Prólogo.

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Pov's Hanna.

Un sordo sonido estremece la habitación entera. Todos se agacharon protegiendoce a ellos mismos. Jalando hacia ellas otras personas, personas queridas supuse.

El sonido hizo que me estremeciera pero no me agaché. Mis manos sudaron, mis piernas temblaron y me quedé de pie junto al sonido de aquel arma, no... Más bien, me quede de pie tomando aquella arma.

- ¡Señorita Brown! - interrumpe la profesora McGall. - ¿Me puede responder el problema?- Olvide completamente que estaba en clase de Matemáticas. El recuerdo vino a mi mente y me he dejado llevar. Ahora hay ecuaciones y cosas que parecen gerogrificos en la pizarra.

-No realmente - respondo nerviosa y con mi voz cortada.

-¿No realmente? ¿En que mundo esta que no es real? - Hace una pausa mirándome fijamente y continua- Hace sus garabatos después, Brown. Ahora ponga atención. - Termina de hablar y da media vuelta para volver a dar su clase.

Miro mi libreta. Tal como dijo, tengo garabatos en toda la hoja. Otra vez los mismos códigos. Como acto seguido mis manos comenzaron a temblar y sentí como mi sangre hervía por mi cuerpo.

Sin pensarlo dos veces, cierro mi libreta y me inclino hacia un lado para tomar mi mochila. Guardo todas mis cosas y camino rapido fuera de la clase sin decir nada. Escuche como la clase se callaba en el segundo.

Ya afuera no me importa correr, así que lo hago hasta llegar a un lugar seguro.

Me van a encontrar. Pienso mientras me adentro al salón de cómputo que ahora se encontraba vacío. Cierro la puerta detrás de mi y me dejo caer junto a la puerta.

Mi cuerpo entero empieza temblar y siento Como mis pulmones se cierran y no me dejan respirar. Lanzo mis cosas a un lado, mientras lucho con mis piernas y lo intento. El pánico se exparse por todo mi ser y lágrimas brotan de mis mejillas.

Ataque de pánico.

Tengo la respiración agitada. Tomo mi cabeza entre mis manos, apretandola inconscientemente y vuelvo a respirar, fallando en el instante.

Cuento hasta tres. Uno... Dos... Tres... Cierro mis ojos frunciendolos y aguanto la respiración por unos segundos.

Mi cuerpo se relaja al volver a inhalar.

-¡Hanna!- escucho a través de la puerta. Me están buscando. Mi cuerpo se encoje al escuchar mi nombre, tal como aquel día que Kate lo grito. Como aquel día que Kate murió.

Por la misma arma.

Hanna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora