Piedad.

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Sin importar su piel pálida y sus ojos suplicantes, no tendría piedad.
La manera en la que su cuerpo se retorcía buscando una posición para cesar con el dolor, sus manos buscando un apoyo para no caer nuevamente, súplicas y súplicas que brotaban de sus carnosos labios... pero todo eso era inútil. No tendría piedad.
Hundió nuevamente el cuchillo en el vientre de ella, y contempló como brotaba sangre y más sangre de la herida. -¡Basta!- chilló la mujer, aunque no estaba seguro, se sentía como si estuviera en lo más profundo del océano, y cualquier ruido sonaba hueco, vacío, como si fueran alucinaciones suyas. Pero aunque no hubiera sido su imaginación, no tendría piedad.
Con la yema de los dedos acarició el rostro de su amada. 《Eres tan hermosa》dijo más para sí mismo. Se acercó más y la besó, y aunque ella se resistió al principio, finalmente cedió. Ya no le quedaban fuerzas y lo sabía muy bien: Era su fin y él no tendría piedad.

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La autora de este microcuento es: Aris_Seijuro
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