Capítulo I - El Strip Boy

20 2 1
                                    


Las lascivas miradas de su auditorio no alcanzaban mover una sola fibra de su interior. Todo era por dinero, y su actuación debía ser perfecta.

El sabía muy bien cómo seducirlas. Sus torneados músculos respondían a la perfección a las ordenes de su cerebro. Su organismo era una perfecta máquina de atraer miradas femeninas. La naturaleza lo doto con ese don.

Las ricachonas, viejas y aburridas solían contratar sus servicios. Tenían mucho dinero, y sus maridos viajaban muy frecuentemente, por lo que se aburrían como ostras.Entonces alguna de ellas mencionaba la idea de contratar un ''stip boy'', y ante la simulada inocencia y vergonzoso deseo de los demás, pasaba a explicar a los demás que se trataba de hombres apuestos, los cuales por una suma de dinero podían brindarles un espectáculo visual que sin duda incentivaría sus oxidadas hormonas y calentaría el frío invierno londinense.

Él conocía el oficio a la profesión. Era de los mejores. Siempre las mujeres se quedaban con ganas de más. Era un especialista, podría decirse, en dejar lo más sabroso para el final. De hecho muy pocas veces llegaba a quitarse completamente la ropa. Era mucho más estimulante para ellas imaginar su bien dotado cuerpo por debajo de su apretada ropa interior.

Esa noche no era diferente a otras.

Los ojos de sus espectadoras escurrían deseo, mientras él, con suma parsimonia dejaba deslizar las prendas por ''accidente''. La mirada pícara, el gesto sensual y la actitud varonil, se conjugaban para calentar aún más la atmósfera que reinaba en aquel salón.

De pronto la vio. Ella era joven e inocente. Evidentemente, la habían coaccionado para que presenciara el espectáculo, como una especie de ''iniciación''. Era obvio que la chica sentía mucha vergüenza, al tiempo que su curiosidad la obligaba a mirar con el rabillo del ojo, mientras que se cubría la cara exageradamente con una mano. 

Ese tipo de cosas sí que movía sus fibras internas. Le provocaba una excitación especial al saber que ''trabajaba'' para una de esas niñas ''inocentes'' que jamás habían visto a un hombre como Dios lo trajo al mundo. Su nivel de incentivo fue rápidamente evidenciado en su ropa interior, lo que fue rápidamente festejado por las miradas hambrientas de las demás mujeres que se encontraban en el salón.

El año 1888 en Whitechapel (su ciudad de origen), fue peculiarmente paupérrimo. El hambre azotaba las calles, y mientras muchas mujeres debían prostituirse para sobrevivir, él había sabido aprovechar el don que la naturaleza le regaló, y tocando algunos contactos había logrado convertirse en uno de los primeros ''strip boy'' del país. Una profesión novedosa y exclusiva. Solo las mujeres de altísimo poder adquisitivo podían acceder a sus servicios, y sus comisiones le permitían vivir con holgura en aquellos tiempos aciagos.

Jack consideraba su profesión como una actuación. Jamás se involucraba con ninguna de sus clientas, y su acto no iba más allá de ''mostrar'' su cuerpo y sus habilidades como bailarín exótico.

Pero en algunas ocasiones Jack traicionaba su propia conciencia a manos de su irrefrenable deseo.

No había conocido a ninguna mujer cuyo contacto carnal pudiera satisfacerlo. Jack era muy, pero muy exigente al respecto.

No obstante, esa chica que estaba presenciando su espectáculo con total timidez, era la perfecta candidata. Pequeña y frágil, se adivinaba su oculta pasión y desenfreno. Siempre las más calladas eran las más ardientes.

Y el tipo de relación que deseaba Jack no era de las más comunes.

Había sido muy sencillo adivinar sus próximos pasos luego de la ''función''. Ella era la sobrina de una de las ''ricachonas''. El carruaje las esperaba afuera. El chófer fue demasiado fácil de sobornar.

Luego, cuando ella subió al carruaje, espoleó enseguida a los caballos, dejando a la vieja tía desconcertada en la acera.

Pocas cuadras después, detuvo el coche, y sorprendió a su invitada al descubrir su rostro frente a ella. La mirada de fascinación de la chica fue suficiente para darse cuenta de lo sencillo que sería seducirla. La llevó a una calle desierta, y en medio de la noche utilizó toda su sugestión que la naturaleza le había regalado. Pocos instantes después la besaba apasionadamente.

La sorpresa de la chica fue cuando sintió el puñal enterrándose en su vientre. Sus ojos desorbitados no lograban comprender como a partir de ese instante de pasión, tan de repente el horror azotó la escena, cuando en forma increíble sus entrañas, liberadas por el enorme tajo de Jack había infligido en su estómago, escapaban de su interior para esparciese sobre los adoquines mojados con su sangre.

''Ellas siempre vuelven'' murmuró Jack para sus adentros.

Por alguna causa, cada una de las mujeres que el había asesinado de esa forma (emulando al conocido ''Jack the ripper'', un asesino de su misma ciudad), siempre regresaban a el.

La primera vez, se asusto muchísimo. Mientras el dormía comenzó a sentir como si unas manos invisibles lo acariciaban. Las caricias recorrían sus pectorales, para luego cálidamente descender hacia su zona más sensible.

Jamás había sentido algo similar con mujer alguna.

Cuando se atrevió a abrir los ojos, pudo vislumbrar en la oscuridad de su cuarto una figura femenina flotando sobre él. Ella lo estaba haciendo disfrutar como nadie, y su contacto impalpable era mucho más real que el de una mujer de carne y huesos.

Las caricias de la mujer espectro lo llevaron a un estado de éxtasis que jamás había experimentado. Era increíble como sin tocarlo físicamente, ella logró hacerle sentir más allá que cualquier mujer corpórea.

Desde entonces, nunca más volvió a intentar una relación con una mujer real... ¡Las fantasmas eran infinitamente más ardientes!

Jack, el stripper...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora