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"De otro. Será de otro. Como antes de mis besos." No, jamás sería así para Alex. Rose podría estar con cuaquier otra persona más sin embargo siempre sería de ella, hasta la muerte solo sería de ella. Alex sabía que aunque su relación hubiera acabado, Rose jamás sería de otra persona de la forma que fue de ella.

"Mi corazón la busca, y ella no está conmigo." Así lo sentía Alex, se sentía vacía sin su Rose, vacía sin su Luna. Sentía como su vida perdía el sentido, como su deseo de vivir se le escapaba así como se le escapaba el agua entre sus dedos, sin Rose no tenía razón de ser. A pesar de eso Alex decidió que iba a continuar con su cometido, el cual era hacer realidad cada cosa que Rose en algún momento le dijo que quería en su vida porque siempre viviría por ella y para ella .

"Yo la quise, y a veces ella también me quiso." Tampoco eso era cierto, ella la amaba y Rose también la amó. Alex aun la ama, es a la única persona que ha amado en toda su vida. Como una vez leyó "Él corazón tiene más cuartos que un hotel de putas." Pero, ¿Qué sucede cuando todos los cuartos los ocupa una sola persona? Todos sus cuartos le pertenecían a Rose por eso jamás pudo amar a alguien como la amo a ella. Cada vez que alguien intentaba entrar en su corazón salía herido porque ella solo tenía ojos para una persona y eso nadie lo podía cambiar. Muchas veces intentó explicarlo pero nadie lo entendía, la verdad es que nadie nunca pudo entender la magnitud de su amor hacía ella. Había momentos en que ella tampoco lo entendía, no entendía como con el pasar del tiempo el amor solo continuaba creciendo dentro de ella sin ninguna razón.

¿Obsesión? No, o al menos así no lo veía ella. Rose no era su obsesión era su vida, no era su perdición era su salvación, no sería su entrada al infierno sería su eternidad. Rose era su cielo, su luna, su todo. Su positivo siendo ella el negativo de Rose.

Cada noche, Alex, entre sollozos le decía a la Luna lo mucho que la amaba, deseando que Rose también estuviera mirando la Luna y la escuchara en los susurros inaudibles del viento. Pero Rose no salía a ver la Luna, prefería ver las estrellas y no fijarse en la esfera de luz que las unía.

Fragmentos de un alma enamorada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora