Parte 3

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  Ella solía levantar la cabeza cuando caminaba, sonreía cuando el mundo le sonreía. O tal vez fuera al revés.

  Caminaba tan lento que parecía flotar. Disfrutaba cada paso que sus piernas le regalaban. Sentía cada sensación que el piso les daba a sus pies.

  Era espléndida, hermosa. Era tan sutil que casi pasé por alto el pequeño destello en sus ojos, la levísima tensión constante en sus hombros desnudos, los largos suspiros que disfrazaba de satisfacción...

  A esa mujer, tan bella y misteriosa, le faltaba algo. Tenía un vacío tan profundo en su mirada que pude ver su insondable tristeza.

  Descubrirlo sólo me congeló por un segundo. Me las ingenié para cubrirla de canciones que solo compuse para ella y que solamente ella escuchó. Nos enamoramos en el primer acorde y nuestras almas salieron a bailar, nuestras voces se combinaron al cantar. No solo encontramos el amor; encontramos la música de nuestras almas en perfecta sintonía.

  Tan solo pensar en separarnos nos destrozaba el corazón, así que me la llevé conmigo. Ella huyó renunciando a su vida; escapó para llenar su pecho y cantar con el alma.

  Desde ese momento, una nueva troupe nació. Todos la recibieron cálidamente y las cosas no cambiaron de nuevo hasta que tú naciste, mi pequeño Kvothe.

Mi pequeño KvotheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora