Capítulo 10: Fresas

1.4K 148 9
                                    

Hola chic@s!! Sé que he tardado bastante tiempo en actualizar pero de verdad me fue imposible entre el trabajo, la escuela y como ya había comentado mi salud no es la mejor, no me dejaba segur con esta historia, pero aquí estoy. El tratamiento médico parece funcionar así que me hice un tiempo para no hacerlas esperar más y complacerl@s con este pequeño capítulo. Les recuerdo que es una historia corta, aun no sé cuántos capítulos quedan pero ya no son muchos. No sé cuándo poder volver actualizar, si todo va bien, espero y la próximas semana.... De verdad gracias a todas las personitas que me mandaron mensaje, es muy importante para mí J .

Sé que es un poco tarde pero FELIZ SAN VALENTIN!!!!!

l@s quiero!!!

*********

RACHEL

Desperté a su lado, el dormía profundamente, con cuidado me acerque a su cuerpo, era tan cálido y confortante que sin duda me quedaría entre sus brazos para siempre, pero eso no podía durar y lo sabía, en algún momento busque algún motivo para retenerlo pero no soportaría verlo atado a mi sin amarme, simplemente no podía. Después de algunos minutos decidí levantarme, me coloque una playera de deporte de Damián y Salí a preparar el café, talvez tostadas, la cocina no era lo mío eso era seguro.

— ¿Qué haces? Vuelve a la cama conmigo. — susurro en mi oído Damián mientras rodeaba mi cintura con sus brazos.

—Intento preparar el desayuno pero este no se cansa de repetirme que soy un asco en la cocina.

—siéntate, yo preparare algo. ­—dijo señalando la pequeña isla.

—Quería hacerlo yo— bufe molesta conmigo misma. —siempre eres tú el que me consiente.

—Tu tienes tu manera de consentirme, por ejemplo anoche lo hiciste estupendamente —dijo a lo que yo indudablemente me puse colorada, como podía decirlo tan a la ligera.

Rápidamente él ya tenía el desayuno servido, nuevamente consintiéndome con un delicioso omelette y una malteada.

— ¿me contaras que fue lo que paso? —pregunto después de unos largos minutos de silencio.

— un accidente. —respondí encogiéndome de hombros, como si no me importara, tome los platos y vasos vacíos y los lleve al lavavajillas.

—lo siento, no debo meterme en tus asuntos.

—No es eso —suspire, tal vez contarle la razón de mis cicatrices ayudaría a aliviar el dolor y la culpa con la que cargaba, tal vez contarle, sanaban las heridas que tenía en mi corazón. —cuando cumplí diecisiete, estaba desesperada por salir a festejar con mis amigos, era la primera vez que lo haría sin mi familia, tenía planes hechos por lo que cuando mi padre paso por mí al colegio lo presione a pesar de ser un día lluvioso, le dije que fuera más rápido. —no se en que momento mi mente viajo en esos momentos, recordando cada detalle, cada sonido, cada olor... como si lo estuviera volviendo a vivir. —Le decía que tenía que llegar a casa para poder cambiarme, no quería llegar a mi fiesta con el uniforme escolar... después, todo fue tan rápido —no me di cuenta que estaba llorando hasta que sentí sus manos secando mis mejillas —por la velocidad a la que íbamos no pudo frenar ante un semáforo en rojo y un auto nos envistió, la parte más afectada fue la del conductor.

— ¿Qué sucedió? —pregunto ante mi silencio.

—desperté dos semanas después de un coma inducido, en una habitación de un hospital, tenía frente al médico que me reviso y me hizo preguntas, tenía varios cortes, un par de costillas rotas y un hombro dislocado, por la prisa no me había colocado el cinturón de seguridad así que fui expulsada del auto lesionándome algunas vertebras y la cabeza. no recordaba absolutamente nada del accidente, mi madre apenas me vio se acercó y me dio una bofetada, no dejaba de repetir "fue tu culpa" el doctor y las enfermeras la sacaron de la habitación pero mi mente lo comenzó a recordar. Comencé a preguntar por mi papá pero nadie me decía nada. —lo mire con los ojos nublados por las lágrimas. — el había muerto al instante Damián y desde entonces mamá nuca pudo perdonármelo, ni siquiera yo puedo, le arrebaté al amor de su vida y nunca pudo superarlo.

>> Yo quede con algunas lagunas mentales, algunos recuerdos logre recuperar, otros no, creo que entre ellos estas tú, por más que trato, no logro encontrarte en mis recuerdos.

—no te preocupes, lo entiendo pero ¿Qué paso con tu madre? —me pregunto acariciando mi mejilla.

—se hundió en el alcohol, se casó con otro hombre que solo sabía llenarla de deudas, hasta que se cansó de mí, y que mejor manera que deshacerse de mí que dándome a cambio de saldar la deuda de aquel hombre del cual ni quiero mencionar su nombre. Lo demás ya lo sabes.

—lo siento tanto. —murmuro poniéndose frente a mí, acunando mi rostro con ternura, mirándome intensamente, con un sentimiento que no supe identificar. — ¿aun quieres estar con una persona como yo?

— ¿Cómo tú? Rachel, eres la mujer más maravillosa que he conocido en toda mi vida, no me importa tu pasado, ni esas cicatrices que solo muestran lo fuerte y grandiosa que eres. Yo también tengo un pasado que me atormenta ¿Quién soy yo para juzgarte? Te quiero simplemente por ser tú.

Y con esa confesión, me beso, sin darme tiempo a reaccionar ¿me quería? ¿Él, realmente me quería? No sabía que creer o pensar pero el sentir sus tibios labios contra los míos borró cualquier pensamiento, solo me deje llevar, hasta que el beso se volvió cada vez más intenso, más hambriento y desesperado, sus manos subieron por mis muslos desnudos hasta quitarme la única prenda que me cubría. Con esa delicadeza pero a la vez pasión y salvajismo con lo que comenzaba a conocer de él, me hizo el amor.

************

—entonces ¿me dirás como nos conocimos? —le pregunte, estábamos nuevamente en la cama, tenía mi cabeza sobre su hombro, mi mano acariciando su pecho, el me abrazaba por la cintura. Me sentía tan feliz.

—te conocí en un "mercadillo" por así decirlo, yo tenía 19 años y necesitaba con desesperación unas fresas.

— ¿fresas? —lo interrumpí.

—así es, las necesitaba para un postre y graduarme como chef. En esos momentos mi madre estaba muy delicada de salud así que no contaba con el suficiente capital para lo que necesitaba, sus tratamientos eran lo primero. —silencio por unos segundos. —se me hizo fácil hurtarlas, pero al nunca haber hecho algo así, fui fácilmente atrapado por el mercante y comenzó a golpearme. Tú apareciste como un ángel, con esa elegancia, y me salvaste. Esa vez prometiste un día buscarme y probar mi comida. Pero ese día nunca llego. Ahora puedo entender el por qué. —dijo besando mi cabeza.

—Damián ¿algún día me contaras tu pasado?

Silencio.

—algún día. —murmuro cuando estaba a punto de dejarme llevar por Morfeo.


Dulce InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora