Primero debo levantarme del suelo y dejar el miedo, agarrar esa tal cuerda que es exquisita para la muerte, tocarla, desearla, bueno , quizás no la desee a ella sino a ti. Luego debo amarrarla a mi cuello, para poder perder el miedo. Dejo derramar una lágrima y pensar que esa simple cuerda son tus brazos que me agarraran como aquella última vez.
Debo saltar al vacío y dejarme caer porque yo sé que ese tal vacío es el cielo, un lugar en el cual voy a encontrarte a ti: Papá.