Prólogo

6 1 0
                                    

La pequeña estaba hecha un ovillo en la silla, pero no apartaba la mirada del cristal que tenia enfrente. Las lágrimas recorrían su mejilla y obligo a su hermana a quitarse las manos de la cara. Su abuela había dicho que tenían que verlo. Aprovechó para mirarla. A pesar de su expresión digna, una gota recorría su arrugada mejilla. Tampoco ella desviaba la mirada. Observaba los últimos segundos de vida de su hijo. La aguja se hundió en la piel del hombre, que dedicó una dulce sonrisa al cristal. Él no podía ver a través de éste, pero intuía quienes estarían ahí. Aquel gesto bastó para que abuela y nietas se echaran a llorar a la vez, interrumpiendo el horrible silencio. Se cogieron de la mano y vieron la vida irse del adorado cuerpo.

Sky retrocedió unos meses en el tiempo. Ellos estaban muy bien sin que los hombres malos llegaran en mitad de la comida para apresar a sus padres. La abuela decía que aquellos no eran los hombres malos, que los verdaderos hombres malos eran los que los habían mandado ahí. La niña no lo entendía del todo bien. Pero creía en su abuela, y si ella decía algo era porque era verdad. Aun así, no podía evitar su resentimiento ante aquellos bruscos personajes que un día cualquiera sacaron a sus padres de su vida normal para siempre.

Durante los siguientes meses, ella y Jessy habían tenido que quedarse en muchas ocasiones con su niñera. La abuela se veía obligada a salir constantemente para "ayudar al tío y a papi y mami a salir de ahí". Su casa estaba llena de hombres de traje que entraban y salían con palabras raras como "legislación" o "pena capital". Su vieja tutora parecía cada vez mas demacrada a medida que repetía que esto era sólo una trampa. A Sky le gustaría saber de quien. Ella solo quería a sus papás. Soñaba con ellos por las noches, los veía volver sonrientes a casa, diciéndole que ya había pasado todo aquello. Pero eso nunca sucedió.

Y hoy, su abuela les había explicado que se le había acabado el plazo. Que hoy finalmente los hombres malos habían ganado, que eliminarían a sus progenitores del mapa. Ellas eran pequeñas, pero ni de lejos tontas. Sabían que aquello significaba que los iban a matar. Sky recordaba una vez que había puesto en la tele una película de mayores. La niñera y Jessy dormían, y ella estaba muy ilusionada. Sin embargo, resultó ser demasiado de mayores. Veía a mucha gente morir, mucha sangre, muchos gritos, y se asusto tanto que la niñera despertó y la castigó. Tuvo pesadillas con aquello durante semanas.

Ahora, no podía evitar imaginarse a sus mejores amigos, sus padres, de la misma manera que aquellas personas en la película. Aun así, la abuela les había explicado que no les dolería. Solo seria un pinchazo.

En estos momentos, a pesar de su corta edad, Sky se planteó seriamente morir. Papa y mama no estarían. El tio jamas volvería a contarles cuentos antes de dormir. La pequeña no se veía con fuerzas de ver a las otras dos personas que mas quería en el mundo, junto con su abuela y Jessy, irse de la forma en que se había ido su padre. Apenas podía asimilar que él ya se había ido para siempre. Noto que una arrugada mano cogía la suya y la envolvía en sí. Se dejo arrastrar hasta fuera de aquella sala blanca y fea. Era incapaz de decir nada, solo sentía lágrimas y mas lágrimas recorrer sus mejillas.

Oyó que "la siguiente ejecución seria en treinta minutos" y se sentó en el frío suelo, escondiendo la cara entre sus manitas e imitando a Jessy. Sintió los cálidos brazos de su abuela abrazándolas y dándoles palabras de apoyo. Era una situación muy confusa para ella, pero no podía parar de seguir pensando en que no volvería a ver a aquellos tres nunca más.

En que estarían solas.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora