Corre!

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Era su primer día.

Estaba dejándolo atrás, huía como hace años no lo hacía, sólo que ahora la situación era diferente, los sentimientos habían cambiado y ella no podía seguir ahí. Por primera vez en años su casa le parecía asfixiante y no soportaba quedarse allí.

Sus padres la habían abandonado cuando tenía sólo 13 años y se crió con una linda familia que la hizo sentir segura pero como toda tranquilidad, esta terminó.

Vivió sabiendo que moriría más que ningún otro ser humano en este mundo. La cuenta regresiva había comenzado y no existía nada más importante para ella que aprovechar cada segundo, no por ella, por sus padres.

Todo lo hacía por ellos, respiraba y vivía porque sabía que sólo así sus padres serían felices, ellos eran su mundo, a quienes admiraba y recurría, a quienes debía todo lo que era y lo que no era.

Sus experiencias le enseñaron a criticar, cuestionar y analizar todo aquello que se le presentara como una verdad. Esta actitud le enorgullecía, pero también complicaba sus relaciones con los demás.

El miedo al abandono nunca la dejó, lo que resulta irónico considerando que era ella quien corría ahora.

Conocía un lugar donde nadie la buscaría, esperaba que sus padres la olvidaran, esperaba que él siguiera con su vida. Lo amaba tanto que le dolía, sólo que él no estaba enterado o eso es lo que ella creía, lo cierto era que él no sólo lo sabía, sino que le correspondía. Sin embargo, el amor no es como te lo cuentan en las novelas, dos personas no vuelven a encontrarse y vencen sus obstáculos para ser "felices por siempre", el amor es más cruel, intenso y bello que esa banal frase.

Sam.

Así la llamaban.

Así le habían dicho que era su nombre.

Para ella existía uno mucho más bello y mágico.

Rafael.

Él era real.

No era ni un príncipe ni un caballero.

Era sólo un chico del que una chica se había enamorado. Pero él ya no estaba y nunca lo estaría.

Ella no lo buscaría.

Sam desaparecería y el mundo cambiaría.

Se preguntaba qué pasaría con el resto, ¿la extrañarían?, quizás sí, quizás no.

A veces se ilusionaba pensando que el mundo se voltearía por su partida, sin embargo, sabía que no sería así. Las guerras no acabarían, el hambre no terminaría y la paz no triunfaría, sólo una persona se iría.

Una. Entre millones.

¿Qué tanto lograría?

Quizás mucho, quizás nada.

El mundo gira en torno al sol, la luna en torno a nuestro mundo.

Un pequeño planeta en una infinidad de galaxias y una persona aún más pequeña en este pequeño mundo.

Sam pensaba constantemente en esto, aunque nada tiene que ver con su razón de escapar. Su motivo era simple y común. Y no hay nada más doloroso como lo ordinario y nada menos olvidable que ver a tu padre, en la cama, con tu hermana.

Después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora