[Neymar se ha pasado al mundo literario dando a conocer su vida más personal, intima y reservada en "Me llamo Neymar", un libro que pronto verá la luz y que edita Ediciones B.]
El delantero del FC Barcelona se define como un niño, "un niño grande. Echo mucho de menos jugar al fútbol en la calle, reírme con mis amigos, jugar a los videojuegos. Añoro una época muy feliz que, gracias a Dios y a mis padres, logré aprovechar al máximo".
Se autodefine como un hombre que nació sencillo y morirá sencillo, "En la mesa mis gustos son básicos, típicamente brasileños: arroz, judías, bistecs, patatas fritas y la farofa. ¿Se necesita algo más? ¡Ah, sí! Me encantan las galletas"
Neymar reconoce que le gusta renovarse continuamente "aprovecho para cambiarme el peinado, las botas de fútbol, los accesorios... todo. Sin embargo, hay una cosa a la que no le presto demasiada atención: los uniformes. No guardo mis camisetas". Se muestra como un desastre a la hora de guardar camisetas, trofeos o cualquier otro galardón "El que gané como jugador destacado en las Olimpiadas de Londres, en 2012, acabó olvidado en el armario de la habitación del hotel. Olvidé otro trofeo en Argentina, en la Copa América. Yo soy así, un poco despistado".
Sobre todo, si hay una cosa que es la pasión de Neymar, como no podía ser de otra manera, es el fútbol "vivo el fútbol veinticinco horas al día". "Si mi equipo pierde me quedo en casa jugando al billar o a los videojuegos, pero si gana la alegría es general, me gusta salir a bailar con los amigos", reconoce el crack brasileño.
"También me encantan los tatuajes, creo que he perdido la cuenta de los que llevo", "Me encanta contar chistes, aunque mis amigos dicen que tengo un repertorio escaso y repetitivo" revela Neymar.