Parte 1

28 4 3
                                    

 "Las noches en la ciudad de Harom son ruidosas y oscuras, pero una vez que se sale de la ciudad, la noche se apodera de ti con su serenidad; prácticamente, te enamoras de ella"

 Eran las 3 de la mañana y no había conseguido dormirme. Tal vez fue porque porque al día siguiente tenía las pruebas de acceso a la universidad y el cansancio provocado por el estudiar me tenía en vela. O tal vez fue el maldito ruido de las calles, rebosantes de gente y coches, pese a que eran las malditas 3 de la mañana.

 Pasó una hora y seguía sin dormirme. Ya que no veía otra solución, me puse a estudiar, y así pasé la noche hasta las 8 de la mañana. Metí los apuntes en la mochila, desayuné, me aseé y me vestí. Salí de casa y puse rumbo hacia la universidad.

 El camino se me hizo eterno, ya que iba recitando en mi cabeza todo lo que había estudiado. Al fin, llegué . Entre que había muchos exámenes, acabé saliendo de la universidad a las 8 de la tarde.

 Para aliviar un poco el estrés de las pruebas, decidí salir de la ciudad para relajarme en las colinas de afuera. Todo estaba desierto, lo que daba una sensación de paz y al mismo tiempo paranoia. Me tumbé en la verde hierba iluminada por las farolas y contemple el vasto cielo negro.

 La verdad, a diferencia de mis amigas, me encanta la noche. Es silenciosa, oscura y misteriosa. Es, literalmente, igual que yo; menos que yo no tengo nada que esconder. La noche me fascina, me hace sentir... Como decirlo, me hace sentir yo misma.

 Cuando miraba al cielo me sentía tan pequeña, miles de pensamientos pasaban por mi cabeza... Ver ese gran horizonte negro lleno de pequeñas lucecitas a las que llamamos estrellas, me hace pensar en lo que soy y en lo que me convertiré.

 Estaba tan relajada mirando al cielo que no me percaté de la hora que era. Ya eran las 12 y había que volver a casa. Las farolas iluminaban débilmente el camino y casi no se veía nada. Pero antes de salir de las colinas, sentí que algo se estaba ocultando de mi.

 Asustada, empecé a correr y en vez de coger el camino que llevaba a la ciudad, cogí el que se adentraba en el bosque. Nada alumbraba el camino y me tropecé varias veces con las raíces del suelo. Si encendía el móvil para ver en la oscuridad, eso me iba a encontrar fácilmente. Lo único que me quedaba era huir de allí.

 Llegué hasta un pequeño rio en las entrañas del bosque. Pensaba que allí ya no correría peligro, asó que decidí sacar el móvil y llamar a emergencias. Pero el móvil se me apagó de repente aunque me quedaba mucha batería. En ese momento, oí cómo unos arbustos eran movidos a la lejanía.

 Aterrorizada y petrificada, no pude moverme. Desde el principio del rio empezaron a salir unas luces que llegaron hasta donde estaba yo. Formaron un triangulo sobre el agua , como si me invitasen a entrar o algo parecido. Sin obtener ninguna respuesta de mis músculos, empecé a caminar hacia el agua. Sentí como una ráfaga de aire gélido estremecía mis piernas y mis pies empezaron a sentirse húmedos. Intentaba parar de andar, pero mi cuerpo no me hacía caso.

 El agua me llegaba por el abdomen. Las luces seguían ahí, sin moverse. De repente, noté una caricia en mi nuca, pero al voltear la cabeza no vi nada. Algo me susurró al oído: "La noche marcará la sentencia". Al terminar este, un cuervo sobrevoló mi cabeza y se posó en una rama cercana. El bicho graznó, y algo me agarró de los pies, forzándome a meterme en el agua de cuerpo entero.

 Lo único que recuerdo después, es que me encontraron unos turistas medio ahogada y me desperté en el hospital. Pero lo que me pareció raro es que algo cambió en mi. En la cama del hospital me dí cuenta de que tenía una marca extraña por todo el brazo izquierdo. Al ver la marca, mi corazón se aceleró demasiado y dejé de mirarla. Al final, me desmayé.

CageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora