Capitulo 1: ¿Salvador?

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Empezó a correr en esa amplia pradera que los rodeaba y su suave risa se mezclaba con el sonido de sus piernas chocar con la hierba.

-Este es un buen lugar.

-Lo es. -Afirmó el mayor sentando en la sombra de un árbol, observando a esa energética joven que frenaba sus pasos al notar que su compañero sentaba lejos de ella.

-¿Cansado?- Sonrió burlesca.

-Mn.- Resopló con ciertos aires de orgullo. -Sólo estoy apreciando la tranquilidad del lugar. Deberías hacer lo mismo, idiota.

-No soy idiota.-Sus mejillas inflaron levemente hasta sentarse a su lado, pero no fue más que pasar un par de minutos para que ese rostro cambiara; cerró sus ojos y respiró profundamente, sonriendo al sentir el pacífico sonido de las hojas danzar entre ellas. - Tenía razón. -Murmuró por lo bajo con un leve tono carmesí en sus mejillas.

El enmascarado observó durante todo ese rato a su compañera con cierta calidez muy poco común en el, recordando así, el día que conoció a la azabachada mujer:

[ . . . ]

La temperatura ascendía más y más por culpa de aquel gran incendio que azotaba la aldea de Tsuki, el cielo permanecía anaranjado, y el rechinido de la madera quemarse ya formaba una triste melodía.

"Odio. Desesperación. Tristeza. Venganza. "

Una joven yacía allí, sentada a salvo del fuego, sollozando con su rostro oculto entre sus piernas las penurias que pasaba en ese momento, pero aquellas lágrimas ¿Eran por la tristeza de ver su pueblo incinerado o algo más? De cualquier forma, sus cristalinas lágrimas dejaban un camino en su rostro lleno de cenizas.

-Este es el fin.- Susurró levantando su melancólico mirar. Sus ojos estaban vacíos y nublados, no existía esperanza en ellos, ni nada que le devolviese un brillo que quizás fue caracteristico de ella.

Levantó su cuerpo a duras penas y caminó por el sendero de madera incinerada. No había rutas, ni futuro, sólo un tremendo sentimiento de soledad que estaba matando su ya envenenada alma; El delicado y pequeño cuerpo de la joven, aparte de estar completamente sucio, mantenía diferentes profundidades de heridas, su ropa están rota en ciertas partes y su pierna cojeaba notoriamente por culpa de un arma enterrada en su muslo.

-No queda nada.- Musitó con sus últimas fuerzas, cayendo de rodillas al suelo.

-Yo... Lo que hice...

Sus pensamientos divagaban en voz alta, esforzándose por respirar, pues sus vías respiratorias se habían quemado por culpa de las abrazadoras temperatura.

No se dio cuenta, en la velocidad de un parpadeo, un par de pies se fijaron en su vista, y rápidamente levantó su rostro, observando a un extraño hombre que, casualmente, tenia un aspecto familiar ante sus ojos.

La mirada fría del contrario se clavó en ella, quedando inmóvil del miedo y del dolor que sentía. Ya no le quedaban fuerzas para luchar ¿Para qué? Ciertamente, si este la mataba, le estaría haciendo un favor.

-Tú. -La profunda voz del contrario se hizo notar.

-. . .

Aquel hombre sólo la observó fríamente.

Cayó de rodillas al suelo rendida, sus párpados pesaban y su respiración cada vez era más dificultosa.

-Ellos me traicionaron. Me hicieron creer que yo tenía la culpa.

El moreno sólo siguió observándola.

-Tan sólo... Déjame morir aquí.

El pequeño cuerpo de la contraria por fin se tumbó en el suelo y poco a poco su conciencia fue desvaneciéndose hasta no saber nada de nada, ni de nadie.

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⏰ Última actualización: Mar 09, 2016 ⏰

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