Supongo que todo comenzó aquí

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Siempre me sorprenderá lo que pasó aquella mañana.
Aunque dejemos ese tema para los capítulos siguientes, primero prefiero explicar un poco de mi vida, aunque no hay mucho que decir.

Tengo pocos recuerdos del verano, básicamente es porque no he hecho nada que valga la pena recordar.

Hoy es el primer día de clase y como de costumbre escuchó el mismo ruido de siempre: personas que pasan a mi lado hablando sobre sus increíbles vacaciones, sus fascinantes vidas y sobre sus amores de verano.

Obviamente, me desentiendo de todos esos temas, aunque dudo que alguien haya notado mi presencia en estos últimos años o que tuviese interés en compartir una conversación conmigo después de los increíbles rumores que me han perseguido desde que tengo memoria, pero eso ya me da igual. Al fin y al cabo este mi ultimo año aquí así que de todas formas, será la última vez que los tenga que aguantar.

Mientras camino, dos chicas me empujan, aunque aparte de una mirada con desdén no recibo ninguna clase de disculpa por su parte y yo no me molesto en exigirla.

Antes de ir a mi taquilla voy a recepción y saludo a Erick, el conserje y lo que más se parece a un amigo para mí.
¿Triste? Puede ser. ¿Penoso? Probablemente.
Pero es mejor que hablar sola o con mi gata, Sophie- que lo hago, pero esto queda entre tú y yo-.
Lo saludo con la mano y él me sonríe en respuesta.
Llego a recepción para recoger la carpeta que había olvidado el curso pasado y me encamino para mi taquilla pero entonces, hay algo que me detiene y me llama la atención, aunque en su momento, no supe por qué.

En la lista de clase, colgada en la pared, percibo que hay un número más en el nombre de alumnos de nuestro clase y eso, al estudiar en un pueblo pequeño, pasa cada años luz. Así que un poco intrigada, me acercó a la lista para leer su nombre completo: Ena Hunter.
«Vaya nombre más raro»—Pienso y dejó estar el tema mientras sigo andando–.

Dejo los libros en mi casillero, cojo únicamente el que utilizaré y me dirijo a la clase 3:" física y química".
Perfecto, el primer día de clases y a primera hora me toca esta clase, mi inexistente suerte veo que sigue persistiendo en perseguirme hasta el fin de mis días . Para dejarlo claro, en lo personal, no me considero inteligente ni mucho menos guapa, pero no le presto mucho atención a esas banalidades de la vida. No es verdad, en realidad sí lo hago. Pero como todo lo que esté escrito aquí, esto queda entre tú y yo.

Llego a la clase y entro.
«Soy la primera», pero me equivoco, ya hay alguien más en la clase y para mí desgracia, no es el profesor.
Me sorprende que alguien sea tan antisocial como yo para estar el primer día de clases solo.
En su momento, vi en él un atisbo de esperanza a conseguir un miserable amigo aparte de Erick, aunque no mal entiendas, no me quejo de él, pero
lo de no tener vida acaba siendo aburrido, créeme.

Así que avanzo para ver la cara del susodicho, pero al verlo, mis ilusiones caen en picado, como todo en mi vida.
Ahora, cada vez que repasó estas líneas, me doy cuenta de lo triste que era mi vida. Pero no sientas lástima, ya sabes lo que dice el dicho: no hay mal que dura cien años ni cuerpo que lo resista.

Y allí está, el centro de todos mis males. John, el estupido me mira como siempre lo ha hecho, como si fuera superior a mí, lo peor de todo, es que hubo un tiempo en el que me lo creí.

Que asco que me da, es increíble cómo un ser tan insignificante haya arruinado toda mi vida hasta ahora.
Luego de sonreírme maliciosamente me mira con asco y se gira, ni siquiera se molesta en saludarme.

—Vaya educación— musito y camino para sentarte lejos de él.
Me siento y empezó a sacar de la mochila los materiales, pero de pronto me acuerdo de que me he olvidado las gafas en la taquilla. Sí, aparte de ser un poco tarada, fea y antisocial, tengo miopía y aunque no me cuesta ver de cerca, me costará mucho leer la pizarra sin ellas. Así que como no me queda de otra, me levanto y me dirijo hacia la puerta, antes de que la gente empiece a llegar.
Pero nunca llegó a abrir la puerta, porque cuando giró el pomo y empiezo a abrir la puerta, una mano desde atrás la empuja y me acorrala contra la puerta.

—El respeto se gana—susurra a mi oído—y tú no has hecho nada para ganártelo.
Yo, sin ganas de hablar, lo intento empujar pero al final acaba siendo en vano, con todas mis cualidades, también podemos destacar lo débil que soy. Supongo que lo único entre comillas, bueno, de mi, es que soy bastante delgada.
En fin, sigo intentando apartarlo, pero como ya he dicho antes, no es como que lo consiguiera, así que me decido por hablar.

—Ya bueno, tampoco quiero nada que provenga de ti. Así que estamos en paz, déjame ir.
—No decías lo mismo hace ocho años.
—Por dios, teníamos nueve y tú no eras tan imbecil.

Me muevo para seguir intentando zafarme de él, y él, aprovecho para besarme. Lo primero que pienso es que sería gracioso vomitar en ese momento, no me juzgues, él me ha hecho mucho daño.
Pero luego decido que seria demasiado asqueroso.
Pero en cuanto mete su asquerosa lengua dentro de mi boca decido morderla con todas mis fuerzas, espero que le haya parecido dulce.
Él grita y se separa de mi, y aprovechó esa oportunidad para golpearle donde estoy segura que le va a doler, se retuerce del dolor y yo me giró para salir corriendo.

En realidad ya tengo un destino fijado, el que descubrí gracias a Erick siempre he utilizado durante todos estos años para escaparme de mi realidad.

Llego a la azotea y abro la puerta con la llave que me dio Erick cuando nos conocimos, hace tres años.
Y como siempre hago cuando vengo aquí, lloró. Pero no te equivoques, sólo lo hago cuando estoy sola, llorar en público no es lo mío, además de que, estoy completamente segura de que sólo serviría para que se mofaran más de mi.

En realidad creo que este sería un buen momento para contarte un poco de mi penosa vida y el por qué de mi situación, no creas que la explicación es muy larga, aunque todos los que la han escuchado han dicho que puedo escribir un libro con ella.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2016 ⏰

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