Auriculares fuera, en mi habitación sólo yo y mi cuaderno lleno de ideas vacías. Hace un rato ví como el sol se desvanecía entre unas viejas fábricas. Pero no ha sido un atardecer de película, ni lo he visto agarrada de la mano del amor de mi vida. Ha sido un atardecer frío, sinsentido e incoloro. La noche me inunda, a mi y a mis pensamientos, y tiene la repugnante manía de que tu no puedas salir de mi cabeza durante las horas de oscuridad. No se por qué , pero es así. Y una vez te paras a pensar, viene los sentimientos, las incoherencias, las locuras. Y no, no soy de esas que dejo derramar gotas de sangre de mi muñeca por él, no las merece. Pero no puedo evitar hacer tales tonterías como apretar los puños de ira por saber que nunca, nunca, nada de lo que imagino será real. Llorar, pero en silencio, por todo. Mi reacción a todo es llorar, extraño, verdad? Pero para gente rara como yo, características extrañas como las mías. Tampoco quiero negar que he esbozado alguna estúpida sonrisa por creer que algo alguna vez, irá mejor. Después de esta lucha en la que sin duda gana la tristeza, llega la hora de decidir, si realmente haces caso a la cabeza, que te dice que no hagas eso, que no merece la pena, que nunca va a ser, o a ese jodido músculo que tenemos tras el pecho, que te dice que siempre queda algo. Otra noche más opto por la gota de agua en el incendio. Pero ya has dejado esa puta sensación de impotencia en mi. Ahora , fuera papel y lápiz, apagó la lámpara. Lo único que alivia es dormir.
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Rota.
RandomTe odio, te odio y te odio. Odio lo que desencadenas y odio todo aquello que me haces sentir. Odio lo que provocas, lo que anulas y lo que despiertas. Te odio muchísimo. Te odio amor.