Liberación.

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Cuando su madre, aquella tarde, le dijo, mientras ayudaba a su hermano con una duda del instituto, que cuando pudiera fuese al salón a hablar con ella, él ya se temió lo que se le avecinaba.

El salón era aquella sala naranja en la que su familia solamente se juntaba en raras ocasiones, y si la televisión  no estaba encendida, para hablar de algún tema importante. Y algo le decía, quizás el raro tono tranquilo que su madre utilizaba en contadas ocasiones, acudiendo normalmente a un tono agudo y agresivo, o el hecho de que le hubiera dicho de ir al salón solamente a él, sin estar su padre en casa y con su hermano concentrado en la habitación.

Con paso tranquilo y actitud pasiva, como solía moverse siempre por su pequeño piso de Madrid, se dirigió al salón, y se acomodó en su parte favorita del sofá verde de tres plazas situado en el centro del mismo. Su madre llegó poco después, y con calma, se sentó en el sillón que se encontraba al lado.

A pesar de la actitud tranquila que pretendía mostrar, todo aquello se reducía a pura fachada, pues por dentro, notaba como las mariposas revoloteaban en su estómago, temiéndose las palabras que pudiera pronunciar de un momento a otro su madre. 

-Tu padre y yo estuvimos dándole vueltas a la hoja que escribiste...-comenzó ella.

La hoja. Él siempre tenía la manía, la peculiaridad, de, cada vez que no podía más y sentía que el mundo le sobrepasaba, cogía un folio y empezaba a soltarlo todo, a vomitar en tinta lo que se le pasaba por la cabeza, a darle forma a todo aquello que le paralizaba y le impedía continuar como si nada con su vida. Para él, ésto siempre había sido una forma de expresión mucho más fácil que la palabra hablada, desde que ya de pequeño, cuando quería algo escribía una nota a sus padres y se la dejaba en el despacho, huyendo temeroso luego a su habitación, en vez de afrontar la situación y pedírselo a la cara. 

Su madre sin duda, se refería a la última que había escrito, y que había dejado olvidada en algún lugar de su habitación. Aquella sobre la que incluso derramó alguna lágrima en el proceso de pintar sus pensamientos, aquella por la que su primo mayor, el de los ojos verdes y la sonrisa cálida, su alma familiar inseparable, había ido corriendo hasta su casa, le había hecho subirse a su coche y se lo había llevado a una calle de Madrid, lejos de su familia, tras notar su voz, sin fuerzas y temblorosa, al otro lado del teléfono, suplicándole que le sacase de casa, que le llevara a tomar el aire, a respirar, a sentirse libre. 

-...hay una frase que no te explicas bien-continuó- dices "no puedo ser la persona que soy". Y tu padre cree saber a qué te refieres.

Ahí estaba el momento. Sería esa ocasión o nunca. Pero, inevitablemente y sin saber por qué, quiso retrasarlo. Quizás por miedo a la reacción de su madre, y posteriormente, la de su padre, ambos criados en un rígido ambiente militar. 

-¿Qué quieres decir? Me refiero a mi carácter...-dijo inocentemente, a sabiendas de que quizás estaba dejando pasar la ocasión de su vida de decirlo. 

-Tu padre cree que...¿eres gay?-respondió su madre. Sin miramientos. Al grano, como solamente ella sabía hacer. Y lo dijo como siempre que esperaba ansiosa una respuesta, con sus penetrantes ojos pardos clavando la mirada en él a través de las gafas de montura azul eléctrico.

Por un momento, dudó. Dudó sobre si decir la verdad o no. Sobre si dejar pasar una ocasión que quizás no volviera a repetirse, o ser valiente por primera vez en su jodida vida y afrontar la verdad y sus consecuencias, fuesen cuales fueran.

-No...-salió de sus labios, pero era una palabra débil, sin fuerza, que apenas se mantenía en el aire. Y mientras tanto, seguía con su lucha interior, a la vez que los segundos pasaban.

Uno. Su madre se recuesta en el sofá.

Dos. Su madre abre la boca para decir algo. 

Tres.

-No del todo - concluye, soltando una de sus risas nerviosas que se le escapan siempre, y más cuando se queda sin palabras y no sabe qué decir. Pero ahora, por lo menos sabía que había conseguido ser verdaderamente valiente y sincero, que iba a afrontar las cosas, por una vez en su vida.

-No...¿del todo?-inquirió su madre, extrañada.

Él tomó aire, se crujió la espalda, y siguió hacia delante, siguiendo el único camino que había quedado abierto. Sin marcha atrás. Y ya él no quería tampoco que la hubiera.

-Soy bisexual mamá- confesó, y pudo permitirse el reírse un poco por dentro al ver la cara de desconcierto de su madre, y una ligera sonrisa aleteó en sus labios. Y se relajó. Ya lo había hecho. Y como decía su tía, a lo hecho, pecho.

-Y eso...¿qué es exactamente?

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⏰ Última actualización: Feb 21, 2016 ⏰

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