Parte sin título 2

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-¡ESTO TE ENSEÑARÁ A NO DESOBEDECER PEQUEÑA PERRA!

-¡SUELTAME!- supliqué a los gritos.

Estaba tirada en esas sucias camas de una de las habitaciones del motel, Billy, mi maldito jefe me había tirado a la cama boca abajo y me había bajados los pantalones a mitad de mi trasero, en el que con una máquina que usaba cuando estaba en la cárcel para tatuarse, estaba poniendo "MÍA", dolía como los mil demonios y mis "amigas" no hacían nada para detenerlo. Cada vez que paraba de usar la maquina me pegaba una nalgada, para que dejara de doler, si supiera el maldito estúpido.

-Esto servirá para que cada que mires un espejo recuerdes obedecer a tu jefe, ¿si, perrita?

-Púdrete.

-Cuida tu vocabulario ramera.

Había ganado suficiente dinero esa noche, la ruta había estado llena de desesperados degenerados, que pagarían lo que sea para estar entre las piernas de alguien, esta iba a ser la última vez que ese viejo se aprovechara de mí, tenía 18 años, no permitiría que se saliera con la suya.

Era momento de escapar, esa mañana estaba helando pero no me importaba, debía salir de ahí lo antes posible, no tenía idea de en donde dormiría, sabía que con ese dinero viviría menos de cinco días, y no sabía cómo rayos conseguiría más dinero, debía pensarlo bien, pero lo haré cuando me haya ido. Tomé las pocas pertenecías que tenía ahí, las metí en mi bolso y salí lo más silenciosamente posible de allí. Caminé por varias horas sin rumbo alguno, hasta que en una calle, me senté en el suelo saqué una cobija que había tomado "prestada" del motel y me abrigué, saqué una taza y comencé a pedir dinero, se me caía la cara de vergüenza, si tan solo me hubiera quedado en casa....No, me había prometido a mí misma no pensar en eso, ellos no querían verme feliz, quería que hiciera lo que ellos hicieron de adolescentes sin que yo tuviera oportunidad de elegir.

Seguí ahí, hasta que oscureció en la noche, estaba comenzando a desesperarme, me puse a pensar en todo lo que hice en mi vida, todos aquellos errores que me llevaron a ser la miserable persona que soy ahora, lagrimas brotaban de mis ojos sin que pueda retenerlas. Por un momento me quedé quieta, en silencio, viendo a la gente pasar sin notar mi presencia, o ignorándola para no tener la obligación de darme dinero.

Odiaba esta parte de mi vida, pero yo la había elegido, así que me levanté, fui a una plazoleta de ahí, me recosté en unos de los bancos he intenté dormir, cuando estaba consiguiendo conciliar sueño sentí movimientos alrededor de mi cabeza, por favor que Billy no me haya encontrado, abrí los ojos y con la poca luz que había, noté que era un vagabundo intentando robar mi bolso, todavía adormilada forcejeé con él pero me ganó y salió corriendo, tenía unas inmensas ganas de llorar y así lo hice, lloré como no había llorado en años, me estaba descargando de toda esa angustia que había guardado por ser fuerte para los demás, lloré en silencio y finalmente me dormí. Desperté por los rayos del sol dando en mi rostro, la mañana estaba fría pero ya no lo sentía, me incorporé, bostecé y me estiré, lentamente me levanté y fui a ver el reloj gigante en el centro de la cuidad, solo quedaba a unas cuadras, llegué, eran las 10:34 am tenía mucha hambre, no había comido desde hace muchas horas, sentía que me iba a desmayar me fijé en mi dinero, y me alcanzaba aunque sea para algo de comer, entre en una cafetería y pedí un muffin relleno de chocolate, cuando estaba pagando me percaté de que había un chico a mi lado, era lindo, tenía ojos cafés claritos el cabello castaño claro era alto de tez blanca, una sonrisa muy linda, y una cara adormilada que le quedaba realmente adorable, me miraba fijo desde hacía rato y me ponía realmente incomoda.-¿Tengo algo en la cara?- Pregunté borde

-Una muy bonita mirada. Por cierto, me llamo Peter, Peter Stevenson, y tú eres...- dijo para que continuara su oración.

-¿Importa?

-¿Mal día?

-Mala vida.- respondí, no debí haber dicho eso.

-Wow, que profunda eres, ¿quieres sentarte a tomar algo conmigo?

-¿Por qué lo haría?

-Por qué te lo estoy pidiendo, aparte- miró hacia los lados- No veo a tu acompañante.

-Es por que vine sola, genio.

-Justamente por eso quiero que estés un rato conmigo.

-Está bien.- acepté de mala gana, realmente olía muy feo y no me había lavado los dientes así que preferí sentarme un poco alejada de él.

-¿Eres de por aquí? Nunca te había visto aquí porque yo veng...- lo interrumpí

-Sí, hace poco vine a esta parte de la cuidad...

-Oh, y, ¿Se puede saber dónde vives?

-Vivo por ahí.

- Creo que moriré de tanta exactitud- dijo sarcásticamente

Terminamos nuestro desayuno, Peter era un tipo agradable, pero no le pediría que me ayude, moriría de vergüenza.



The a TeamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora