Pequeña lolita

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Dulce y pequeña Lolita, tan delicada, tan inocente...

¿Me dejaras entrar en tu corazón, Lolita? ¿Me dejaras jugar con esos suaves rizos castaños que se parecen a la seda? ¿Me dejaras acariciar aquellos labios rojizos, jugosos y delirantes?

Mi dulce y pequeña Lolita, sé que estás ahí, escondida tras la cortina, intentando jugar al gato y al ratón, aunque a veces es difícil saber quién es la presa de quien. ¿Quieres que te lea un cuento? ¿Quieres que me meta bajo la cobija contigo y pruebe esa deliciosa piel tostada, fingiendo que se trata de un acto inocente?

Mi niña... mi amante, mi perdición si así lo desearas, por favor déjame descubrirte, ver más allá del vestido de flores y las miradas fogosas con las que podrías reducir a un hombre a cenizas. Lolita, mi no tan inocente Lolita, tras ese encanto juvenil hay historias aun no contadas, por las que quiero ser arrastrado hasta ser parte de ellas, y no deseo distinguir entre lo que es real o ficticio, simplemente vallamos allá, donde tú eres la doncella de largos cabellos, o donde eres la hechicera sagaz de aquella aldea encantada, llévame donde desees Lolita, pero llévame contigo, porque una vez que alguien ha probado de tu esencia, el néctar embriagador y adictivo de tu ser... es imposible sobrevivir sin ti.

Petalos secos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora