Sabor a Cerezas.

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Era el cumpleaños de quince de Shinoa, y un grupo de amigos se encontraban hablando animosamente.

- Estoy impaciente -comentó una chica alta y de grandes pechos. Sus ojos eran de color violeta y su cabello rubio estaba semi recogido con una tranza que comenzaba del lado derecho e iba descendiendo terminando del lado izquierdo. Su nombre era Mitsuba Sangu, la mejor amiga de la quinceañera-. Ya quiero verla.

- ¡También yo! -habló un chico bajito, con rasgos delicados, de cabello marrón y ojos de igual color. Tenía una cara tan inocente como la de un niño y su forma de ser esa muy tierna, su nombre era Yoichi Saotome. Iba vestido con un Jean y una camisa azul a cuadritos- ¿Qué me dices tu Yū-kun?

- Yo digo que tengo hambre -respondió sin importancia un pelinegro alto, de ojos verde esmeralda, al cual no le gustaban mucho las fiestas, su nombre era Yūichirō Amane el cual, iba vestido con un jean negro y una camisa blanca-. ¿Ustedes van a bailar el vals con la enana?

- Yo si, no me quiero quedar sin testículos -comentó un pelirosado alto... muy alto, de ojos de igual color. Llevaba lentes e iba vestido con unos jeans azules y una camisa negra.

- Sí, tambien me amenazó y, no es por ser narcisita, pero me amo -habló un rubio de ojos celestes, el cual era el mejor amigo del pelinegro. Vivían uno al lado del otro, por ello se conocen desde pequeños. Mikaela Shindō iba vestido con un jean blanco y una camisa negra, la cual, tenía los primeros tres botones desabrochados- ¿Y tu, Yū-chan? -lo miró.

- Yo... no me queda de otra, me gusta mi cara como está. Pero si la piso, se jode... por enana endemoniada.

- ¡Ni se te ocurra mandarte una cagada! -lo regañó el rubio.

- ¡No voy a hacer nada! ¿Por qué siempre crees que voy a hacer algo?

- ¡Porque siempre metes la pata! -comentó la rubia.

- Bueno, ya. Me voy a estar quieto.

- ¡AHÍ VIENE SHINOA!

Mikaela miró a Yūichirō a los ojos. Éste le sonrió haciendo que el rubio sonría también. Ellos se decían todo con una mirada.

- «Piensa bien lo que dices, Yū-chan.»

- «Relájate, Mika. Ya lo se.»

Shinoa ya había entrado, llevaba un vestido blanco y largo, con algunos decorados en verde esmeralda -como los ojos de Yūichirō, y estaba hecho por gusto, ya que a Shinoa le gustaba Yūbdesde hace mucho-, y el cabello recogido en un pequeño moño del cual caían rulos colgando en la parte de la nuca.

Volviendo a la ceremoña, ella ya había saludado a sus padres y se encontraba bailando el bals con su padre. Luego fue su primo Shinya seguido de su pareja, Guren. Después de sus familiares íban los amigos, Mitsuba fue primero y se dieron un gran abrazó y se dijeron que se querían mucho, y que estaban hermosas y que eran la mejor amiga que la notra podía tener.

Después fue Yūichirō. La mirada de Shinoa se iluminó, su sonrisa se ensanchó y sus mejillas tomaron un tenue color rosa.

- Estas muy linda Shinoa -sí, los piropos no eran lo suyo, pero para el un "te vez bien" ya era suficiente- Felices quince años.

- Muchas gracias Yū-san -lo abrazó y luego se tomaron la foto para dar un par de vueltas al vals- Eres el mejor amigo que podría tener -«te amo», quizo decirle- Te quiero muchísimo.

- También te quiero un montón Shinoa -le sonrió y ella le devolvió la sonrísa.

En ello llegó Mikaela y todas las chicas gritaron y suspiraron. Shinoa sonrió y él le tomó de la mano inclinándose un poco.

- ¿Me concede esta pieza? -sonrió y dejó un beso en el dorso de su mano.

- Por supuesto -dejó escapar una risita.

Mikaela la tomó de la cintura y la llevó girando por casi todo el salón, un vals perfecto en el cual todos quedaron asombrados de lo bien que Mikaela dirigía dicha danza. Shinoa, entre risas, le comentó que se le caía el vestido y el soltó una pequeña risa y le respondió que eso le pasaba por plana a lo cual ella, en la foto, lo pisó haciendo que sacaran otra foto.

Luego de aquello pasaron Kimizuki, Yoichi, Lacus y Rene, entre otros. Y luego su madre, seguida de su padre cerraron el bals. Se sacaron algunas fotos con la torta, las mesas y todo aquello. Shinoa estaba muy feliz y no iba a dejar que el amor no correspondido que sentía por Yūichirō la deprimera esa noche.

Luego de bailar dos horas seguidas, fueron todos a sentarse y a Lacus se le antojó jugar a algo y Shinoa propuso jugar al juego de la carta. Pero como la carta no se le caía a nadie decidieron jugar a "Verdad o Reto".

Yoichi tuvo que bailar sensual. Kimizuki tuvo que ligar con una antorcha, lo cual fue deprimente, luego Lacus tuvo que ir a la mitad del salón y gritar que le gustaba la banana. Shinoa, Mitsuba y Rene eligieron verdad. A Shinoa le preguntaron si se arrepentía de amar a Yūichirō y ella contestó que no, lo cual dejó con amargura al susodicho ya que él nunca fue capaz de corresponderle. A Mitsuba le preguntaron si ya lo había hecho, seguramente por los pechos y ella contestó que no, que hace tiempo le gustaba alguien y que no había tenido novio porque sólo quería a esa persona. Y, a Rene, le preguntaron si le gustaba Lacus y el, con su inexpresividad de siempre, respondió que sí.

- Yūichirō -habló Lacus- ¿verdad o reto?

- Reto.

- Te reto a tener una batalla de lenguas con Mika para ver quien se come una cereza -habló el pelimorado emocionado, hacia mucho que quería hacerle ese reto y que se dieran cuenta de muchas cosas. A veces, un beso podía cambiarlo todo.

Yūichirō se sonrojó a tal grado que quedó como un tomate, y Mikaela... bueno, el es conocido como "Ice Prince", pues siempre llevaba su inexpresión.

Yū se puso frente a Mika y éste último sonrió. La cereza estaba entre los labios del pelinegro y este se acercó con timidez al rubio. El cual le tomó del mentón y juntó sus frentes para luego unir sus labios.

En seguida con un hábil movimiento de lengua, por parte de Mikaela, robó la cereza de los labios de Yū y lo tomó del cuello para que este no se separara dándole la orden con la mirada. El beso era tierno, dulce, con sabor a cereza.

Mikaela bajó las manos hasta abrazar a Yū por la cintura y Yūichirō tenía sus manos apolladas en el pecho del rubio. De pronto, celeste zafiro y verde esmeralda se encontraron, dirigiéndose palabras cargadas de muchas emociones.

- «Te amo...»

- «Ya era hora de que te dieras cuenta, Yū-chan. También te amo, siempre lo he hecho.»

Ambos chicos se separaron, aunque les hubiera encantado seguir demostrándose su amor... pero estaban en el cumpleaños de su amiga y no era lugar ni momento para ello. A demás, ya tendrían lo que quedaba de la madrugada, las 24 horas siguientes y las demás noches o tardes para estar juntos y demostrarse su amor.

En lo que restó de la celebración, no se separaron. Bailaban juntos y cada tanto se escapaban para darse algunos besos, lo que hacen los enamorados. Nunca habían estado tan felices, esa noche Mikaela le pidió a Yū que fuera su novio y éste aceptó feliz.

"Celeste zafiro y verde esmeralda
un amor con sabor a ceresas."

Sabor a Cerezas. (Mika x Yu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora