Tres Milagros

59 3 1
                                    

                  

Este es mi cuento, esta es mi historia y la escribiré yo hasta que desaparezca de este mundo. Yo, Miu, nunca he tenido una amistad y menos en el  tema de amor, aunque yo ya sepa cuál es la causa de todo esto, mi física. Era una chica inocente de estatura 1,57, con sobrepeso, llevaba unas gafas redondas que a mí me gustaban.
Hasta entonces creí que esa era el problema, por lo que comencé a estar a dieta y bajar de peso, pero el problema no era esa. Un día me di cuenta, de que mis compañeros tenían un ápodo especial para mí, "Anciana de cara fea", por lo que el problema es, que les asustaban ver mi rostro. Yo no sabía nada de la moda, aunque yo lo siguiera, aunque cada noche del día leía algo sobre ello. En ese momento pensé, en cómo sería mi futuro si esto continuase, hasta el punto en el que me rendí, pero pasó un milagro para mí. Conocí a una persona especial, aunque fuera un chico, el me aceptó como era, teniendo este tal rostro que a nadie se le acercaba. Fue el día, cuando comencé mi segundo curso de preparatoria, el día en la que se perdió por el camino hacia una escuela que él se dirigía, que por cierto, me di cuenta de que acudía a la misma preparatoria que la mía.

-Disculpe, pero, ¿sabe usted por donde está este lugar?-me preguntó con un tono interrogativo, pero con una sonrisa que no se podría comparar con la del sol, tan radiante.

-Déjame ver, esto...- con un sonrojo le respondí- este mapa, esto...-le miré fijamente y llevaba la misma uniforme que la mía, solamente que la de los chicos- podría ser que ¿vayas a la misma preparatoria que la mía?

Este chico misterioso, me miró fijamente hasta que dijo:

-Entonces es genial, así podemos ir juntos a la preparatoria- respondió.

Sentí como algo estaba golpeando mi corazón, era obvio, jamás escuche esas palabras en mi vida y lo único que pensé es que me estaba tomando una broma.

-Por favor, deja de bromear, sé lo que piensas, sé que piensas que mi cara es la cosa más asquerosa y terrible que hayas visto, así que te lo ruego, no bromees conmigo sobre esto...- le respondí sollozando, no quería llorar enfrente de otras personas, pero que me hagan este tipo de cosas, no estaba consciente del todo de lo que pasaba.

-Pero, ¿qué dices?, por favor deja de sollozar tanto, verás, pienso que eres más hermosa que todas las de allá, enserio, no estoy bromeando, seguramente no has visto lo que hay detrás de todas esas máscaras de maquillaje, así que ¿bien?

-Acaso usted no se da cuenta de que te van a despreciar, ¿si sigue tan cerca de mí?

-Chica, no sé cómo llegamos a hablar sobre este tema, pero para serte sincero prefiero más a las personas que no esconden nada, a lo que si los esconden, y ¿podrías ser tan amable de guiarme ya, por favor?

Quisiera grabarme esa escena, con esas palabras que decía aquel chico, en aquel momento. Seguí de camino a la preparatoria normal, pero no como siempre sino, acompañado de un apuesto chico. Éramos el centro de atención, cada vez más, cuando nos acercábamos a la preparatoria. Hasta que se podían escuchar claramente, susurro de aquellas personas que nos rodeaban. Cada vez, más chicas se me acercaba, pero no a mí, sino a él, aquel chico perdido, hasta que le perdí de vista. Seguí hasta llegar a mi clase, y justamente antes de empezar las clases alguien entró por la puerta. Un chico alto, de estatura de unos 1.80 metros, poseía unos ojos de color verde claro, junto con su cabello tan brillante de color castaño y llevaba unas gafas. Desde mi asiento, pude ver claramente que tenía un cuerpo perfecto, apuesto que todas las chicas querrían salir con él, cuyo nombre es Haru. Creo que me enamoré a primera vista de aquel chico, pero ya saben, lo más importante es lo que hay adentro, no fuera. Aunque, con este aspecto que tengo, era imposible alcanzarle. Después de su presentación a toda la clase, veía como todas las miradas de las chicas se giraban hacia él. A mi lado tenía un asiento libre, por lo que otro milagro pasó, tenía a Haru como mi compañero, ¡Que emocionante! Yo no era capaz de empezar una conversación, así me quede callada, pero este empezó a hablarme primero:

-Buenas, desde hoy seré su compañero de clase, un gusto- me dijo formalmente.

-Y-yo también- le respondí.

Todas las chicas y chicos empezaban a susurrarse con la mirada hacía mí, obviamente, todas eran malas "Hey, ¿vistes eso?, ahora odio más a esa chica, como quisiera que se fuera de aquí". El susurro terminó, con la llegada de la primera clase. Durante esas horas, veía como aquel chico se concentraba seriamente, en lo que explicaba el profesor. Cuando llegó la hora de almorzar, cogí mi almuerzo y me fui  a un lugar especial, donde yo siempre almorzaba en mi curso anterior. Si describiera sobre ese lugar, diría que era verdaderamente una arte de paisaje, junto con mi árbol favorito, el cerezo que me acompañó durante mi instancia aquí. Comí, relajadamente mi almuerzo y de repente escuche un grito hacía mí, que reflejaba mi nombre.

-¡Miu! – gritó un chico.

Esa voz, me sonaba de alguna parte. Desde, a lo lejos vi como otro chico apuesto se me acercaba corriendo. Me puse de pie, para ver claramente quién era y como sabía mi nombre, hasta que me dio un gran abrazo. Yo me quede en shock.

CONTINUARÁ

Eres la chica del cerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora