¿Está todo bien?

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Era un día muy soleado y ninguna nube se había dignado a aparecer en el cielo, que estaba de un azul celeste bellísimo.

-¿Marceline? -le llamó la ex-reina del Dulce Reino al escuchar el sonido de pasos sobre las hojas- ¿Marceline, dónde estás?

No hubo respuesta alguna.

Demonios, ¿dónde se había escondido la vampira?

Bonniebel se sentó en el pasto y decidió esperar ahí a su esposa.

Al poco tiempo empezó a fantasear contodo lo que había pasado hacía ya bastantes años... Primero se había enamorado de la vampira, pero no había querido aceptarlo; después de años volvieron habían vuelto a hablarse y ella había decidido confesar sus sentimientos a Marceline.

Pero entonces Ricardio y Desayuno habían arruinado todo... Ah, qué crueles habían sido los días en los que no había sabido en dónde estaba la otra chica.

Pero la había encontrado, y después de haber vuelto a pelear se habían reconciliado y se habían casado...

Después de eso habían llegado Hikari y Mei.

Entonces se había aperecido Karoe de la nada, llevándose a Mei...

Demonios, esa había sido una vida loca.

Pero ahora todo era diferente; Mei se había vuelto la Reina de los Demonios, y Hikari la reina de la Dulce Gente.

Marceline y Bonniebel tenían todo el tiempo del mundo para hacer lo que quisieran, cuando quisieran, y nada las hacía más felices que eso.

¿Acaso podía pedirle más a la vida...?

De pronto, Bonniebel decidió voltear a ver por un momento su reloj.

¿Qués estaría haciendo Marceline?

Se suponía que ella ya estaría allí para cuando Bonniebel llegara.

La chica se levantó y volvió a marearse.

Ya iban tres veces desde la mañana. ¿Estaría embarazada otra vez...?

No, no podía estarlo.

Igual se levantó y empezó a caminar para buscar a Marceline.

Después de un rato de buscar, Bonniebel decidió rendirse y llamar a Marceline.
Carajo, ¿por qué no se le había ocurrido eso antes?

Marcó el número y esperó.

Un timbre.

Dos.

Tres.

Y al cuarto, Marceline respondió al fin.

-¿Bonniebel? -le dijo con una voz que dejaba ver la sorpresa que le causaba la llamada.- ¿Qué quieres?

-Marcie, ¿dónde estás? Llevo horas esperándote.

-¿Perdona? ¿Esperándome?

-Claro. ¿No quedamos ayer en que irías a ver a Mei y luego nos veríamos en las colinas?

-Bueno, Bonniebel, ¿qué clase de juego es éste? La verdad no estoy de humor.

-No estoy jugando, tontita. Y, ¿por qué me hablas de esa manera tan seca? ¿Acaso estás enojada?

-No, yo no estoy enojada, sólo que no sé de qué rayos me hablas. Y si me disculpas... -al otro lado de la línea se escuchó una risita tonta- Estoy ocupada. Adiós, Bonniebel.

Marceline colgó sin siquiera esperar aque la otra chica le contestara.

¿Qué carajo...? La risa al otro lado del teléfono era de... ¿Desayuno? Demonios, ¿qué estaba pasando?

Bonniebel se dirijió hacia el castillo, algo desconcertada por la actitud de Marceline y decidió que cuando la viera le exigiría una buena respuesta.

Oh, y más le valía que de verdad fuera buena.

Confusiones Reales (Temporada 3) (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora