Prólogo

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Me encontraba sentada en una cómoda silla azul esperando que la secretaria dijera mi nombre para pasar a la oficina del director de la universidad de Illinois. A unos metros míos se hallaba un chico de mirada perdida, apoyado sobre sus puños con gesto de aburrimiento. Solo me tomo unos segundos para contemplarlo y que entrara en mi lista de chicos inalcanzables. Tenía el cabello castaño claro casi rubio, despeinado de una manera sexy, los músculos de su cuerpo se marcaban bajo la fina camiseta blanca y unos tatuajes tribales se asomaban en la manga derecha y continuaban hasta su muñeca.

Era realmente hermoso.

Levantó la mirada y sus ojos verdes se posaron en mí. Las comisuras de sus labios se levantaron levemente. Noté que tenía un pequeño corté en la ceja derecha que aun sangraba. El chico se quedó mirándome por un tiempo que se me hizo eterno, como si me hubieran salido bigotes en la cara o escamas en los brazos. Disimuladamente miré mis brazos y toque mi cara. No había rastros de escamas ni bigotes. Entonces ¿por qué me miraba así?

― ¿Te metiste en problemas, nena? ― me preguntó levantando la ceja lastimada.

Mi piel se puso como de gallina. Su voz era ronca y profunda.

― ¿Disculpa? ― ¿acaso acababa de llamarme nena?

― No te hagas la boba, pareces una chica estudiosa y aplicada, pero esas son las peores... ― sonrió.

― Para tu información no hice nada malo. Soy nueva. ― le respondí de mal modo.

Genial. Era el típico chico malo "yo me follo a todas y tengo una harley y una chaqueta de cuero, me creo muy rudo y bla, bla, bla". Un mujeriego en potencia, seguro vendedor de droga y con notas muy malas.

― Lo raro es que haces tú aquí. No creo que estés acostumbrado a un lugar así. ¿Acaso te atraparon tratando de romper algo? ¿Robar algo? ¿O con drogas? ― le pregunté mirándolo de arriba abajo.

― Para tu información no hice nada malo ― dijo imitando mi tono anterior ―, solo fue una pelea. He tenido peores. Y para que sepas, estudio aquí, nena.

― ¿Quieres dejar de decirme nena, por favor? Es bastante molesto.

― Como quieras... nena -. Sonrió con suficiencia.

Suspiré y me acomodé en el asiento. Esperaba no tener que encontrarme nunca más con este chico. Por muy guapo que fuera, era un completo idiota.

― ¿Cómo es tu nombre? ― me preguntó de repente.

― Que te importa.

― Alex Rider.

― No te pregunté tú nombre...

― Sé que estás deseando saberlo ― guiñó el ojo y sonrió, dejando ver su perfecta dentadura. ― Y no importa que no me hayas dicho el tuyo, de cualquier forma lo averiguaré.

Si hubiera sabido que mi vida daría un giro de 360 grados por culpa de ese idiota, hubiera ido más tarde a ver al director, me habría mantenido muda o simplemente no me hubiera inscripto en esa universidad. Estoy jodida. Muy jodida. Y todo es por culpa de Alex Rider y toda su personalidad, su físico perfecto y su idiotez.

DangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora