Capítulo 2- La búsqueda

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La oscuridad se cernía ante ella. Un agudo dolor la tenía en una agonía total. Poco a poco logró abrir sus pesados ojos observando el lugar donde estaba. Se encontraba en su coche, bueno lo que quedaba de él. La parte delantera estaba totalmente destrozado. La luna del coche se había facturado, haciendo que algunos cristales se le clavaran en su cuerpo. Se había golpeado su cabeza fuertemente contra el volante, haciendo que sangrara.

Se incorporó como pudo y miró alrededor. Lo primero que se le vino a la cabeza, su primera preocupación fue su hijo Haru, ¿se encontraba bien? Se giró hacia la parte trasera encontrándose la sillita de su hijo vacía. Se alarmó, ¿dónde estaba? No, no podía haberse perdido.

Un nudo se instaló en su garganta, la preocupación por su hijo le dio la adrenalina suficiente para salir del coche y buscar desesperadamente por los alrededores. Cojeaba ligeramente y se apoyó a la carrocería para poder acceder a la autopista.

Sus ojos se inundaron de lágrimas, y desesperadamente intentaba localizar a su pequeño hijo o a alguien que pudiera ayudarla. La tormenta seguía cayendo encima suyo mojándola entera. Poco le importó. Su hijo estaba perdido, en ese terreno mojado y embarrado, solo, sin nadie.

Un coche paró cerca suyo, parando en seco al verla en medio de la carretera desesperada. Salieron del coche y la intentaron relajar.

-Tranquilícese señora, ¿qué es lo que te ha pasado?- le preguntó el señor, dándole ánimos apoyando sus manos en sus hombros.

-Mi...mi hijo... ha desaparecido-dijo rompiendo a llorar.

-Tranquila, ahora mismo llamamos a emergencias, su hijo aparecerá.

A los diez minutos una ambulancia se hizo presente para poder ayudar a Lucy con sus heridas.

-Señora, tiene que acompañarnos al hospital, así podremos examinarla y curarla mejor-le dijo uno de los médicos que habían aparecido.

-No, no me voy a ningún lugar sin mi hijo. Se ha perdido, no sé dónde está-suplicó con lágrimas en los ojos.

A regañadientes acabó aceptando de que esperarían un tiempo antes de que se la llevaran, pero a cambio debía quedarse en la ambulancia. Ella insistía que quería participar en la búsqueda de su pequeño hijo, pero se lo negaron.

Pensaba en Haru, ¿qué estaría haciendo en esos momentos? No se quería imaginar qué podía estar pasando en esos momentos. Era su niño pequeño, su amado hijo, y ahora no se encontraba con él. Un vacío se instaló en su pecho y el nudo que se instaló en su garganta no desaparecía.

Haru era una pieza indispensable en su visa y sin él, se sentía sola y perdida. Era increíble lo que había llegado a querer a su hijo. Sentada en la camilla de la ambulancia con una manta sobre sus hombros, no pudo evitar pensar que ahora mismo en esas horas estaría leyéndole una historia antes de irse a dormir.

***

Natsu estaba yendo a comprar algo de picotear antes de volver a sus obligaciones como bombero voluntario. Él estaba soltero y hacer ese trabajo le hacía sentir realizado, feliz por ayudar a familias que lo necesitasen.

Los días lluviosos y tormentosos como aquel eran los que más trabajo tenía. Árboles que se caían, gente que desaparecía, lo que significa más trabajo para él. El pensar en cómo se sienten las familias tras saber la desaparición de alguien importante para ellos, le entristecía y le daba fuerzas para hacer su trabajo.

Cogió un café y se dirigió a su oficina para seguir los informes de la tormenta, era una de las más fuertes que se habían formado en esos últimos meses. Ya se había preparado para salir en cualquier momento, estaba seguro que en algún momento llamarían para que pudiera ayudar en alguna búsqueda o la caída de cualquier árbol.

Un rayo de esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora