"Incapaz"

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   Era el 9 de Abril de 2011, un día de feriado, por lo cual me quede al cuidado de mi abuelo. El era un hombre juvilado de compostura fornida que había cuidado su cuerpo pero con los años su piel envejeció y gran parte de sus músculos habían desaparecido, dejando una simple marca del pasado. Para cualquier persona, mi abuelo habría sido una persona interesante con quien hablar. Había vivido durante la guerra civil y la crisis económica por lo cual tenía miles de anécdotas e historias que le habían dejado grandes enseñanzas, cosa que yo admiraba. Aún tenía la manía de peinarse al estilo militar. Cada día se recortaba hasta el más mínimo desperfecto al peine y afeitada su barba con gran delicadeza. A pesar de ser una persona perfeccionista se vestía con ropa deportiva gastada en toda ocasión, siempre con su remera bajo el pantalón.
   Mi relación con el no era la mejor, mi abuela, su esposa, cumplía con todos mis caprichos así que, cuando ella no estaba, yo me encerraba en mi cuarto tratando al pobre viejo de mozo. Aunque tuviéramos muchas peleas, yo lo admiraba, era un ejemplo a seguir, y el, me quería con todo su corazón.

Ya desde un principio podrían decir que soy un asco ¿Quién trata a un abuelo tan adorable y bueno de semejante manera? Supongo que en esos momentos no tenia la más mínima idea de lo que era sentirse mal o que te lastimen, por lo cual solía desquitar mis estúpidos y falsos enojos con él.
Bueno, en estos momentos me doy cuenta de que la gente tiene razón, me voy por las ramas y pierdo el tema principal.

   Este día me desperté aproximadamente a las 9:30 de la mañana como era habitual los días de recreo. Esperé unos minutos para ver si mi abuelo se acercaba a saludar como siempre. Pero no pasó nada. Seguí esperando. Nada. Para ese entonces mi mente paranoica sentía que algo no iba bien.
   Mi vejiga estaba a punto de convertirse en un volcán, por lo que me dirigí hacia el baño, que estaba exactamente entre mi habitación y la de mi abuelo. Me sentía con ganas de que se enorgullecieran de mi, así que me cepille los dientes y me lavé la cara. Medí mi peso en la balanza y me volví a decepcionar cuando vi el pequeño número negro en la pantalla. 35 kg. Otra vez. No importaba cuanto comiera no engordaba ni un gramo. Y empezaba a afectar a mi salud. Medí mi altura y... nada ¿Qué más podía ser? El mismo metro y 43 de siempre.
   Una vez terminada la auto-revisión salí del baño un poco molesto conmigo mismo.

Que poco sabía de la vida...
Unos segundos después la vida como la conocía estaba a punto de acabar y yo pensando en mi inútil y horrible físico.

   Apenas puse un pie fuera del baño se me congeló el corazón. Un ruido espantoso que ni las mejores películas hubieran sido capaces de representar. Una fuerte respiración vino de la habitación de mi abuelo. Esa clase de respiración que la gente hace cuando se está quedando sin aire pero maximizada a un número que no soy capaz de nombrar.
   La forzada respiración  continuó durante un minuto... o por lo menos eso pareció para mí. Y de pronto cesó. Miedo, pánico, angustia, confunción. Miles de sentimientos me inundaron y me quedé completamente paralizado, sin mover una sola célula de mi cuerpo ¿Seguía respirando? No lo sabía, la cosa tenía muy mal aspecto. En mi mente había una gran batalla, ¿Iba a ver que sucedía, o no? La cantidad de ideas negativas que corrían por mi mente me aterraron y me hicieron ir automáticamente a mi habitación.
Ya se hacían las 10:30 así que me recosté y miré mi trsite novela infantil sobre chicos de mi edad que terminaban besando o "amandose".
   Sinceramente no creo que chicos de 10 años puedan llegar a pensar en un "para siempre" cuando algunos ni siquiera saben que tiene el otro entre las dos piernas. Pero en ese entonces me hacía sentir grande, como si así pudiera besar a alguien sin problemas.

No tengo idea de por qué un simple beso me entusiasmaba tanto.

   El recuerdo de la fuerte respiración seguía en mi cerebro, torturandome. Intentaba seguir el hilo de lo que pasaba en la novela pero era lo mismo de siempre, besos y más besos. Necesitaba algo nuevo entonces me decidí a buscar otra cosa en la televisión. Encontré un interesante documental sobre la vida de Galileo Galilei que iba más o menos por la mitad. La verdad es que para ese entonces no tenia ni idea de como había sido la vida de ese viejo filósofo y me sentí muy atraído por su difícil historia. Llegué a olvidar la escena traumática que había vivido hace un buen par de minutos.
Pero las cosas no habían hecho más que comenzar.
   El documental finalizó y me dejó pasmado. Imaginaba que alguien tan inteligente había vivido a la mano del rey, cuidado como todo erudito merece. Pero al parecer mis pensamientos habían sido muy inocentes. Pensar en esto me hizo recordar a mi abuelo. Tenía que ir, tarde o temprano debía hacerlo. Me estaba empezando a dar hambre y los muebles estaban muy altos como para que el Duende Dave llegara. Quizás no había pasado nada, quizás mi abuelo solo había tenido problemas para dormirse y estaba sufriendo de la corrida de horiario.
   Me paré y fui al cuarto de mi abuelo.
   -¿Abuelo? -mi voz resonó en toda la habitación como si de una cueva se tratara ¿O a caso lo estaba imaginando?
   La escena que encontré fue aún más traumática que la anterior.
   Mi abuelo se encontraba tirado en la cama sin ningún orden. Las mantas estaban tiradas lejos de la cama y el viejo estaba ahí, desnudo y despatarrado ¿Qué diablos hacia desnudo? Sé que no era algo importante, pero no encontraba razón.
   Me acerqué para despertarlo pero luego noté que tenía los ojos abiertos. Había escuchado de gente que dormía con los ojos abiertos pero estaba casi seguro de que no era así. Intenté despertarlo. Nada. Entré en pánico, temía lo peor. Supe que tenía que llamar a mi abuela, y aunque no quería dejar solo a mi abuelo corrí hasta mi habitación y tomé mi teléfono.
   -Hola, ¿Abuela? - mientras me dedicaba a saludar como de costumbre pensaba en que iba a decir. Ni siquiera sabia que era lo que estaba pasando.
   -Hola hijo, ¿Todo bien? - no se confundan, mi abuela siempre me dijo "hijo" o "hijito", pero estoy seguro de que eso no la hace menos abuela. De hecho la manera en la que lo decía la hacía unos 20 años más vieja.
   -No, no puedo despertar al abuelo, tiene los ojos abiertos pero no reacciona -mi voz comenzaba a flaquear pero por el bien de mi abuela tenía que mantener la cabeza fría- ¿Qué hago?
   -¿No le estas hablando por el oído derecho no? - mi abuelo había quedado sordo de ese oído hace años-. Intenta del otro lado.
   Una fuerte esperanza corrió por mi cuerpo así que yo también corrí.
   -Abuelo, ABUELO -dije casi gritando dirigiendome al otro oído. Y al ver que no había reacción por su parte me volví al teléfono-. No responde, no se que hacer.
   -A ver, dejame intentar a mí. Pon el teléfono en su oreja -sabia que eso era inútil. Yo había estado gritándole prácticamente, pero no había razón para negarle la oportunidad a ella.
   -John, John, John... -la voz de mi abuela se perdió en mis pensamientos, como si hubiera perdido la capacidad de oír en un momento- Dave.
   La voz quebrada de mi abuela diciendo mi nombre me sacó de mi ensueño.
   -Rápido. Ve a la casa del vecino y dile todo lo que ha pasado. Yo estoy juntando todas mis cosas y voy para allí -no entiendo como pero mi cerebro se despertó del todo y me puse en marcha.
   Estaba temblando de miedo. Hasta ese día pensaba que el hecho de "temblar de miedo" era solo algo metafórico. Pero era real, si que era real. Me puse mis zapatillas lo más rápido que pude y corrí a la puerta para comunicarme con el vecino. Además allí iba a estar su hijo, Julian, quizás así no me sentía tan solo.
   Toqué la puerta repetidas veces y cada vez más fuerte. Entonces el vecino salio. Un hombre que se acercaba a los dos metros con una barba larga y descuidada.
   -¡Davee! ¿Qué... -su pregunta se vio interrumpida por mi fría voz.
   -Monstruo -así es como le solíamos decir en el barrio-. Es mi abuelo John. Lo encontré en la cama con los ojos abiertos pero no lo puedo despertar. Llamé a mi abuela y me dijo que viniera contigo.
   -Pero... Esta bien. Entra en mi casa, yo voy a ver qué pasa. Julian esta en la cocina, ve con el y cuéntale lo sucedido. Quedense jugando en la casa -tras decir eso cerró la puerta justo a mis espaldas y me dejó en pleno silencio.
   De lejos se escuchaban bombos y trompetas tocando una fuerte melodía de murga. Esa clase de música a Julian le fascinaba, había viajado a Brasil unos años antes y se había enamorado de ese vigorizante ritmo. El aroma a sahumerio me hizo sentirme en casa. Gran parte de mi infancia había transcurrido en esa casa y ya me trataban como si fuera parte de la familia.
   Tras dejar de recordar los viejos tiempos corrí hasta la cocina en busca de mi amigo.
   -Julian -dije tirando todo el aire que me quedaba mientras juntaba coraje para volver a contar esta horrible historia otra vez.
   -Dave, ¿Qué ha pasado? Estas pálido, parece que hubieras corrido una maratón con un gordo a tus espaldas.
      Y entonces me tome unos minutos para contarle todo lo que había vivido esa mañana. Apenas terminé la historia levante la mirada y noté que Julian tenía los ojos como platos. Era obvio que no esperaba que le contará una historia de esas magnitudes.
   Luego de un tiempo de silencio por fin habló.
   -¿Dices que estaba desnudo, no? Quizás allá sido por eso, puede que solo se haya enfermado o quedado inconciente. No hay por qué pensar negativamente. Tranquilo Dave, vamos a jugar a algo en el computador hasta que sepamos más -Julian se caracterizaba por ser positivo y comprensivo. Por eso lo apreciaba tanto, siempre sabia sacarte una sonrisa hasta en el peor momento. Ojalá yo hubiera sido asi...
   Intentaba distraerme con distintos juegos, pero incluso aquellos que siempre viciaba me resultaban aburridos o no me llamaban la atención. Y entonces escuché al Monstruo salir de la casa de mis abuelos.
   Tuve que agudizar mucho el oído pero llegue a captar lo que decía.
   -Hola, si. Quería pedir una ambulancia para la 142 Oeste y Hamilton. Tengo un hombre con el pulso muy bajo... -el pulso ¿Cómo pude olvidarme del pulso? Me perdí pensando en estas cosas y no escuché el resto del diálogo-. Muchas gracias. Aquí voy a estar esperando.
   No tardó mucho para que la ambulancia llegara y, con sus fuertes sirenas alertara a todo el vecindario de que algo iba a mal. De a poco las cabezas curiosas empezaron a asomar por las ventanas y puertas. Me entraron unas enormes ganas de arrancar esas cabezas de sus hombros y gritarles al oído que todo iba bien, que nada estaba pasando y que volvieran a sus normales y mediocres vidas.
   ¿Qué me estaba pasando? Era verdad que me caracterizaba por ser alguien que se enojada con facilidad, le habia roto la nariz a una amiga solo por alzarme. Sé que era una reaccion exagerada pero me molestaba que me trataran como a un bebe. Pero esto era distinto, esto me llegaba a asustar a mi mismo. Sentía que un ente externo se apoderaba de mi cuerpo y yo no era capaz de controlar lo que hacía. Como si...
   -Todo va a estar b... -Julian seguía intentando consolarme pero esta vez algo lo frenó. O, mejor dicho, alguien lo freno, yo. Ni siquiera había sentido que me movía pero de pronto me encontré con el cuchillo que mi amigo había estado usando para cortar el pan en mis manos. Y no sabía cómo había llegado allí pero se lo estaba enterrando en la mano y la estaba traspasando.
   -NADA VA A ESTAR BIEN, JULIAN -dije mordiendo cada palabra.
   ¿Qué había hecho? ¿Cómo? Estaba seguro de haberme escuchado decir aquello pero yo no había movido mi boca. Entré en crisis. Julian se iba a enojar mucho conmigo, incluso sus padres ¿Y si perdía su mano? Se iba a acabar su sueño de ser un basketbolista profesional. No podía vivir sabiendo que había hecho eso.
   -Julian, enserio, lo siento mucho. Yo no... -no se de donde habrá sacado la fuerza para hablar cuando su mano estaba roja de sangre, pero contestó antes de que yo terminará de hablar.
   -No te culpes Dave. Todos pasamos por malos momentos. Todos sufrimos y a veces también nos dan ganas de apuñalar a alguien. Son cosas con las que uno vive y sobrevive. Para eso están los amigos, la familia. Para apoyarse el uno al otro pase lo que pase. Incluso si termina con una mano aputada. Además... ¿Quién sabe? Quizás algún día me devuelvas el favor -me guiñó el ojo y, con una radiante sonrisa, me abrazó-. Todo va a salir bien.
   Entonces supe que yo quería ser como el, que, aunque tuviera que perder la vida, aunque tuviera que dejar todos mis problemas de lado, yo iba a dar todo por asegurar la felicidad de mis amigos y mi familia. Sabía que no iba a ser un camino fácil. Pero nunca lo es...
   Me hizo sentir mucho mejor el hecho de tener su apoyo. Pero eso no quitaba que su mano estaba sangrando así que corrimos afuera y le avisamos al padre de Julian que habíamos tendió un "accidente". Le estoy eternamente agradecido por no haber contado la verdad. Si bien el Monstruo era una buena persona, dudaba que hubiera reaccionado de la misma manera que Julian.
   Le vendaron la mano con una gasa mojada en agua oxigenada y le dijeron que luego de que se desinfectara le iban a cerrar con puntos. Volvimos a entrar y nos quedamos hablando de la cara que ponían todos los vecinos.
   No mucho tiempo después escuché a mi abuela llegar. Esperaba que viniera a buscarme y que me dijera que ya había pasado. Pero no. Como era de esperar en ese dia, nada pasó. De pronto ella rompió a llorar de una manera desconsolada, se debía de oír por todo el barrio porque empezaron a asomar aún más personas.
   No estaba seguro pero me pareció escuchar que había cada vez más llantos.
   Entonces entró mi padre con mi madre al hombro, llorando como nunca había visto llorar a nadie. Estaba encorvada con toda la cara deformada por el llanto y empapada en lagrimas. Supe que esa imagen tampoco iba a salir de mi cabeza en toda mi vida.
   -¿Qué... qué ha pasado? -temía a la respuesta que estaba punto de oír.
   -Dave, el abuelo John tenía una enfermedad del estomago, y ya sabes que había pasado por muchas operaciones, algo salio mal y... -no. No lo quería escuchar, no estaba preparado, esto era todo mi culpa. Empecé a sentir los fuertes latidos de mi corazón justo en mis tímpanos cuando esas duras palabras salieron de la boca de mi padre - El abuelo falleció.

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⏰ Última actualización: Mar 10, 2017 ⏰

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