Prólogo.

54 7 0
                                    

¿Puede su infierno ser mucho más fiel que mi cielo? Yo no estaba condenada. Sin embargo, recordaba cada momento que pasé a su lado, cada caricia, cada paso, cada error, lo valía todo. Nunca estuve segura, quizá no había hecho lo correcto, pero cada lagrima había valido la pena y la felicidad. El era el amor de mi eternidad. Tenía que liberarnos. Podía ver el dolor en sus ojos, lo conocía tan bien. Sabía que una parte de el no quería irse, no quería volver a ese lugar. El no pertenecía ahí, pero no era lo suficientemente especial para hacerlo cambiar de parecer. Sabía que el quería quedarse para sostenerme aunque sea un minuto más, para sentarnos en medio del bosque hablando sobre nosotros como si fuéramos a lograrlo. Y esque una parte en mi interior siempre supo que el era trampa y aún así elegí caer. Lo haría otra ves, por volver a sentir sus labios sobre los míos, sus brazos rodeandome y protegiéndome como si no hubiera un mañana y que ironía literalmente después de hoy no habría un mañana. No uno que valiera la pena vivir, no sin el. No imaginaba un solo segundo lejos de el, no sabía como iba lograrlo sin ese fastidioso chico al que me había vuelto adicta, tan impredecible, tan inexplicable, tan irreal y unico. Me habían quemado sus llamas, no había duda. Sin embargo el también había apagado el fuego, el mismo fuego que el provocó. Estaba aferrado a seguir un destino que el no había elegido, no pude detenerlo. Y es que es realmente imposible tratar de aferrarte a alguien que no se aferra a ti. Sabía que el me quería, mi corazón me lo decía y sus ojos cuando me miraban y es que cuando alguien te mira, pero no solo te observa,cuando te mira más allá de lo visible, cuando alguien te mira y toca lo que no es palpable, cuando alguien te desnuda el alma con su voz, cuando alguien te mira así de esa forma todo parece posible e imposible a la vez. El me miraba así, desde la primera noche,desde antes de saber la verdad, desde antes de entenderlo todo. Aunque aun no entendía, porqué me había elegido a mi. Era un honor, realmente. Soy una simple adolescente que va vestida de colores pastel, amante a los libros, adicta al café y un poco desorientada, nada más. No había nada más en mi, el me había hecho perder la poca cordura que tenía. La rabia se apoderaba de mi pensando en lo injusta que es la vida con ciertas personas. Estaba enojada, destrozada, incompleta. Seguro habría otra salida y yo le ayudaría a encontrarla.
Seguía tirado en el suelo con sus manos apuñadas, sus ojos cerrados, su boca entre abierta, podía sentir nuestros corazones unidos latiendo al mismo ritmo, nuestras respiraciones aún agitadas, no sabía como hacerlo, no era capaz, simplemente no lo era
-Debe haber otra manera.- susurré.
Abrió sus ojos, me miró con tristesa como nunca antes lo había hecho, respiró profundo y volvió a cerrar sus ojos.
-Solo hazlo.-respondió.-Ya lo hablamos, por favor hazlo, hazlo ya.
-No puedo.-las lagrimas empezaron a brotar de mis ojos.- No puedo, perdóname.-suspiré.- Te quiero tan..
-No lo digas.-cubrió mi boca con sus manos.- No quiero escucharte Quinn.-se sentó.- Ya lo habíamos decidido.
-¡Tu lo decidiste yo no!.-grité.- Es muy fácil para ti, ¿cierto?.-lloré poniéndome de pie.- Quieres irte, quieres dejarme y no te importa una mierda que después de eso mi vida se destruya por completo.
-¡Cállate Quinn!.-gritó.- ¿¡Porque has dicho toda esa mierda!? Dije que te quería Quinn, pero no puedo ser yo.
-Tu manera de querer da ¡ASCO!.-dije sollozando.- Me estas pidiendo que te olvide y que te deje ir después de lo que pasamos juntos, yo no soy como tu, créeme
-Seguro no eres como yo, no te compares con una mierda como yo preciosa. Por favor.-dijo serio.- Yo te he pedido esto porque se que has sido la única persona capaz de amarme sin condición.-se acercó a mi.- Se que soy un maldito hijo de puta Quinn, lo se amor.- una lagrima rodó por su rostro.- No tienes que hacerlo, no tienes que, en serio.-suspiró.- Fui un idiota al querer condenarte a esto, perdóname.
-Debe haber otra manera, Sebastián yo..
-Para mi no Quinn, es mi destino..

Cuando alguien te mira.. (Sebastián Villalobos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora