La felicidad parece alejarse de nuestras vidas a medida que nos hacemos mayores, que crecemos. Cuando somos niños, vemos el mundo como un lugar maravilloso. Un escondite, una nueva aventura, un objeto perdido... todo es nuevo para nosotros y lo disfrutamos de una manera alucinante. Parece que cuando crecemos la vida deja de sorprendernos y por tanto no alimenta esa ingenuidad infantil que nos acompaña durante los primeros años de nuestra vida.
El estrés, la vida de una persona que ha de ser responsable, el trabajo... todo lo que nos convierte en 'adultos', mata nuestras ganas de vivir, de ser creativos, de ser espontáneos. ¿De qué sirve todo el dinero del mundo si no somos capaces de vivir la vida que nos han concedido?
Todos los momentos de mi vida están guardados. En fotos, en dibujos, en viajes... y en mi cabeza. Esas tardes de cerveceo con los colegas hablando de mongoladas no las cambiaría por nada del mundo. Y no me atrevo a decir que soy la persona más feliz del mundo, pero cuando eres joven y eres capaz de percibir la vida como la veo yo... wow. La vida no es dolor, deja de ser un penas. ¿No hay trabajo? Pues no lo hay. No me voy a rallar por algo que realmente no tiene importancia. Porque sí, lo más importante de la vida, la razón, la esencia de porque estamos aquí es que tenemos la oportunidad de vivir la vida que nosotros queramos tener.
Para mí el sentido de la vida, es VIVIRLA. Sin remordimientos ni rencores. Solo vivir. Alimentarme de los momentos y llenar mi vida de experiencias. Ese es el sentido de la vida. VIVE JODER.
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El manifiesto de una veinteañera amargada
RandomTengo 22 años y soy una amargada. Una amargada feliz. Aquí esta mi manifiesto.