La frase más permanente en mi corazón ha sido esta desde que tengo 18 años, momento exacto donde decidí dejar de ser virgen. Un momento hermoso a mi parecer, ambos éramos vírgenes y curiosos ante el tema de la sexualidad. Había amor por delante y eso lo hizo más emotivo para nosotros.
Si, aunque mucho se sorprende con la edad que me entregue; fue una decisión de la cual pensé mucho y decidí con quien deseaba estar. Y era él. Me gustaba y yo gustaba de él.
En esos momentos clave de mi vida recuerdo que no tenía una amiga tan cercana con la cual podía hablar de mis miedos y sobre todos de estos temas que normalmente recurres a una amiga para escucharte. Así que recurrí a la amiga que pensé que podría ser, Mi madre. Recuerdo que quería conversarlo poco a poco, pero se me salió el comentario y la reacción de ella fue inesperada; hubo lágrimas de decepción y me juzgo como antes lo hacía de pequeña. ¡Eres una Puta! Ese hombre nunca te respetara, ya te entregaste como una puta. Mi reacción fue estar congelada y no sé porque me sentí sucia en ese momento. Vaya que sus palabras si lograron afectarme por un momento y aunque no me sentí así, después de todo quedaron marcadas como un tatuaje en mi piel.
No puedo juzgarla y atacarla en estos momentos de mi vida. La sigo amando y la seguiré amando. Ya soy una mujer que ve los hechos con otros ojos. Su crianza siempre fue ruda y por supuesto el machismo siempre estuvo por delante en su educación. O eso fue lo que muchos me han dicho.
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Silencio
Short StorySu mirada gritaba desesperación. Pero nadie escuchaba solo se refugiaba en sus lágrimas al dormir