Ever After High: Orígenes

Ashlynn

Ashlynn recibe un baúl de cosas viejas que los ratones y aves de su Reino le enviaron, entre ellas encuentra un libro, con el título "La Reina Cenicienta", lo abre y comienza a leer.

-Había una vez...

Había una vez, después de su boda y el "... y vivieron felices por siempre", Cenicienta se enfocó en asegurarse de que el castigo a su madrastra y hermanastras no fuera tan rudo como le dijeron que sería el día que firmó su destino. El Príncipe Richard, ahora Rey, no estaba tan convencido de que su Cenicienta se metiera en un problema tan difícil como el de modificar el destino después del cuento, de un villano, o bueno, de 3. Aún estando consciente de que era su destino, Cenicienta no soportaba el sufrimiento que le causaban su madrastra y hermanstras, ni tampoco el saber que todo terminaría y ellas serían castigadas de una forma muy cruel. El templo de los autores era el lugar ideal para hablar acerca de historias y la forma de modificarlas, pero sin embargo, ya no era posible entrar, después del irrumpimiento y desaparición de Bella y Bruta Sister (quienes en secreto se fugaron a otros mundos a ayudar a personajes a procrear descendientes, pero no, no lo tomen en cuenta, ya que lo que están leyendo entre este paréntesis no es parte de la historia).

Al no encontrar una forma de diálogo y análisis, tuvo que buscar daños físicos (o algo así), y el único era golpear la barrera de la tinta mágica (algo parecido a la pared de la realidad), pero sin embargo, ella no tenía la suficiente fuerza física para hacerlo, y menos en su estado, el cuál descubriría muy pronto. Para golpear la barrera de la tinta mágica de manera que quede destruida, tendría que reclutar a alguien con una fuerza brutal. -Hércules? No, realmente no confío en nada que tenga que ver con los Dioses. Pero tenía un buen amigo, Jack, quien alguna vez luchó contra gigantes y se estaba haciendo amigo de ellos, así que pensó que enlazar algún tipo de amistad con ellos le daría acceso a que golpearan la barrera.

Sin embargo, habían dos personas que sabían todo lo que Cenicienta estaba haciendo y pensando, una de ellas le daría una noticia que la mantendría ocupada por un periodo de tiempo considerable para evitar que cometiera un terrible error, mientras que la otra, solo esperaba a que todo pasara, y poder atacarla.

El Hada Madrina de Cenicienta, fue con ella a su castillo, para llevarla a la vieja villa (conocida actualmente como la Villa Final del Libro), en donde muy confundido las esperaba el príncipe (también llevado ahí por el Hada), y al llegar ellas, el Hada pide al Príncipe Richard toma la mano de Cenicienta -Muy bien, ahora acérquense un poco más. -Em, Hada Madrina, ¿a que se debe todo esto? -Yo iba a preguntar lo mismo. Agrega el Príncipe. -Querida, lo que están a punto de escuchar, es una noticia un tanto apresurada, pero la verdad es que ustedes no perdían las ganas, eh? Hehehe, bueno, olviden lo último. -Madrina, llevamos 4 semanas, ¿De qué se podría tratar? -Oigan, sigo confundido, pero Sra. Hada Madrina, está bien? La he notado entusiasmada y desesperada. El Hada ríe. -Príncipe, he estado cuidando de una hija mía, y es, estresante. -Su hija? Acaso la reproducción de un hada es diferente a la de las personas "normales"?. -Oh, hahaha, Cenicienta, es lo mismo, pero el proceso, es más rápido, o bueno, 2 de los 3. -Ok... bueno, pero ya enserio, ¿para qué nos trajo aquí?. El Hada Madrina se ponía a dudar, ya que se trataba de algo que apenas comienza a crecer, y de una acción que destruiría todo, así que dejó de dudar, y habló. -Cenicienta, ustedes, tú, ustedes... pero tú, pero ustedes... -¡Hable ya! -Ok, ok, bien... ustedes, tómense de las manos, mirense a los ojos, y recuerden que no están juntos solo por un destino, si no, por que realmente se aman, se juraron estar juntos siempre, y a pesar de lo que va a pasar en un futuro, no se van a separar ahora, bueno... Cenicienta, las estrellas, la luna, el brillo del sol, de tus ojos, tu actitud... pero más el cristal de la verdad, lo apuntan, tu Cenicienta, estás embarazada. Cenicienta y el príncipe se miran con emoción, sin decir ni una palabra, sólo derramando lágrimas de felicidad, se dan un hermoso abrazo y un gran beso.