Confiando en aquel destino, seguía en aquel cuarto que me infundia aliento y a la vez, inseguridad. Así me expresaba sarcásticamente, sin medir las palabras tan imprudentes que salían de mis labios, secos como el desierto.
Sentía vergüenza, cada vez que corría por mi mente aquel suceso que amenazó una vez mi vida. Sólo fui un cobarde, que sentía furia por no actuar ante aquella injusticia, que sobre pasó los límites de una confianza extrema. Me di cuenta de que se debe saber, cómo y cuándo desatar palabras, que infundan capacidad y seguridad, concretamente hablando. Quedar solo, en un edificio pensando que un 31 de diciembre mataron a mi familia, sin ningún tipo de explicación. Así como lo oyes, al salir del edificio me percaté de la escena que destruyó mi vida trascendentalmente.
Secando mis lágrimas, me encontraba escuchando las familias celebrando la Navidad. Me habían destruido, de manera que pensaba salir de allí y morir al instante. Pero no tenía fuerzas, solo con observar mi familia en el suelo, se manifestaba en mi un odio y una tristeza interminable.
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Lo que una vez pasó.
SpiritualPrólogo: Soy maestro de religión, mi familia es cristiana es mi única felicidad. Pero el destino sobrepasó los límites inolvidablemente dejándome heridas incurables. Pero piensa, el destino me dejó una recompensa...