos vaqueros cortos y unas vans rojas que brillaban con la luz tenue. Era el prototipo de chico que llevaba buscando desde siempre y lo único que me faltaba saber era su nombre... Carlos. No me lo podía creer, ¡era mi nombre favorito!

Mientras cada una cogía a uno de los chicos yo me quedé sentada mirando al chico inquieto que se sentaba delante de mí, hasta que apareció una chica que me hizo desear no haber ido. Le dije a mi mejor amiga que nunca debía de haber venido y que me iba. Esta ni se inmuto de que le había hablado. Salí por la puerta con la esperanza de que nadie me siguiera y cogí el primer taxi que vi. Mientras intentaba subirme me di cuenta de que alguien abría la puerta opuesta y se estaba subiendo también. El taxi arrancó y giré la cabeza para saber quien se había colado. Por un segundo pensé que era Carlota que me había escuchado y había optado por venir a escucharme antes de quedarse con un chico. Pero después lo vi.

- Pero tú ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? - me alarmé.
- Tengo que decirte algo - me soltó.
- Me conoces de hace cinco minutos y te crees que hay confianzas como para subirte al taxi que acabo de coger para volver a mi casa y soltarme que me tienes que contar algo...- le chillé y después de oír mi gran grito me disculpé con el taxista.
- Noa, por favor...

Llegamos a la puerta de mi casa y le invité a pasar ya que el taxista no se decidía a irse. Preparé una taza de té para cada uno y nos sentamos en el sofá.

-Bueno ¿Qué querías decirme? - pregunté.
- Solo quería decirte que la chica que se sentó encima mía es mi hermana pequeña que hace eso desde que tenía dos años y desde entonces se le ocurre saludarme así, ya es costumbre - me contó. No me lo podía creer, se había dado cuenta.
-¿Por qué me cuentas esto? No me conoces de nada - musité.
- Te lo cuento porque he sentido que eras tú... Que me empezaste mirando bien y desde que apareció me miraste con cara de asco - murmuró.
- ¿Qué era yo qué? - advertí - no te miraba de ninguna forma, sino que no me gusta mirar mientras que los demás se divierten.
- Por eso te estoy explicando que es mi hermana que no te pongas así conmigo que no soy como piensas... Que mi físico no influye en mi carácter. Que soy completamente distinto al chico que te imaginaste... - insistió.
- No sabía...

Me pasé varios minutos contemplando el suelo pensando en las palabras que me acababa de decir. Este chico que acabo de conocer hace menos de una hora me acaba de hundir completamente. No podía más y me eché a llorar.

- ¿Qué te pasa? ¿Estas bien? - preguntó preocupado.

La cagó más aún. Se acercó preocupado hacia mí. Me cogió con sus manos frías la cara y me secó  las lágrimas con las yemas de sus dedos. Fue acercándose cada vez más y pegó sus labios a los míos. Me besó, no una si no varias veces continuadas que casi no me dejaba ni respirar. Llegó un momento en el que reaccioné, volví a la realidad y aparté su cara de la mía.

- Yo... No puedo... - confesé. Le observé la cara durante unos segundos antes de que articulara ninguna palabra, estaba enfurruñado y disgustado como cuando a un niño le quitas su juguete favorito.
- ¿Tienes algo que te prohiba hacerlo? - preguntó.
- No... - me cayeron lágrimas.
- Bueno, es tarde me voy. ¿Tienes algo que decir que no sea un no? - sé que está enfadado.
- Hasta mañana, te quiero - susurré.

Tras que ese chico cerrara la puerta con un portazo seguí comiéndome la cabeza pensando en por qué no pudo irse desde el principio, por qué tuvo qué besarme. No me creía nada de lo sucedido. ¿Habrá sentido lo mismo? ¿Es cómo los demás? ¿Va a pasar de mí?¿Lo dice enserio? No paraba.

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2016 ⏰

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1000 Maneras de enamorarme de un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora