I.

91 4 2
                                    

A Astrid siempre le gustó leer, desde pequeña le inculcaron este hermoso hábito y estaría eternamente agradecida a sus padres por eso.

A los seis años, leyó su primera historia de amor "La bella durmiente" princesa dormida, maldición, hadas, príncipe y beso de amor verdadero... Todos conocemos esa historia cliché, pero a su corta edad quedó encandilada.

Tiempo después, cuando tenía diez años sus padres le enseñaron que no todo es color de rosa cuando se trata de amor. Así fue como su castillo quedó a la deriva, sin rey.  La reina y la princesa tuvieron que mudarse a uno más modesto donde la pequeña, esperaba ansiosa, cada mes la visita de su padre.

Fue una época difícil, no comprendía por qué le estaba pasando todo eso a su familia. Como siempre buscó la solución en los libros. Se concentró en ellos, escapando de la realidad y eso ayudó de sobremanera.

Por ese entonces, conoció a Bella y a Mulan, mejor dicho, les prestó más atención, se enfocó en esas historias desde un punto de vista más maduro, todo lo madura que puede ser una niña de 10 años. Se convirtieron en sus princesas favoritas, fuertes, independientes, de gran inteligencia y valor.
Conoció un tipo de amor distinto, ambas se sacrificaron por su familia, ofreciendo su propia felicidad o libertad a cambio.

Sus padres también hicieron sacrificios, pasaron de estar las 24 horas del día juntos a algo totalmente diferente. Su padre la visitaba una vez al mes y aunque viviera con su madre no le servía de nada, ya que el único momento en el que coincidían era durante la cena.

Astrid solía enojarse, se sentía sola. Mientras sus amigos protestaban acerca de las exóticas vacaciones a las que fueron o simplemente por algo pequeño como tener que ir de acampada o a algún picnic familiar, ella pensaba que eran unos tontos al no valorar lo que tenían y quejarse en lugar de disfrutar esos momentos en familia.

La razón por la que ella no tenía recuerdos parecidos era porque su madre estaba tan agotada al llegar del trabajo, que no quería moverse de casa y su padre estaba demasiado ocupado haciendo ese tipo de cosas con su nueva familia.
Nunca se lo reprochó, él siguió con su vida y después de dos años, decidió darle otra oportunidad al amor.

Ese año, Astrid se alejó de todos menos de su mejor amiga pero como si de un mal chiste se tratara, a su madre la contrataron para un trabajo importante en otra ciudad, exactamente 1678,65 km, le separaban de la última persona que le quedaba.

Así fue como quedó completamente sola o así lo sentía ella. Ya que a pesar de estar rodeada de gente, sentía su vida vacía sin tener a alguien con quien hablar de como estuvo su día o compartir momentos, por más insignificantes que fueran.
Y durante dos años tuvo una rutina monótona donde lo único que se sentía emocionante era ir a la biblioteca todas las tardes al salir del colegio.

Pero su vida dio un giro inesperado cuando empezó la secundaria y conoció, de la manera menos pensada, a alguien que pasaría a ser, una de las personas más importantes de su vida.



Mi vida a través del tiempo ⏳ (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora