Mi rival

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El día había transcurrido dolorosamente lento, pero agradecía la enorme cantidad de trabajo que le habían asignado, porque así era más fácil distraerse y no darle tantas vueltas al asunto de Harry.

Faltaba poco más de una hora para la salida cuando una joven de más o menos su misma edad y largo cabello azabache se presentó en la oficina vistiendo un hermoso vestido azul brillante. Jade se quedó boquiabierta admirándola, era hermosa.

-Disculpa -le dijo algo tímida-, busco la oficina de Harry Styles, ¿es por aquí?

-Si señorita, ¿qué necesita?

-Quisiera hablar con él si es posible.

-Por favor siéntese mientras intento comunicarme con él -dijo de forma amable ofreciéndole un asiento frente a su pequeño escritorio.

Jade inmediatamente llamó a su jefe, que andaba sabe Dios por dónde. Normalmente no atendía a la gente a menos que tuviera una cita previamente agendada, pero esa joven sentada delante suyo definitivamente no era alguien que venía a cerrar algún negocio o algo por el estilo.

-Sr. Styles, lo busca una señorita en su oficina...

-¿Quién es? En mi agenda no hay ninguna cita, dile que se vaya... -dijo de forma brusca.

-Me llamo Kendall -le susurró la muchacha sonriéndole de forma confidente -, Kendall Jenner.

-Creo que la señorita Jenner insiste -dijo algo confundida.

-¿Qué dijiste? ¿Kendall está allí? Iré inmediatamente, dile que me espere.

Antes de que replicara la comunicación se había cortado.

-Si es tan amable de esperar, llegará enseguida.

-Muchas gracias... hee... Creo que no te pregunté tu nombre -se rió luciendo algo culpable.

-Soy Jade -le sonrió.

-Es un placer conocerte Jade -le tendió la mano por sobre el escritorio con una sonrisa deslumbrante en el rostro.

Se sentía cohibida, y algo dentro suyo le gritaba que esa era la enamorada de Harry, y que no debía socializar con el enemigo.

-"No seas tonta. Ella no tiene la culpa" -se dijo a sí misma-. El gusto es mío -respondió aceptando gustosa su apretón de manos.

Kendall desprendía una calidez inusual, algo que no había percibido de ninguna persona antes, y entendió qué es lo que Harry veía en ella. Comprendió además que ella no era una digna rival para alguien de ese calibre.

Se sentía deprimida, habría preferido mil veces imaginarse a Harry con una chica fea y malvada como una bruja. El pensamiento le provocó un ataque de risa histérica.

-Lamento haber pensado de que sería una rival que esté a tu altura -soltó de pronto mientras seguía riendo.

Kendall la miró sin comprender que le sucedía a esa muchacha, que había empezado a reírse de la nada y que le decía esas cosas sin sentido.

-Lo siento, no me hagas caso -se disculpó sintiendo que sus ojos se aguaban.

-Oye, ¿estás bien? -le preguntó preocupada.

- ¿Qué pasa?

Era tonta. Daba vergüenza ajena llorando así delante de alguien a quien acababa de conocer; y sin embargo, el contacto de la mano cálida y amable de su contrincante fue más que suficiente para hacerla sentir mejor... se odiaba a sí misma.

-Sí, lo siento -se limpió los ojos con rapidez y le dio su mejor sonrisa.

-¡Kendall!

Ambas se giraron hacia esa voz, Harry corría apresurado hacia ellas. Su rostro radiante de felicidad hizo sentir peor a Jade, quien inmediatamente se levantó de su sitio y se dirigió rápidamente al baño mientras el hombre capturaba entre sus brazos a la jovencita de cabellos azabaches. Quizás debería simplemente irse a casa, no soportaría verlos juntos.

-Dejé mis cosas en mi escritorio -se lamentó.

Sophia no saldría del trabajo sino hasta una hora más tarde, y ella no tenía ni su pase de autobús, ni dinero para un taxi encima. Se lavó la cara e intentó que no se notara que había estado llorando antes de tomar valor suficiente para volver.

Caminaba con la cabeza gacha hasta su escritorio, deseando que ni Harry ni Kendall estuvieran allí cuando ella llegara, y así podría irse sin que nadie más la viera.

-Te lo pido de buena manera, por favor ya no me molestes -escuchó la voz angustiada de una mujer.

Harry y Kendall parecían discutir dentro de la oficina de éste, ella intentó alejarse y él la agarró del brazo antes de que se fuera.

-Por favor, escúchame. Sabes que te conviene estar conmigo y no con ese bueno para nada -le dijo atrayéndola hacia sus brazos.

Kendall se había zafado de los brazos de Harry y le había abofeteado, dejándole una marca roja en la mejilla y una mirada anonadada en los ojos.

-No... No tienes derecho a decirle así -gritó al borde de las lágrimas-. Solo vine a advertírtelo, por favor no hagas que tenga que dejar de hablarte para siempre.

Salió de la oficina, limpiándose las lágrimas de frustración con la mano, y se topó con Jade en la puerta. Ambas se miraron sin saber que decir.

-Lamento que tengas que verme así -se disculpó avergonzada-, Harry me sacó de mis casillas y yo... -soltó un largo suspiro- ¿Puedes decirme cuanto de eso fue lo que escuchaste?

-Yo... yo no escuché nada -mintió.

-Vamos, dímelo -se rió, soltando más lágrimas-. Prometo no enojarme.

-Todo -susurró avergonzada de sí misma, no era de buena educación escuchar conversaciones ajenas-. Lo lamento.

-No te preocupes, lamento haber venido a hacer una escena en tu lugar de trabajo. En serio lo siento.

Ambas se miraron y no pudieron evitar reírse, estaban locas, eso debía ser. Kendall la envolvió en sus brazos, poniéndola incomoda y haciendo que se sonrojara.-Lo siento -dijo alejándose inmediatamente-. Es que sentí que a ambas nos hacía falta un abrazo -murmuró sonrojada.

Jade le sonrió y fue ella quien la abrazó esta vez.

-Creo que tienes razón.

Prohibido | Jarry | Book#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora