Devotion

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La luz del sol por la mañana se abrió paso entre las delgadas cortinas que oscilaban por la suave brisa. Lentamente abrí los ojos, aún ligeramente aturdido por la somnolencia y con el corazón palpitando a un ritmo errático. Había tenido un sueño, uno muy extraño que no podía recordar, salvo el final. Una pregunta que se mantenía resonando en mi cabeza, proveniente de una voz que yo bien conocía ya.

"Después de esto ¿Vas a ser capaz de encontrar un substituto para mí?"

Mi mirada en clavó en el techo y mi diestra pasó a descansar sobre mi pecho desnudo sintiendo el ritmo de mi corazón, como este golpeteaba con fuerza, alterado. Cerré los ojos intentando recordar qué había soñado, pero no lo lograba. Solo estaba ahí esa pregunta, una y otra vez, y posteriormente, una respuesta.

"Lo siento, pero espero nunca hacerlo."

Seguido del sonido de un disparo. Abrí los ojos nuevamente, esta vez dejando de lado la idea de recordar aquello. Si lo había olvidado, quizá había sido para mejor. Mi rostro giró sobre la almohada hasta encontrarse con la cómoda al lado de la cama, donde yacía una lámpara de noche, mi celular cargándose, uno de mis libros favoritos con un separador entre las viejas y algo amarillentas páginas y una botella de whiskey a la mitad. La luz destelló, ardiente en el alcohol de la botella, irradiando ese tono ambarino que me recordó su mirada, igual de brillante, igual de intensa. Aún podía recordar la primera vez que lo vi.

Entró por la puerta del salón, abriendo esta sin hacer un solo ruido; un hombre alto de piel blanca, una masa de pelo platinado y con una cualidad grácil, casi felina en los movimientos, tomando asiento un par de filas más delante de mí. Sus ojos ambarinos destellaban incandescencia, y sus largas manos blancas descansaban cómodamente sobre la cubierta gruesa de uno de sus libros. Personas como él nacen en la tormenta, tienen relámpagos en el alma, truenos en el corazón y caos en sus huesos. Lo que quiero decir es que cuando lo vi, cuando vi su aureola extraordinaria, quedé reducido a la nada.Todas mis concepciones, incluso mi pensamiento lógico me parecieron absolutamente sin importancia, me olvidé por completo de mí mismo, y aquel aturdimiento medró a medida que el tiempo pasaba y mis ojos no lograban apartarse de su silueta, quedando admirado por su astucia, sus gustos, su inteligencia y aquella expresión de sosiego que jamás abandonaba su rostro.

Recordaba la electricidad que me hizo sentir cuando me cedió el libro que buscaba en la biblioteca, pese a que nuestras manos siquiera se tocaron, pude sentir esa corriente ir y venir a lo largo de mi espalda. Era curioso cómo ciertos eventos pueden guiarte a algo que siquiera sabías que buscabas. El ritmo de mi corazón lentamente regresaba a la normalidad, pues una paz deífica me cubrió solo recordar la primera vez que compartimos un café. Sin poder evitarlo, una sutil sonrisa se dibujó en mis labios, alargando mis comisuras con suavidad.

Mi cuerpo se giró a la dirección contraria y levanté el brazo, hasta rodear por la cintura el delgado cuerpo que yacía recostado a mi lado, hundiendo mi nariz entre aquellas hebras platinadas de cabello, deleitándome con su aroma. Aquello solo había sido un mal sueño,uno que carecía de importancia cada vez que abría los ojos entre la penumbra y él seguía a mi lado.

"Para siempre" es mucho tiempo, pero no me molestaría pasarlo a tu lado, porque te amo. Sin saber cómo, cuándo o dónde. Te amo simplemente, sin problemas u orgullo. Te amo de esta manera porque no conozco ninguna otra forma de amarte que esta.

Donde no hay un tú o un yo en esta vida, solo nosotros.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2016 ⏰

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