-¿Podrías dejarme en paz de una vez por todas?- exclamó fulminando con la mirada al joven parado frente a su mesa.
-¿Y porque lo haría? No voy a dejarte en paz hasta que digas que si- él replico con una sonrisa burlona. –Además... Haríamos una pareja maravillosa. ¿No lo crees cariño?- agregó haciendo énfasis en la última palabra, sabiendo cuanto le molestaba cuando la llamaban de esa forma.
El joven mago decidió molestarla aun más y decidió sentarse a su lado y rodear su brazo sobre los hombros de la Gryffindor, ignorando por completo los bufidos de la chica.
-¡Eres imposible!- exclamó Hermione, olvidándose por un momento donde se encontraba. Madam Pince la miro irritada, obviamente dándole a entender que baje la voz y luego retomó con lo que estaba haciendo antes. –Te he dicho mil veces que no me llames así. Merlín! eres insufrible.- agregó e intentó, en vano, quitarse el brazo del muchacho de sus hombros.
-Hieres mis sentimientos Sta. Granger.- dijo el joven con un tinte de sarcasmo en su voz, quien a su vez, se encontraba entretenido observando lo irritada que se encontraba la joven. –Vaya boca que tienes cariño. Con esa actitud no traerás más que problemas, tienes suerte que soy bastante tolerante contigo.- Y por un instante sus ojos se oscurecieron profundamente pero casi inmediatamente recuperando esa mirada calma, burlona y algo realmente fuera de lugar que la joven no supo descifrar; que el joven mago últimamente suele únicamente dirigirle a la muchacha sentada a su lado.
Y aunque a Hermione le guste pensar que las personas son como libros los cuales cada uno debe ser interpretado de distinta manera. Tom Riddle era la clase de libro escrito de forma ininteligible, la clase de libro que uno comienza pensado que realmente lo entiende hasta que se da cuenta que no es así, como si sus palabras estuvieran esfumadas o tachadas. Como bien lo dice su nombre en ingles, Acertijo, porque realmente lo era. Él era esa clase de misterio imposible de resolver. La clase de libro escrito a base de metáforas de gran complejidad, que con gran esfuerzo la joven bruja intentaba interpretar.
Tom Riddle era la clase de persona que era capaz de envolverte en su red de mentiras y palabras bonitas para conseguir lo que se propusiera. Pero había momentos, si observabas bien, que no siempre esa fachada era del todo convincente, que podías ver a través de la máscara que utilizaba y amoldaba según a quien quería engañar. Esos momentos en los que se podía percibir aquello, duraban milisegundos era casi imperceptible. Pero no era aquello lo que le perturbaba y confundía del todo, sino su actitud con ella. Había momentos en la que la trataba como su igual y como si se preocupara por ella, como también había momentos donde la trataba con frialdad y era distante.
-No pienso ir contigo a la reunión de Slughorn- contestó con voz cansina y luego agregó frunciendo el seño.- Sigo sin entender por qué quieres que vaya contigo, ve a pedírselo a alguna de tus admiradoras seguro ellas aceptarán más que gustosas.
-Granger, quiero que vengas conmigo.- dijo el joven suavemente –Por más terrible que suene, eres la única a mi nivel- hizo una pausa-... intelectual... aunque desgraciadamente eres una impura voy a hacer una excepción contigo. Considérate especial- agregó intentado ocultar su sonrisa, mientras la castaña lo miraba indignada.
-¿Gracias?- contesto confundida y un tanto molesta.-Solo tú me haces un cumplido y me insultas todo en una misma oración. Pensé que habíamos dejado de lado hace tiempo el estatus de sangre.- Y al terminar de hablar intento ocultar su repentina decepción, al pensar que ella ante sus ojos seguía siendo una impura y no su igual.
-Estoy haciendo un esfuerzo Granger, no lo fuerces.- y luego agregó al ver que fruncía el seño en un intento de ocultar su repentina decepción: -No estoy interesado en mis supuestas admiradoras, no son más que una molestia. Además quien no preferiría pasar el tiempo con una bella;- hizo una pausa y al ver como Hermione fruncía el seño, agregó -si Granger no pongas esa cara; sabelotodo.
