Talon

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La sombra de la cuchilla

Correr, correr y correr...

Lo que porta en sus manos no es de su posesión.

El que no lo porta, sí es el poseedor.

Esta rutina definitivamente es cansada, pero ha de ser mucho más divertida.

No me complico con esas dificultades, debería haber una palabra además de ladrón para personas como yo.

Quien no tiene sigilo al robar, debe tener condición para correr, y esa falta de capacidad para lo segundo es lo que me ha hecho derramar sangre

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Quien no tiene sigilo al robar, debe tener condición para correr, y esa falta de capacidad para lo segundo es lo que me ha hecho derramar sangre.

El frío acero de una espada me tranquiliza más que un buen robo, ni aún el tintineo de las bolsas de oro se asemeja.


Matar y ver la sangre salir de la enorme perforación del pecho perteneciente a mi víctima es lo único que me hace querer seguir viviendo, todo esto, por unas monedas.

Suena muy sádico ¿no?, ¿Sabes? No me interesa, ni tampoco que tipo de persona era mi presa, o si tenía familia, en todo caso, ayudan a un vagabundo.

En la ciudad de Noxus se comenzó a hablar de una amenaza en las alcantarillas que se escondía en los callejones de noche para robar, y si no matar, claramente hablaban de mí.

Las autoridades siempre me presentaron una molestia, por eso mis acciones no eran tan seguidas, pues me iba a convertir en lo que ya era, tan solo fue un descuido.

Comencé a rebanar gargantas de vigilantes en las calles de Noxus, poco a poco los iva acabando, tan solo empeoré las cosas.

Además de las autoridades, los gremios Noxianos también comenzaron su busqueda, esperaba que fueran pocos por turno pero me equivoqué.

Una noche no existió un solo rincón donde no se escucharan las marchas de la cantidad de soldados en busca, no de muchos, si no de mi.

No podía creer en lo que me había convertido, una amenaza de tal magnitud que necesitaron cientos para atraparme.

"Unirme a ellos o morir" era su exigencia, pero esas no eran mis únicas dos opciones.

"Unirme a ellos o morir" era su exigencia, pero esas no eran mis únicas dos opciones

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Las Cronicas de RunaterraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora