Capítulo 2

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-Castigada.

-¡Mamá! -repliqué enfurecida, apretando los puños contra las caderas.

-Sin salir, en todas las vacaciones. -sentenció ella.

-Papá, dile algo. -miré a mi padre, que se refugiaba entre las hojas de un periódico, tratando de zafar del rol de padre. Creo que no le gusta cuando mi madre me grita, o quizás le tiene miedo. Apenas alza la cabeza, con una mirada comprensiva, ella lo mira toda roja, como un ogro enojado, y él se encoge en su silla.

-Tu madre tiene razón. -dijo fingiendo serenidad, mientras toma de su taza de café. Le deletreo la palabra "COBARDE" en silencio y él alza hombros, volviendo a la sección de deportes.

-Esto es injusto.

-Tú te lo buscaste. -atacó.

-Tú dijiste que podía ir si no tenías que recogerme en la comisaría. -contraataqué.

-¡Eso no significa que te recogiera en el hospital, mientras te hacían un lavado estomacal! -alzó los brazos y yo rodé los ojos. -¡Tienes diecisiete años, eres muy joven para pegarte la borrachera de tu vida!

-¡Solo fueron unas copas! -me mordisqueo el labio nerviosa. -¡No puedo pasarme las vacaciones encerradas! Melanie, Ginger y yo nos iremos a esquiar, como quedamos.

-No salidas, no esquí. -se sentó y tomó una tostada. -No alcohol y malas juntas, principalmente.

Bufé y me volví para subir a mi cuarto, aunque giré sobre mis talones para hacer puchero, ella negó con la cabeza y puse cara de pocos amigos.

-¿Me dan dinero para libros? -pregunté y antes de que mi madre pudiera hacer una queja o algo, mi padre me indicó que buscara en su billetera. Tomé algunos dolares, me coloqué un abrigo y salí pegando un portazo.

No hay tanta nieve como ayer, pero aun se forma una colcha blanca bajo mis pies. La librería no queda tan lejos de casa, aunque la nieve lenta mi paso. Aunque por fuera parezca pequeña, por dentro es una gran tienda, de varios niveles y con millones de libros por todas partes, en otras palabras, el paraíso.

Como voy sola, me tomo mi tiempo para elegir y llego a la caja con una pequeña -tal vez no tanto- pila de ejemplares.

Detrás del mostrador, hay un chico más o menos de mi edad, con el cabello rojizo cayéndole en alocados rulos hasta casi los hombros, tiene unas terribles ojeras y no aparta la vista de su ordenador, de tal manera que creo que no se percató de mi presencia.

Carraspeo, finjo un ataque de tos, un desmayo y un ataque de epilepsia, pero el chico sigue sin mirarme. Estoy a punto de gritarle cuando aparece un segundo chico, le da un zape en la cabeza, se vuelve hacia mi y me dedica una sonrisa apenada. Es bastante alto, con el cabello rubio corto y los ojos de un verde cansado. Toma mi pila de libros y empieza a pasarlos uno por uno.

-Lo siento mucho, Matt es un completo adicto. -se disculpó el chico, sin dejar su tarea, señalando con la cabeza al colorado.

-¿Que hace? -pregunté descaradamente. La curiosidad es uno de mis rasgos mas notorios, no puedo guardarme las dudas en la cabeza.

El chico miró a su compañero unos segundos y se volvió hacia mi.

-Esta jugando en Juikins. -dijo restando importancia al asunto.

-¿Que es eso?

-Un RolePlay. Son setenta dolares. -dijo sin mas.

Le extendí los billetes, sin sacar la cabeza del monitor del joven.

¿Que era un RolePlay?

¿Porque resultará adictivo?

Memorizo el nombre que me ha dicho.

Juikins.

Tal vez pudiera entrar para divertirme durante mi encierro.

Le dedico una sonrisa al chico y salgo de nuevo hacia el frío invierno.

Mientras camino, le marco a Melanie, que atiende después de dos pitidos, para explicarle lo injusta que es la vida, quejarme porque quiero ir a esquiar y comentarle entre carcajadas sobre el nerd que encontré en la librería. Ella me cuenta sobre sus ligues de anoche, me pregunta si me apretaron el estomago hasta hacerme vomitar e intenta convencerme de que ella podría hacer cambiar de opinión a mi madre -Creo que ella no sabe que mis padres la tienen de mal ejemplo desde el kinder-.

En un momento se hace un silencio en la linea y cuando ella dice mi nombre, se que algo anda mal.

-Summer...

-¿Que?- pregunto con un tono de preocupación.

-Creo... nada, no tiene importancia. Hablamos luego, ¡Goza de tu castigo! -en un momento su voz se apagó, pero luego volvió a su tono alegre de siempre. No llegue a contestar que colgó la llamada y yo llegué a casa.

Entré, empujando la pesada puerta. No les dirigí una mirada a mis padres, solo subí la escalera y me encerré en mi habitación, la cual seria mi celda por casi un mes.

Saco los libros de la bolsa y ya no hay lugar en mi biblioteca donde ponerlos. Mis ejemplares se aprietan en un librero, que abarca del suelo hasta el techo, sin ningún orden especifico. Hay algunos en el escritorio, otros en mi mesita de noche y hasta hay dos pilas de libros en el suelo. Adoro perderme en el mundo de los libros, es como soñar despierta, como si pudiera viajar sin salir de mi casa. Desde pequeña, los libros fueron mi salvación, mi escape de la realidad. Junto a ellos, no me sentía realmente sola.

Termino poniéndolos haciendo equilibrio sobre la pila que crece al lado de la ventana.

Revoleo mis botas, me coloco un pijama y me siento en el escritorio, prendiendo animosamente el ordenador. El brillo del monitor es suficiente para iluminar todo mi cuarto en penumbras y hacerme entrecerrar los ojos por un momento. Entro a al buscador y escribo esa simple palabra.

Selecciono la primera entrada, que dice claramente "JUIKINS: LA REVOLUCIÓN DE LOS ROLEPLAY'S". El inicio es una pagina medio gótica, con la trama del juego. La leo vagamente, enterándome de que puedes darle vida a un personaje y crear tu historia junto a otras personas. La idea parece comprometedora, pero no es hasta que leo lo siguiente que me llama cada vez mas la atención.

"Haz realidad tus fantasías".

Muevo el ratón, decidida.

Le doy al botón que escribe registrarse.

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⏰ Última actualización: Feb 15, 2016 ⏰

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