Son las dos de la mañana y aún no consigo quedarme dormida, estoy recostada mirando al techo, mi cabeza es un vaivén de pensamientos que tienen como único protagonista a Adam. No logro entender del todo lo que está pasando conmigo y con él.
Vuelvo a evocar lo que pasó la noche anterior para tratar de encontrar una pista o algo que me ayude a descifrar lo que en realidad estoy sintiendo, pero de repente escucho un ruido muy extraño que al parecer proviene de la cocina. Dejo a un lado mis cobijas y me levanto muy cautelosamente, camino despacio y en puntas para no hacer ningún sonido, con dirección a la puerta, giro la perilla lo más lento posible y halo hacia atrás con la esperanza de poder darle un susto a mi mamá o a Rosa. Vaya Sorpresa. Veo un lindo perrito husmeando entre la basura, al tiempo que veo la ventana de la cocina abierta, seguro mi hermana olvido cerrarla, ¡que tonta! , menos mal no entró alguien como un asesino en serie o un ladrón. No estoy exagerando. En los últimos años Mirador se ha vuelto muy peligroso, hasta el punto de que los periodistas de noticias y de los periódicos no salen de aquí por estar reportando los varios intentos de robo y asesinatos cometidos. El domingo pasado mi vecina Sara apareció por t.v haciendo declaraciones en contra de una pareja de apartamenteros que según ella desocuparon un 50% de su casa.
Cuando el perrito me ve empieza a menear rápidamente la cola de un lado para otro, es la cosita más tierna que he visto, es como un copito de nieve, totalmente blanco, muy peludo y con una gran mancha café en su oreja derecha. En el momento que intenta acercarse veo que una de sus dos patitas delanteras esta, según mi parecer, rota. Me agacho para acariciarlo, mis manos se pierden entre su espeso pelaje, es muy suave. En su cuello encuentro un collar en forma de diamante que dice Max en la parte de adelante y una dirección en la parte de atrás. Enciendo la luz de la cocina para ver con mayor claridad tal dirección. Al verla se me para el corazón, siento que el mundo me cae encima. No puedo creerlo. Debe ser una broma. Es la dirección de la casa de Adam. De todas las miles de personas de esta ciudad preciso él o su hermano tenían que ser los dueños de este adorable perrito.
—Rosa, ¿eres tú?— escucho decir a mi madre detrás de mi.
—¿Cómo es que no reconoces a tu hija favorita?— respondo con gracia.
—¿Qué haces despierta a esta hora?
—Escuche algo desde mi cuarto y mira lo que encontré— le digo señalando a Max con mi cabeza mientras seguía acariciándolo.
—¡Que bonito cachorrito!— exclama emocionada— mmm pero no entiendo, ¿cómo logró entrar aquí? Y ¿por qué la ventana esta abierta?
—Fue Rosa, ella fue la última en acostarse y seguro olvido cerrarla.
—¡Por Dios! ¿qué le pasa a tu hermana? ¿cómo va a olvidar algo así sabiendo todo lo que esta pasando ahora?
—Si mamá lo sé, tú sabes que ella es muy distraída, no la culpes, por la noche antes de acostarme la vi muy cansada realizando un trabajo de álgebra. Yo creo que después de eso no pensó en nada más que en irse a la cama.
Max empieza a quedarse dormido en mis manos, lo levanto y lo tomo como si fuera un bebé recién nacido, le digo a mi madre que mañana, sábado, lo llevaré temprano con Adam y Manuel, sus dueños, ella asiente y me dice que cierre la ventana y me valla a dormir.Me miro muy detalladamente en el espejo, aplico corrector en las pequeñas marcas de mi rostro donde anteriormente habías granos, luego polvos, me encrespo las pestañas, las cepillo con rímel negro y por último me pongo brillo labial. Creo que estoy lista me digo llevándome el cabello recién planchado hacia atrás. Quería verme bien para Adam, desde que soñé con él no lo he visto y hoy es el día para descubrir lo que esta pasando, sé que con verlo sabré todo.
Tomo a Max, quién al dormir conmigo dejó toda la cama impregnada de pelos, lo envuelvo en una cobija y lo pongo entre mis brazos. Es un día muy frío, además el cachorro estaba herido, ninguna persona con razonamiento suficiente o con corazón lo haría caminar. Mamá y Rosa aún no se habían despertado. Punto a mi favor. Sé que entraría a una sesión interrogativa con respecto al maquillaje y a mi cabello, y para ser sincera soy malísima diciendo mentiras, malísima.
Abro la puerta de mi habitación, camino cinco metros y abro la de la entrada, muy despacio para no despertarlas. Consigo salir sin hacer ningún ruido.
Miro mi reloj, son las 7:49 am.
—Si tomamos el autobús, llegaré a su casa apróximadamente a las 8:20, pero si me voy caminando a las 8:40— le digo a Max, quién me miraba de medio lado con cara de pregunta— definitivamente me iré en bus, a esa hora ya deben estar despiertos, además Adam suele hacer ejercicio temprano, tengo que llegar antes de que salga, mmm en verdad espero que hoy no lo haga— Max me ladra, en su expresión noto que esta de acuerdo.Me acomodo en el último puesto, cierro la ventana lo más que puedo para que no entré viento y pongo a Max sobre mis piernas, él casi que inmediatamente se acerca al pequeño espacio en el ventanal que no pude cerrar por más que intenté. Se veía contento, tal vez sabía que lo llevaría a casa con sus dueños.
A medida que el bus avanzaba, miraba el cielo y las nubes grisáceas, parecía que iba a llover pero yo esperaba que no, o al menos hasta que Adam me viera así como estoy ahora. No había muchas personas fuera, probablemente por el terrible frío que se sentía en la ciudad, por eso me pareció algo peculiar ver a una pareja de ancianos sentados en un parque alimentando a las ardillas, en lo poco que alcancé a observar noté que se querían mucho pues no soltaban sus manos y el hombre no dejaba de ver a su acompañante con otra cara que no fuera de enamorado, su mirada era muy contundente. Entonces me imaginé allí, en ese mismo parque junto a mi esposo, ya estaba arrugada y usaba un bastón, le gritaba a él que viniera por más comida para las ardillas, cuando volteó Adam vino despacio hacia mí, extiende sus manos en forma cóncava para que le diera las nueces, en cuanto se las di, cerró sus manos, se acercó a mí me dio un beso en la frente y me susurro suavemente un te amo en el oído.Miro a Max, luego la puerta, sentía que mis piernas iban a salir corriendo. Respiro hondo. Toc, toc, llamé a la puerta. Nada. Toc, toc, espere un momento. Nada. ¡Toc!, ¡toc!, ¡toc! Golpeé por última vez, un poco angustiada, por temor a que no hubiera nadie o aún peor, por temor a despertarlos e incomodarlos.
—¿Quién es?— escucho decir adentro, gracias a Dios hoy no salió a ejercitarse; cuando Max escucha esa voz empieza a mover su cola y a ladrar —¡¿Max?!— se abre la puerta en seguida, y siento que mi estómago da un vuelco de 360°, de un momento a otro empecé a temblar, sentí las palmas de mis manos empapadas, los nervios se apoderaron de mi completamente y lo peor de todo es que mi modo de cara de tomate se había activado. Ahí estaba él, con cara de recién levantado, aún así se veía guapo, no se si es por el sueño, o porque simplemente nunca me interesó y no lo había notado, pero realmente lo veía guapo
—Hola Adam, espero no molestarte, solo...solo pasaba porque este lindo amiguito estaba robando en mi casa y...y necesitaba acusarlo con sus dueños— digo finalmente con una voz entrecortada y más aguda de lo normal, al mismo tiempo que dejo a Max en el suelo
—Así que te escapas y me entero que estas hurtando en otras casas— respondió con gracia mientras extendía sus brazos para recogerlo—. Ayer en la tarde no lo volví a ver, pero no me preocupe porque pensé que seguramente estaba correteando afuera o jugando con mi hermano, él es el verdadero dueño, se lo compró a una amiga de su novia hace unas semanas, y ya es la segunda vez que escapa de casa— añade mirándome fijamente con una mediana pero bella sonrisa.
—Si, supuse que era tuyo o de tu hermano, lo encontré anoche muy tarde en la cocina de mi casa husmeando entre la basura— apenas termino de decir esto, Max salta de los brazos de Adam y sale corriendo como un completo loco detrás de un carro de salchichas que justo en ese momento estaba pasando por la calle de enfrente— ¡Maaaax!— grito con fuerza, tanta que unos cuantos vecinos se asomaron a sus ventanas pocos segundos después. Como rayos podía correr así si su patita estaba lastimada.
Adam y yo enseguida empezamos a correr tras él lo más rápido que pudimos, Max era muy pequeño y temía que un carro pudiese pasarle por encima, atropellarlo y en el peor de los casos matarlo.
Milagrosamente el carro se detuvo, al igual que Max, unos niños le hacen la parada para comprar dos perros calientes, Max comienza a saltar en sus piernas con ganas de probar un pequeño bocado. Ellos a verlo le dan un pedazo de salchicha que según veo es como el cielo para él.
Adam y yo aún corríamos, yo iba tras él casi que pisándole los talones, pero de repente él tropieza con lo que parece ser un zapato viejo y cae de frente contra el pavimento, yo lo sigo y caigo encima de él, mi cabeza se estrella contra su abdomen y mis brazos lo rodean. Yo me aparto rápidamente, no quería que él pensara lo que no era, aunque en el fondo disfrute esa pequeña caída, en el momento que intenté pararme mis pies se enredaron y caí de nuevo sobre Adam, pero esta vez nuestras cabezas se rozan y caigo justo a su lado, frente a frente a solo unos cuantos centímetros de distancia. No podía creer lo que acababa de pasar, estábamos los dos, allí, recostados en medio de la calle riéndonos de lo sucedido. Adam se levanta y me ofrece su mano para ayudarme a poner de pie, en cuanto lo hago, noto que su brazo derecho tiene una herida, nada grave, muy superficial. Saco de mi bolso una cura, siempre cargo unas cuantas, y la pongo sobre la pequeña cortada, él me sonríe agradeciéndome, yo le correspondo aquella sonrisa, nunca me había sentido tan feliz en toda mi vida.
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No Quiero Amarte
Teen FictionSinopsis: ¿Enamorarme de la noche a la mañana? Es la agobiante pregunta que Samanta no deja de hacerse después de experimentar un extraño sueño que le cambia totalmente su forma de ver a un amigo y compañero de clases. El problema empieza cuando su...