—Papi... —susurró una pequeña de cabellos negros mientras zarandeaba levemente a su padre, quién dormía en el sofá desde hacía unas horas. Ya eran las doce de la noche, y aunque la pequeña Minhee todavía le costaba leer las horas, por suerte Kai había colocado una alarma a dicha hora para recordar que debían de empezar a prepararse, al parecer la alarma no había hecho mucho efecto en el moreno,pero al menos Minhee la había oído mientras dibujaba y fue a despertar a su padre.
—¿Qué... pasa cielo? —preguntó algo adormilado mientras se levantaba y se sentaba en el sofá, tomando a su hija entre sus brazos. Minhee era una niña muy bonita, estaban acostumbrados a oírlo de todos los lugares, hasta una dependienta halagó una vez a su hija. En verdad tenían razón, su pequeña era adorable: tenía las mejillas regordetas y unos grandes ojos negros, además de una sonrisa radiante, le recordaba a su amigo Xiumin, hasta había llegado a pensar que habían adoptado a la hija perdida de su amigo.
—La alarma... Ha sonado —le explicó la niña mientras levantaba el móvil de Kai, el cual había alcanzado de la mesa y gracias a Dios no se le había caído.
—¿En serio? —dudó Kai extrañado, tomó el móvil y miró la hora, efectivamente, eran las doce y diez del domingo. Suspiró mientras se echaba para atrás apoyaba la espalda en el respaldo, cerrando los ojos.
—¿No vamos a ir? —preguntó Minhee con una mueca de disgusto en la cara—. ¡Pero yo quiero ir a ver a papa!
—Claro que sí amor, pero primero hay que ponerte guapa —le explicó levantándola y tomándola entre sus brazos, sin embargo, nada más dar un par de pasos, la pequeña pidió que la bajase y así lo hizo, cuando sus pequeños pies tocaron el suelo, empezó a correr hacia su habitación. Kai no pudo evitar reír, si que tenía ganas de ir.
En un principio había pensado en ir él solo y dejar a Minhee en casa de sus abuelos, pero cuando ella se enteró, lloró por tanto tiempo que Kai no tuvo más remedio que aceptar llevarla a recoger a su padre al aeropuerto, aunque no sabía como iba a reaccionar Kyungsoo al ver que había traído a las dos de la mañana a la niña a aquel lugar, y no creía que sirviese de excusa "¡ella me obligó!", porque por favor, Minhee sólo tenía 6 años.
Entró a la habitación de su hija, la cual tenía las paredes azul celeste, recordó cuando él y Kyungsoo pelearon porque su marido quería las paredes azules y él rosas, al final el más mayor ganó, pero por lo menos la cuna la compraron rosa, como Kai quería. Aunque se le partió el corazón al ver que la cuna rosa ya no estaba allí, hace años que la habían remplazado por una cama, Minhee crecía demasiado rápido, y le entristecía saber que algún día dejaría de ser su pequeña.
—Vamos —dijo la pelinegra tirando de su brazo. Kai desvió la mirada y se encontró con su hija ya abrigada: llevaba su anorak verde (el cual le quedaba algo grande) y hasta se había puesto su gorro de lana blanco que le había tejido su abuela. Daba pequeños saltitos entusiasmada, Kai recordó que le había obligado a dormir la siesta (una muy larga siesta)
—Eh, impaciente, que yo no estoy preparado —bromeó el moreno sonriente, pero antes de que pudiese añadir algo más, unos delgados brazitos le empujaban con todas sus fuerzas fuera de la habitación, él se dejó llevar y al final acabaron los dos en el salón.
—¡Vamos papá! ¡Ponte el abrigo! —insistía la pequeña, sacándole una sonrisa a su padre. Kai pensó que todo aquello era lo que le hacía parecida a Kyungsoo, como cuando él le obligó a tomarse un pollo entero porque decía que "últimamente estaba muy delgado".
Minhee era muy pequeña cuando llegó al hogar, era obvio que había ido cogiendo las costumbres de la casa.
No dijo nada más, se acercó al armario de la entrada, se quitó sus zapatillas de estar por casa y se calzó, tomó su abrigo y una bufanda y cuando ya estuvo listo para salir, tomó de la mano a su hija y juntos salieron de la casa.
El camino se hizo corto, Minhee hablaba y hablaba sobre sus amigos y la escuela, Kai escuchaba atento toda palabra que salía de su boca. Antes de que su marido se fuese de viaje durante un año a Japón, él solía trabajar hasta muy tarde y normalmente era el mayor el que recogía a Minhee de la guardería y pasaba más tiempo con ella, y aunque no quería a Kyungsoo lejos, debía admitir que en parte aquella distancia había hecho que él y su hija se hiciesen más cercanos. Había descubierto lo extrovertida, revoltosa y cariñosa que era su hija, y comprendió que tenía una suerte enorme de tenerla a su lado.
Llegaron a la una y media de la mañana, obviamente Kyungsoo no estaba, el vuelo estaba programado para llegar a tierra a las dos, pero igual llegaba antes y Minhee había dejado claro que quería estar allí para cuando Kyungsoo pasase por la puerta cargado de maletas.
—Tengo frío...—murmuró Minhee. La verdad es que las temperaturas no habían sido muy altas por los últimos días y además a tantas horas de la noche la bajada era muy brusca. A pesar de que había abrigado mucho a la niña, no era suficiente. Kai apretó más fuerte su pequeña mano, pero al ver que no dejaba de tiritar, suspiró y buscó otra solución.
Se puso de cuclillas para estar a la altura de la pequeña, se quitó su bufanda azul y se la colocó a Minhee, cubriéndole parte del rostro, no iba a hacer demasiado, pero al menos no tendría frío en la cara.
Sin embargo, antes de que pudiese siquiera volver a ponerse de pie, su hija chilló y salió disparada.
Kai giró el rostro y se encontró con Kyungsoo en frente de ellos con maleta en mano, la cual obviamente soltó cuando Minhee saltó a sus brazos. Por un momento temió por su vida: ahora que lo pensaba bien, ¿cómo se había dejado engañar por una niña pequeña? Kyungsoo lo iba a matar por llevarla con en frío que hacía.
—Mi pequeña... —dijo Kyungsoo abrazándola con fuerza mientras repartía besos por todo su rostro.
—Te he echado mucho de menos papá —habló Minhee sonriente.
—Yo también te he echado de menos —respondió Kyungsoo devolviéndole el gesto.
Y ahí estaba Kai, mirando la tierna escena, mirando a las dos personas que más felices le hacían, mirando a las dos únicas personas que necesitaba para vivir.
Estuvo durante un buen rato observando como Kyungsoo le daba todos los mimos del mundo a su hija y le repetía una y otra vez cuanto la había extrañado. Y se dio cuenta, gracias a las miradas que se dedicaban padre e hija, que se querían, que se querían muchísimo. Y Minhee no era su hija biológica; él y Kyungsoo no podían tener hijos. Pero tenía dos cosas claras: el sentimiento era el mismo y segundo, tener a Minhee era lo mejor que le había pasado en la vida.
Junto a Kyungsoo y Minhee se sentía completo. Y vaya que aquel año había sido un infierno para él, sólo se habían visto en dos ocasiones, durante dos semanas en Navidad y luego un fin de semana en el que Kai desesperado por no tocar a Kyungsoo compró dos viajes a Japón sólo para verle. Lo demás habían sido numerosos te quiero a través de una pantalla, pero Kai necesitaba más.
—¿No vas a abrazarme? —dijo el más bajito, sacándole de sus pensamientos. Cuando Kai se quiso dar cuenta, estaba frente a Kyungsoo, Minhee estaba distraída jugando con algún juguete que le había dado el mayor y él tenía unas ganas tremendas de abrazar a su esposo.
Así que no esperó nada más y, dejando de lado las preocupaciones que le abrumaban respecto a si Kyungsoo le iba a regañar por ser tan precipitado, enrolló sus fuertes brazos alrededor de la cintura de su esposo y juntó sus labios con los de el más bajito.
Fue un beso lento, un beso que llevaban esperando demasiado tiempo y el cual querían disfrutar al máximo, aunque sabían perfectamente que después de ese irían muchos más.
—Te he extrañado —confesó el más alto entre beso y beso. Sacándole una sonrisa a Kyungsoo.
—Yo mucho más. —Kyungsoo escondió su rostro en el pecho del más alto—. Pero dije que me esperarais en casa...
—Minhee me obligó —se excusó Kai, haciendo reír a su pareja.
—Sois unos rebeldes.
—Te quiero.
—Yo también te quiero.
FIN
¡Gracias por leer! Es cortito pero me gustó escribirlo y además es mi primer Kaisoo, así que espero que os haya gustado. ¡Muchos abrazos!
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Airport ❀ {Kaisoo}
FanfictionPese al frío glacial que predominaba en Seúl por la noche y aunque Kyungsoo había dejado claro que no quería que fueran a recogerlo al aeropuerto a tantas horas de la mañana. Kai y Minhee esperaban impacientes a que Kyungsoo pisase aquel lugar sano...