Sencillamente no era como si llamara demasiado su atención en el hecho de estar donde estaba, salir temprano de clases era aburrido el primer día, pero después simplemente volvía a la rutina común y corriente: Levantarse, verificar si su padre estaba en casa, hacer el desayuno, darse un baño, colocarse el uniforme y salir al instituto; una vez allí ver los cinco periodos y el almuerzo, salir, tomar el metro por una estación y dirigirse a la escuela preparatoria a la que asistía desde el tercer año de escuela media.
Apenas eran las cuatro menos cuarto cuando llegó, habían muchas nuevas personas y eso lo tenía bastante claro, incluso habían personas que tenían el mismo uniforme que ella, pero eso de ser observada solo por tener y portar la indumentaria que le identificaba como alumna de la preparatoria central era un poco incómodo, qué decir, ella trabajaba y estudiaba para ser la mejor y, en consecuencia, destacar para lograr sus sueños, pero no le gustaba ser el centro de atención en nada más que eso; como ahora, por ejemplo, lo era al entrar en su aula de clases y mirar, ser estudiada, y preguntarse dónde debía sentarse.
El aula estaba organizada en escritorios dobles, tal y como la recordaba, así que solo buscó las filas del frente y encontró un asiento libre en una mesa donde estaba un chico de cabellos marrones algo claros y que vestía el mismo uniforme que ella, pero en su versión.
Le pareció haberlo visto en la mañana, así que, como se caracterizaba, no dudo en caminar hacia él con calma y serenidad.
—Buen día—, saludó cortésmente la muchacha, —¿puedo sentarme aquí?—, preguntó.
—Ah... ¡Claro Shinomiya-san!—, le contestó el muchacho, causando una ligera sorpresa en ella.
—Eh... gracias, pero, ¿cómo conoces mi nombre?—, se sentó la de ojos chocolate detallando ligeramente al otro, al menos tenía esa especialidad al inicio de toda conversación, fuese cual fuese el otro involucrado.
—Diste el discurso en la bienvenida junto a Ren-chan ayer—, el otro alzó los hombros como si nada.
Algo en todo eso llamó su atención, ¿cómo era que usaba el "chan" con ese chico?, aquel chico que, curiosamente, tenía los ojos en especie de oliva claro, había despertado su venita de las dudas.
—¿Ren-chan?—, se cuestionó en volumen audible para ambos, —¿conoces a Kurohana-san?—, preguntó ya para el otro.
—Eh... sí, algo así—, contestó el varón con una sonrisa completamente viva y alegre, sincera, le pareció a Hanabi, —Soy Rin, Irie Rin—, una pequeña reverencia respetuosa afloró y, sin más, el profesor entró.
No era como decir que se sintiera atraída por esa nueva información, para nada; tampoco es que se quedara con ese "algo así" y que no prestara ninguna clase de atención a lo que decía el encargado de clase, ella no era así, de hecho, apenas se cerró la puerta una barrera había desplazado toda la anterior situación a un completo segundo plano. Ahora era lo importante, a lo que había venido a este lugar: Estudiar, aprender y así poder llegar a conseguir sus metas y sueños.
Lo fue tanto como en esas tres horas y algo más que pasó allí entre conocer al nuevo tutor y lograr copiar todos los horarios y planificaciones que tendría para el nuevo año. Eso incluía un campamento de verano de tres días justo una semana antes de que el nuevo periodo diera su inicio. Bien, aprendieron un poco de la experiencia pasada y decidieron probar con otra fecha, al menos lo estaban intentando y, de alguna rara manera, tampoco es que le hiciese nada mal distraerse un poco entre tantas presiones.
Y, a fin de cuentas, la clase había terminado de una manera tan pronta como torpe, era el primer día, tal vez algo comprensible ante sus exigentes expectativas, las que tenía casi siempre que se decidía a emprender algo grande. Miró la hora en su teléfono móvil y se dio cuenta de que podía haberse distraído un poco al hablar con algunos compañeros que recordaba del año anterior, pero que se habían ido a estudiar en otras preparatorias de la capital.

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Es hora de vivir la vida
Teen FictionMuchas veces nos quejamos de lo que carecemos, y no nos damos cuenta que hay otros que viven mucho peor. Ahí está él, callado y sereno; y está ella, juiciosa y muy técnica, ¿qué puede deparar la vida en dos personas aparentemente tan diferentes y ta...