Prólogo

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Sabía que no me podía ir tan mal en esto, es más, me está yendo de maravilla; nunca necesite ayuda para esto, hice bien en ignorar a todos los que me decían que ser madre soltera iba a ser complicado, todo va a la perfec...

-¡VERA, BAJA DE AHÍ AHORA MISMO TE VAS A LASTIMAR!- grité a mi hija de 4 años que estaba intentando colgarse de alguna lámpara del restaurante de comida rápida que elegimos para la cena de hoy.

-¡Mira mami, soy un mo...!- expulsé un grito al ver a la pequeña caer luego de haber intentado imitar el sonido de algún animal que según ella era un mono.

Corrí inmediatamente hacia ella sin darme cuenta de que un mesero ya la tenía en sus brazos sana y salva sin que ella alcanzara a tocar el suelo. El mesero le sonreía enternecido mientras yo sentía como el resto de las personas presentes juzgaban lo terrible que era yo como madre, "Diganmelo a mi" pensé "Pero ¿qué clase de pizzería tiene candelabros encima de su mostrador? este lugar necesita una renovación urgente".

-Dios mio Vera, me distraje dos segundos y tu ya estás al otro lado del restaurante colgada del techo...- la regañé entre enojada y aliviada. El mesero ya la había dejado cuidadosamente en el piso y miraba la escena todavía divertido por las ocurrencias de la niña.

Bueno, tal vez no me iba a la perfección con esto de ser madre, pero al menos está viva ¿no? eso es un punto para mi. 

-Quería mostrarte que yo me parecía a ese monito de la historia, ammm Jorge- Vera sonrió mirándome desde abajo con la boca aún llena de salsa de la pizza que estábamos comiendo segundos antes de que a mi se me ocurriera parpadear. Sonreí internamente, esta niña podía ser  tan tierna, pero debo concentrarme en que lo que hacía no estaba bien.

La miré con desaprobación, y me volví para ahora mirar al mesero que salvó a mi niña.

-Gracias, ella no suele ser así de inquieta es que...- empecé a explicar hasta que él me interrumpió.

-No hay problema, es toda una ternura- dijo el joven sonriendo hacia Vera. 

Le dí las gracias de nuevo y algo de propina, era bastante apuesto a decir verdad y tenía como mi edad, pero no iba a ser el típico cliché de madre soltera desesperada por un hombre a quien amar, además no parecía interesado en mí en lo más mínimo...


-Mami, te vas a estrellar con un árbol- me avisó Vera, jalandome con sus diminutas manos lejos del árbol que por alguna razón estaba en toda la mitad del andén.

-Ammmm si- dije volviendo a la razón -Vera, no quiero que vuelvas a hacer algo como eso de nuevo ¿entiendes?, me diste un susto de muerte- le dije con voz autoritaria. Ella me miró sin entender demasiado el mensaje pero comprendiendo lo importante que era lo que estaba diciendo. Ella asintió y pasó el resto del trayecto a casa mirando hacia el suelo.

No soportaba regañar a Vera, aunque era muy inquieta, solía remediarlo todo con su ternura innata.

-No verás televisión por una semana- ella asintió haciendo un puchero, me rompe el corazón -ahora podemos ir a comer helado si quieres.

Vera levantó su mirada para verme con esos ojos cafés llenos de brillo y una sonrisa pícara.

Pude pasar 4 años enteros con una hija, yo solita, sin necesidad de un esposo o novio, tal vez no sea tan difícil como pensaba. 

Un poco de ánimo de vez en cuando no le hace daño a nadie.

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⏰ Última actualización: Oct 07, 2017 ⏰

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Entre la luz y el fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora