Cambio.

34 3 0
                                    


Capítulo 1.

Algunas veces he sentido que el mundo se me viene encima, que nada peor puede pasar, y casi todas esas veces fue por tontos dramas de adolescentes, mi padre siempre estuvo ahí para apoyarme a pesar de que sabía que era una estupidez, y comprendí que solo eran exageraciones cuando realmente mi mundo se vino abajo, cuando mi padre murió, me arrepentí de todas las tonterías por que alguna vez me preocupe, por todo lo que creí importante, en ese momento me derrumbe, mi padre era muy importante y tal vez nunca lo valore lo suficiente. Fue entonces cuando entendí que no sabes que estas de pie hasta que caes y te raspas las manos.


Mire por la ventanilla del auto, campo seco, de un color amarillento –casi marrón– que parecía muerto, me transmitía nostalgia, llevábamos horas de viaje y sentía que no habíamos avanzado más que unos metros, todo lucia igual.

Mi madre, Grace, parloteaba sobre lo bien que nos iría en la nueva cuidad –por supuesto nueva para nosotros– estaba tan emocionada que casi creía en ella, pero no teníamos tan buena suerte. Aun sabiendo eso, sonreía con ella, parecía estar feliz y no quería arruinar eso, Joey –mi hermano– ni siquiera fingía escucharla, pero ya estábamos acostumbradas a esa actitud de su parte.

La verdad es que en cierto momento la conversación de mi madre dejo de tener sentido para mí, deje de escucharla y solo asentía con la cabeza cuando volteaba a verme, parecía que trataba de convencerse a sí misma de que esta vez sería diferente, pero hasta ella sabía que no sería así. Desde la muerte de mi padre mi mama actuaba muy positiva, quería ver el lado bueno a todas las cosas y creo que tal vez lo hacía para alegrarnos a nosotros, para que pudiéramos seguir adelante, pero desafortunadamente no lo conseguía, mi negatividad era evidente.

Mi padre murió hace un año, tuvimos que hacer muchos cambios, pues nuestra economía se vio gravemente afectada, claro que estábamos muy tristes, él era un gran hombre, gran padre y esposo, amaba a mi madre y a nosotros, parecía que éramos lo más importante en su vida, era un amigo, con mi hermano tenía una gran relación. Mi mama no quiso decir la razón de su muerte, y yo deje de insistir en saber, no importa como paso, simplemente sé que el ahora no está aquí. Mi madre quiso escapar de todos los recuerdos de mi padre, quería un nuevo comienzo, y esa es la razón de nuestra mudanza. Ya no teníamos nada más que perder. Así que mi hermano y yo accedimos a mudarnos. Viviríamos en Seattle, más bien a la afueras, era muy diferente a Los Ángeles, principalmente el clima, mi mama ya tenía resuello todo, ya había buscado un empleo, casa y escuela para nosotros, mi tía vivía en Seattle por lo que mi madre ya no estaría tan sola, pues no teníamos familiares en Los Ángeles.

Poco a poco llegábamos a la ciudad, estaba briznando y había neblina, ahora que lo pensaba parecía triste y deprimente, combinaba con mi ánimo, genial.

Cuando por fin llegamos a nuestra futura casa mi madre dio un gritillo de emoción, yo reí por lo bajo, mi madre parecía una niña. Bajamos del auto y pude mirar la casa, por fuera era grande y era linda; el patio delantero era grande, tenía pasto y se veía bien, era color gris con toques blancos, me encantaba.

Mi madre sonreía, pero era una sonrisa verdadera, me alegro verla contenta y fingí emoción, para mi sorpresa Joey hizo lo mismo. Cuando entramos a la casa lo primero que hice fue preguntar por mi habitación, mi madre me mostro donde estaba pero me dejo a solas para explorarla; era sencilla, solo paredes azul pálido, una cama con edredón blanco, una mesa de noche blanca, y lo que parecía un armario color chocolate oscuro, era un pequeño cuarto, no había televisión, me alegro que fuera sencillo tal vez cuando desempacara podría personalizarlo un poco.

–¿Te gusto? –escuche la voz de Joey y me sobresalte, voltee a verlo, estaba cruzado de brazos recargado en el umbral de la puerta.

–Es lindo –conteste.

–El mío es exactamente igual –dijo restándole importancia, entro al cuarto y se detuvo frente a la cortina blanca– tienes balcón, entonces tu cuarto es mejor.

–Supongo, no había notado eso, ¿Te agrada tu cuarto? –pregunte.

–Aún no, pero lo hará –respondió con una sonrisa malvada.

–No pienses en tus rarezas, pretende que te gusta, por mi mama.

–No prometo nada –dijo saliendo de mi habitación.

Reí. Tal vez era un buen cambio. Pensé eso el resto de la tarde, hasta que cayó la noche y cenamos en familia, cuando note la silla vacía toda mi positividad murió, lo único que importaba era que la persona que podría ocupar la silla no estaba.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 07, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¡Peligro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora