-_____, no confío en tu "enamorado secreto" ¿Y si es un tratante de blancas? - Dijo Sofía con preocupación de anciana. Reí mientras negaba.-Mi corazón me dice que no es así, Leonardo es el amor de mi vida. -Suspiré pensando en lo que sería besarle sus labios. - Deja a un lado esos cuentos baratos. - Dije un poco malhumorada, a los segundo sonó la campana para volver a nuestros salones de clases.
Sofía no estaba de acuerdo con mi amor secreto, pero no me afectaba, es decir, yo la quería mucho pero ni ella ni nadie impediría éste sentimiento tan lindo que siento por él, mi Leonardo.
Días después.
Ya estoy aquí, visto de café con unos jeans, soy el único que está solo. No tardes, muero por conocerte... - Leonardo. - Leí y volví al espejo de mi tocador, estaba tan nerviosa por conocerlo. Tuve que usar un labial más oscuro, y pintar más mis pestañas, tenía que parecer más grande. No era una tarea tan difícil, las personas siempre me sumaban dos años, supongo que por mi altura y curvas. Bajé rápidamente los escalones, y me tope con la persona que menos deseaba ver, mi hermanastro. Me giro los ojos y antes de que siguiera su camino le tome del brazo. Tuve que usar la técnica de niña linda, necesitaba que me llevará en coche hasta la cafetería donde ya me esperaba Leonardo.
-¿Theo...? - Dije con una voz más corrida y chillona, más mi sonrisa de punta a punta con unas mejillas bien coloradas.
-¿Qué ocupas? Ya, suéltalo. - Dijo con total aburrimiento, me molesta su forma de actuar. Pero tenía que estrujar estás ganas de gritarle ó decirle algo hiriente, que de igual manera él era un chico de hierro, parecía que nada le dolía. Estaba muerto en vida, siempre vestía de negro, era bastante callado, no le conocíamos a ningún amigo u amiga, mucho menos novias. Reconozco que no es el tipo más horrible, pero su forma de ser sí.
-¿Puedes derme un aventón a una cafetería no muy lejos de aquí? -Pregunté con la misma sonrisa que no me gustaba usar, ya que era tan falsa que me pasaban las mejillas.
-Dices que no está lejos, camina.-Escupió. - ¡Idiota, tengo 16 años, pueden pasarme muchas cosas! - Dije histérica, él me ignoro como de costumbre y siguió su camino hacía el salón de estar. Mi madre no estaba, y mi padrastro tampoco, me encontraba sola con este fenómeno. ¿Tenía que llorarle? ¡No, eso no! Ni modo...A caminar.
Caminé con pasos duros tras él, estaba sentado mirando la tv, aún seguía molesta y ahora más por verlo tan tranquilo.
-Si algo me pasa, tú serás el culpable por no haberme llevado. - Dije más tranquila pero aún estaba enojada. Me miró por unos segundos, y de momento me encontraba sonrojada. Supongo que él lo noto, comenzó a reír de tal manera que lo único que quería era golpearlo. Bufé, me paso por un lado y lo seguí.
-Me debes algo. - Dijo mientras jugaba con las llaves y salía, lo seguí mucho más contenta, y juntos subimos al coche.
Le dicte la dirección, cuando llegamos no quería bajarme tan pronto, estaba nerviosa, temía no ser lo que él esperaba. Sé que Theo no era la persona exacta para esto pero no me quedaba de otra, así que le pregunté.
-¿Cómo me veo? - Volteé a verlo, me miró con bastante indiferencia.
-Cómo siempre. - Dijo seco. - ¿Te bajas o qué? - Escupió. Ay, maldito fenómeno. - ¿Qué pensarías de mi si me miras por la calle? Imagina que no me conoces. -Pregunté después de tragarme el coraje. Theo era él único que podía darme una idea.
-A ver,_____. ¿Vienes a quedar con alguien? - Se incorporó rápido y preguntó. Le sonreí pícara, el giro los ojos. - Bájate ya, te miras como siempre. - Dijo ya tomando el volante.
-Odio tu existencia. -Escupí molesta, y bajé del auto.
-Siempre linda...