Susan Pevensie regresa a Narnia

1. Todo está preparado

Estaba observando el amanecer, esperando a que el Sol saliera por completo y bañara con su luz toda la playa. Después de un rato comenzó a caminar con paso lento hacia el lado norte de la playa, allí se encontraba la desembocadura de un río y, un poco más allá sobre una montaña, Cair Paravel. Aslan se agazapó para saltar el cauce del río. Sabía que todos estarían durmiendo a esas horas o se acabarían de despertar, ya que justo en ese momento el Sol bañaba la cara oeste del castillo. Contra más se acercaba, más empezaba a oír los sonidos típicos de la mañana: un pájaro que cantaba, una ardilla que salía de su escondrijo a por alguna nuez u otra cosa de comida.

Cuando llegó al gran castillo se encontró con uno de los faunos que en ese momento llegaba del bosque de haber cogido ramas sueltas para preparar una hoguera donde hacer la comida. El fauno se detuvo y le hizo una reverencia rápida antes de seguir su camino. Aslan le saludó con la cabeza y ambos entraron, primero el fauno y luego él, en el castillo.

De repente alguien corrió a su encuentro y chocó con él, era la pequeña Lucy, aunque ya no era tan pequeña, ya que era una joven de dieciocho años. Su larga melena rubia estaba recogida en una trenza y llevaba con ella la daga y la poción curativa que Papá Noel le había regalado la primera vez que había ido a Narnia. Ella estaba feliz porque le había llegado la noticia el día anterior de que su hermana Susan por fin se reuniría con ellos después de tanto tiempo, ya que Susan no había ido al país de Aslan porque había dejado de creer en Narnia, o eso era lo que había parecido, ya que por lo visto tras la muerte de sus hermanos empezó a recordar cosas de Narnia y finalmente había aceptado que aquello había existido y había conseguido la forma de llegar a Narnia: los anillos del tío de Digory, que se los había cogido a Peter en la estación de tren donde murieron el mismo día del accidente.

Aslan también estaba contento ya que sabía cuanto significaba aquello para los hermanos Pevensie.

La joven le soltó y le dijo muy alegre:

- Aslan, ¿no crees que hoy es un día maravilloso? Por fin estará junta toda la familia, ¿acaso podría ocurrir algo más feliz que eso?

- Claro que no pequeña – le dijo el león,- pero tengo que hablar con tu hermana cuando llegue, eso lo sabes, ¿verdad?

- Claro Aslan, igual que lo hiciste con Edmund hace tantos años atrás – dijo Lucy sonriente y se pusieron a caminar hasta la sala donde estaban los cuatro tronos.

Allí estaban Edmund, Peter, Caspian, Eustace, Lilliandil, Jill, Rillian y Tirian conversando alegremente. Todos se detuvieron en cuanto vieron que Aslan había entrado y le hicieron una reverencia, y el león también les saludó con la cabeza. Lucy fue a reunirse con los demás mientras Aslan se dispuso a dar media vuelta y a pasear por el castillo, dejando a los jóvenes reyes y reinas con su conversación. Aslan sabía que tendría que rendir cuentas con Susan del por qué ella había dejado de creer en Narnia, aunque finalmente había vuelto a creer, y eso no le agradaba mucho, pero tenía que hacerlo para que así Susan pudiera vivir allí para siempre con el resto de su familia.

A lo largo de su largo paseo por todo el castillo en el que se recorrió todas las habitaciones, fue saludando a todos los miembros de la corte que estaban por allí: centauros, faunos, enanos, sátiros... Todos le hacían reverencias a modo de saludo y él les devolvía el saludo sacudiendo ligeramente la cabeza.

Aslan estaba alegre porque sabía que aquel día sería recordado como el día más feliz de la nueva Narnia.

Cuando regresó de nuevo a la entrada del castillo escuchó algo que no se esperaba: el llanto de un pequeño fauno.

Aslan se extrañó de aquello, ya que precisamente ese era un día feliz para todos y se estaban preparando grandes banquetes y torneos para la llegada de Susan y la reunión de todos los hermanos Pevensie.