En una habitación de un departamento estaba un muchacho. Alto, espalda ancha, pero muy delgado y solitario. No salía mucho desde la muerte de sus padres y su única compañía era su hermana, hasta que se fue a otro país en busca de un trabajo que le gustara y pagara bien, y también conocer más.
"No podemos seguir de esta manera. Esto no es vida, Taylor" Fueron las últimas palabras que escuchó de su hermana menor. Solo era tres años menor que él, pero se comportaba como toda una adulta. Con él 17 y ella 14 para cuando murieron sus padres, su hermana se volvió muy madura y se esforzó para salir adelante junto a su hermano. A los dos años Taylor no pudo más, y calló en un abismo de soledad y depresión del que parecía no querer salir.
Su hermana se esforzó tanto que la adelantaron dos años en la escuela por lo que se graduó pocos meses después de que su hermano cayó en depresión.
Con sus 16 años y graduada primer puesto, tenía becas a muchas universidades del mundo. Ella por querer quedarse a cuidar a su hermano no aceptó ninguna al instante. Las universidades la querían así que le dijeron que la volverían a llamar. Verónica buscó trabajos de medio tiempo y ayudo a pagar la renta del departamento. Lo mantenía siempre limpio y arreglado. Al pasar un año, las universidades la volvieron a llamar, y esta vez ella respondió afirmativamente a una en el extranjero. Intentó convencer a su hermano de que saliera a la calle y se juntara con alguien, pero él estaba más que ausente.
Solo cuando le dijo que se iría al extranjero pareció reaccionar levantando un poco la cabeza, la miró por unos segundos y luego se volvió a ir. Tenía ojeras por la falta de sueño y las pupilas se le notaban dilatadas. Una pequeña barba de varios días le cubría el mentón y tenía el cabello muy largo.
Hoy, hace exactamente dos año que su hermana se fue. Él estaba viviendo en un departamento más pequeño; el living y un baño, ya que era lo que la hermana le podía pagar. Hoy 14 de febrero era un día muy especial para él. Dos años desde que su hermana menor se fue. Él quería tanto a su linda hermanita que, ese día se levantó de la cama pensando en una sola cosa: Hoy iba a salir.
En sus dos años de encierro el nunca había puesto un pie fuera, salvo cuando su hermana lo movió a ese departamento antes de irse. La comida no era problema ya que su hermana le enviaba todos los meses el dinero de la renta, y lo suficiente como para poder comprar comida. No tenía internet ya que era un lujo muy caro para el pequeño sueldo de su hermanita, y tampoco tenía celular. Solo el número de teléfono de su hermanita ya que Verónica lo anoto en un papel y lo pegó en su pequeño refrigerador, en caso de que necesitara algo.
Se levantó de la cama, se fue a bañar y cepillar muy bien los dientes. Se cortó y arregló lo más que pudo el cabello, se afeitó la barba y se vistió. Algo casual, un jeans gastado y un suéter tipo polo de color azul oscuro. Sólo tenía un par de zapatos que le quedaban. Eran viejos pero no estaban muy usados así que parecían casi nuevos. Sus ojeras se habían disimulado un poco porque se había acostado temprano la anoche anterior. Y así sin nada más que pensar, y antes de retractarse, caminó hasta la puerta y se detuvo justo en frente. Estiró su mano, temblorosa, lo más que pudo hacia la manigueta de la puerta y la giró lentamente, hasta que esta hubiera quedado abierta. Con pasos firmes pero lentos salió de su departamento. Decidió bajar por las escaleras para estirar las piernas y demás. Al llegar a la recepción, el recepcionista lo miró con los ojos muy abiertos, como si hubiera visto a un fantasma.
Taylor se estaba acercando a la puerta de la entrada pero cada vez iba más lento. Estaba comenzando a temblar un poco hasta el punto de casi caerse.
Otra vez se detuvo en frente del portón, empujó suavemente, y con mucha inseguridad y nerviosismo puso los dos pies fuera del apartamento. Lo primero que sintió fue un pequeño dolor por la luz del sol, a pesar de que eran ya las 2 de la tarde, la luz del sol no era tan fuerte porque estaba el lugar rodeado de árboles. Luego de la pequeña molestia de la luz en sus ojos, sintió un pequeño mareo, causado por la bocanada de aire que había dado. Como era un aire más puro que el de dentro del departamento, le afectó el haber inhalado tanto de una sola vez. Se calmó un poco y a los pocos minutos se le fue el mareo y el dolor.
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¿Es este mi San Valentín?
Short StoryCuando una persona sola decide salir el día de San Valentín sin rumbo alguno, y se encuentra con algo que nunca esperó. -Agradecimientos a @IovannaGarca por la portada(pidanle portadas, hace muy buenas) ONE SHOT