Epílogo

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Donnie leyó de nuevo la ultima nota. Soltó un leve suspiro mientras la guardaba en el interior de su cajón color madera, junto al resto.

Le dolía estar así. Dolía demasiado y todo era por su culpa. Quizás aquello era lo que mas le dolía después de todo: el sentimiento de culpabilidad.

El sabia que estaba siendo muy impulsivo cuando tomó aquella decisión, pero a quien iba a engañar, tuvo miedo. Tenia miedo de que su padre lo mirara con ojos diferentes por saber eso. Por saber que a su hijo no le atraían las chicas y que además de eso, estaba enamorado de su hermano pequeño. Si, todo aquello era una completa locura.

Pero el no tenia la culpa de ello. Nadie elige de quien enamorarse y menos aun a quien amar.

Avanzó un par de pasos hasta llegar a la puerta y hechó un breve vistazo a su cuarto. Y es que, en el fondo, deseaba que la próxima vez que volviera a entrar ahí fuera sabiendo que había recuperado a Mikey. Sabiendo que ya estaban juntos y que todo se había solucionado. Tenia que conseguirlo.

Así pues, cuando el reloj marcó las cinco y media, Donnie ya se dirigía a la habitación de su hermano pequeño mientras su corazón latía con la fuerza de un cañón y sus manos comenzaban a sudar.

Se armo de valor y tocó suavemente a la puerta con los nudillos.

-Leo necesito estar solo. Vete.

¿Leo? ¿Acaso el había estado visitando a Mikey? ¿A su Mikey? Aquello cayó sobre Donnie como si de un balde de agua fría se tratase. ¿Que tramaba ahora Leo? Hicieron una promesa... Él le prometió que la cumpliría, le dio su palabra... Claro está que Donnie también le prometió que no se acercaría a Mikey ni trataría de recuperarlo y ya había incumplido prácticamente la primera.

Coloco su mano en el manillar de la puerta y lo giro despacio, muy despacio.

Entro en el interior y cerró la puerta suavemente. Su hermano estaba sentado en una silla, de espaldas a el.

-Leo te he dije que no vinieses más... - su voz se corto al darse la vuelta y comprobar que no era Leo.

-¿Donatello? ¿Que haces aquí?

Eso fue un golpe bajo para Donnie. Su hermano nunca solía llamarlo por su nombre completo. El realmente debería odiarlo.

La noche anterior Donnie había estado pensando muy meticulosamente las palabras que utilizaría, incluso había preparado un mini discurso, pero, simplemente ahora que había llegado el momento de la verdad, se había quedado sin palabras.

-Necesitamos hablar- fue lo único que logró decir.

-Te equivocas, no hay nada de que hablar. Esta todo muy claro aquí.

¿Que habían hecho con su hermano pequeño? Mas bien, ¿Que había hecho el con su hermano pequeño?

-No, tengo que hablar contigo, tengo tantas cosas que decirte, yo...

-No quiero escucharte, vete.

Donnie se mordió el interior de su mejilla algo nervioso. Tenia que pensar algo y rápido. Estaba acabando con todas las posibilidades que tenia. Así que decidió empezar por lo mas simple.

-Lo siento muchísimo, pecoso...

-No sigas. Vete, enserio.

No iba a escuchar las suplicas de su hermano. Tenia que decir lo que sentía ahora, se le acababa el tiempo.

-No, escuchame, es importante. Necesito que me perdones, me he comportado como un autentico imbécil, como un cobarde de primeras. Y te he perdido. Lo estoy pasando fatal, no eres el único que ya no come, ni el único que se aisla completamente del mundo porque cree que así, solo, estará mejor. Te necesito Mikey, necesito que me sonrías y llenes mi día de alegría, que me digas te amo, y que me beses como solías hacer. No puedo olvidarte enano, y nunca podré hacerlo. Te necesito de nuevo en mi vida, te necesito conmigo. Porque te amo, no puedes hacerte una idea de cuanto... - calló de golpe al ver que su voz estaba saliendo entrecortada y algunas lágrimas habían comenzado a bañar su rostro y a humedecer su antifaz. Pero aun así, continuó- Por favor perdoname...

Avanzo hasta donde se encontraba el chico de sus sueños, aquel al que tanto extrañaba y poso su mano sobre su mejilla mientras limpiaba poco a poco las lágrimas que él tampoco había podido retener.

-Donnie... -le susurró- no lo entiendes, yo... Ya te he olvidado.

Y ahí fue cuando el corazón de nuestro mutante de antifaz morado se olvido de latir por unos interminables segundos.


Continuará...

Donkey #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora